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Entrevue
Álex Montoya
Director de cine

«‘La casa’ emociona porque es algo que, en principio, nos pasa a todos»

Posiblemente debido al boca a boca, ‘La casa’ –una película pequeña, intimista, basada en la estupenda novela gráfica de Paco Roca– es la tercera película más vista en el Estado después de ‘Garfield’ y ‘El especialista’. ¿Será verdad que hay un cambio en los gustos de los espectadores?

Aley Montoya posa en la Alhóndiga bilbaina. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Llega cansado, tras muchas horas de viaje en coche. Lo reconoce, está agotado también de todo el proceso, porque al rodar ‘La casa’ no ha podido evitarlo: viene del mundo del cortometraje y ha estado en el guion, la dirección, el montaje, el diseño, la promoción ante el público... todo. Hablamos con él la víspera del estreno en Bilbo, el pasado 1 de mayo, y, a día de hoy, la suya es la tercera película más taquillera del Estado.

No extraña, porque este emocionante filme –lo admitimos, nos hizo llorar–, es una de esas pequeñas grandes historias sobre la relación entre padres e hijos. El punto de partida: tras la muerte de su padre, tres hermanos se reúnen en la casa familiar en la que pasaron los veranos de su infancia para decidir qué hacer con la vivienda. Como le dijo el actor David Verdaguer a Álex Montoya, «se llora bonito en la película; sales reconfortado».

‘La casa’ de Montoya mantiene el espíritu de la novela gráfica del mismo título de Paco Roca, uno de los grandes del momento. Editado por la bilbaina Astiberri, este cómic se ha llevado todos los premios del mundo de la viñeta. En cine también viene avalada por nada menos que cinco galardones del Festival de Málaga, incluyendo el premio de la crítica y el público.  

Está mirando con atención el cartel, ¿le pasa algo?

Han borrado esto [lo señala]. Es que todo el diseño lo he hecho yo. Como vengo del cortometraje y de hacer películas chiquitinas, me cuesta mucho delegar. El guion es también mío. Estuve muchos años con ello y en el último año entró una guionista, que es vasca, Joana M. Ortueta, porque yo para entonces estaba agotado: había hecho dos películas en medio y, de hecho, le quitamos treinta páginas al guion.
 
¿Qué le movió a llevar al cine una novela gráfica tan conocida y que ha sido traducida a 13 idiomas?

Con cada nueva película, dentro de mis posibilidades, intento hacer algo diferente. ‘Asamblea’ (2019) es una comedia un poco especial, ‘Lucas’ (2021) es sobre un pedófilo que evita ceder a sus instintos, y ‘La casa’ es algo que, a priori, nos pasa a todos. El cómic me emocionó mucho y me dije: «Vamos a intentar pasar a la pantalla, todavía no sé cómo, esta sensación y estas emociones».

«Creo que hay un movimiento de péndulo, un cambio producido por el cansancio del cine superespectacular y de superhéroes, y por eso hay una vuelta a contar cosas más cercanas, más personales y más adultas»

Los cómics de Paco Roca son bastante cinematográficos.

No creas. La mayor parte de los recursos, con Paco, no son tan fáciles; hay varios que no pude trasladarlos bien... Por ejemplo, cuando cortan los almendros y aparecen los anillos y, de cada anillo, él saca una viñeta. ¿Cómo hacer eso?

¿Ha buscado mantener el espíritu del cómic?

También hemos intentado mantener, como estrategia, la estética, para que los lectores del cómic, que son muchos, unos 50.000 ejemplares vendidos, no tuvieran problemas para entrar en la película. No es como si, de repente, les hubieras cambiado las caras y fuera una casa diferente. Eso es lo que Paco Roca proponía al principio: vamos a hacer una casa un poquito más, ¿cómo se dice?, aspiracional.

¿Una casa aspiracional? ¿Eso qué es?

Pues un poquito más mona [risas]. Aunque tiene un jardín espectacular.

Es la casa real de Paco Roca, ¿verdad? El espacio también es protagonista, aunque no sé si le ha sido fácil rodar allí.

Sí, es su casa. Yo estoy muy acostumbrado, porque vengo del corto: nunca he tenido acceso a un set hecho y derecho, no sé ni lo que es. Aquí hemos manejado un equipo medio, de unas treinta personas.

También es una película de actores. No sé cómo se lo ha planteado.

Yo no trabajo mucho con los actores. Hacemos lecturas para que todo el mundo coja la escena, pero, de entrada, ya coges buenos actores y eso es importante: que se hagan su personaje, te lo traigan hechito y que luego lo puedas matizar un poco. Mis indicaciones son muchas veces de montador, incluso de animador. Yo, como Koldo Serra, vengo del cómic, y tenemos esa cosa de que sabemos lo que queremos en el plano y tenemos nuestro gusto con la interpretación.

No sé si es real, pero entre los espectadores da la sensación de como si hubiera hambre de otro tipo de cine.

Creo que sí que hay como mucho cansancio del tema superhéroes. En los 70, había películas intimistas, como ‘Kramer contra Kramer’, ‘La decisión de Sophie’ o todas las de Alan J. Pakula, que llegaban a muchísima gente y daban muchísimo dinero. Posiblemente, ahora no volveremos a esto, pero hay un movimiento de péndulo, un cambio producido por el cansancio del cine superespectacular que mete persecuciones casi sin ningún sentido y que, al final, aburren, porque sabes que no va a pasar nada. Yo creo que sí que hay una vuelta a contar cosas más cercanas, más personales y más adultas.

También ayuda mucho María Zamora [productora de Elástica], que ha conseguido crear una especie de producto muy bien empaquetado: son películas que no te van a dejar indiferente, van a tratar de temas adultos que no te esperabas y que van a estar bien. Y creo que eso también empieza a salir en otros productores más pequeños que estamos en Valencia. Por ejemplo, Pau Durà ahora ha sacado ‘Pájaros’ y está funcionando bastante bien en cines. También están ‘El maestro que prometió el mar’ o ‘Verano 1993’...  son películas pequeñas que tienen su punto de emoción. Yo creo que esa sensación de haber visto un trozo de vida, un slime que dicen los americanos y tener los puntos que te emocionan, que no te pasa con una película de Marvel, resulta muy atractivo para un espectador.