‘Furiosa’, ‘The Damned’, ‘Tasio’: El Festival de Cannes anda a toda vela
Estos han sido los tres estrenos que más alboroto han causado en la vanguardia de la 77ª edición del Festival de Cannes. Repasamos todas las películas que han marcado la primera jornada de una fiesta oxigenada por la potencia de su catálogo.
Por entrantes, la película que abrió la Quincena de Cineastas: ‘Ma vie, ma gueule’ de Sophie Fillières. Obra póstuma de esta realizadora de comedias ampliamente conocida en el Estado francés (‘Un chat un chat’), acompaña a una excéntrica, irritable y estimada mujer marcada por los estragos del nido vacío y por la clarísima consciencia de lo disfuncional de su espíritu juguetón, algo borderline, para con el resto del mundo.
En ‘Furiosa’, cuánto nos gusta la gasolina
Sabemos que el estreno de ‘Furiosa’ en Cannes, Fuera de Concurso un solo día antes de su estreno en carteleras internacionales, es periodísticamente inocuo. No tardarán en descubrir que el regreso de George Miller a la saga de Mad Max es un espectáculo digno de su predecesora, muy diferente y en esencia un merecidísimo ‘más y mejor’... Se lo explicábamos en 7K: Anya Taylor-Joy da vida a la versión juvenil de Charlize Theron para relatar cómo acabó en la corte de Inmortan Joe.
La película de Miller se despliega a la vez como una larga crónica en friso (una columna de Marco Aurelio de unas tres horas con cantidad ingente de pólvora y tambores), como un aplauso a las posibilidades del cine de acción en su quintaesencia, remontándose a los logros epatantes de ‘El maquinista’ de la general de Buster Keaton. Siguiendo los pasos de ‘Mad Max: Furia en la carretera’, aunque esta vez con menos urgencia y síntesis (también de forma algo menos estridente y madura), ‘Furiosa’ se consume como una asíncope brutal, progresiva, prácticamente muda pero con un cuerpo único. Un ejercicio de inteligencia audiovisual que nos deja vibrando al salir de la sala.
‘Tasio’, el debut de Montxo Armendáriz, revive y sorprende
Esto va a la pareja de periodistas que hoy se aquejaban del formalismo que ayer se respiró en la fiesta de ‘Furiosa’, y que luego han pasado unos buenos diez minutos alabando la primera magnífica sorpresa del festival, decían, una película modernísima. ‘Tasio’ se presentaba ayer en la sección Cannes Classics, restaurada en 4K gracias a la Filmoteca Vasca en los laboratorios de L’immagine Ritrovata de Bolonia, meses antes de que llegue a Donostia dentro de Zinemaldia. Como personaje, Tasio puede reivindicarse hoy como un héroe popular, ecologista e íntegro: un hombre a la par bueno y poco habitual en pantallas. Por otra parte, el primer largometraje de Montxo Armendariz es de una modernidad radical, que prescinde de los engranajes clásicos del relato en favor de un minimalismo que dialoga bien con la ‘Old Joy’ de Kelly Reichardt, o con la primera película realmente poderosa que hemos visto en parrilla.
‘The Damned’, wéstern de Roberto Minervini, eleva Un Certain Regard
Italiano experto en revisar la Historia estadounidense a pie de calle, gracias a perlas como ‘¿Qué harás cuando el mundo esté en llamas?’ o ‘The Other Side’, ambas largo celebradas en festivales, Roberto Minervini apuesta por deconstruir los andamios ideológicos típicos del relato del Oeste (buenos contra malos, la conquista del horizonte, el amor a la patria…) y construir en cambio un relato minimalista sobre la vida en el frente. Suerte de Homenaje a Cataluña, seguirá de cerca a un pequeño batallón en el monte invernal durante la Guerra Civil norteamericana.
Conocemos a un grupo de soldados de a pie, entre tareas y conversaciones, en un ejercicio que podría tildarse de costumbrista, si no fuera porque Minervini nos niega el acceso emocional fácil a su reparto y, así, atempera toda puerta al dramatismo: de los soldados, no sabemos más de lo que verbalizan entre ellos, y no hay banda sonora que nos guíe. De una elocuencia brutal, ‘The Damned’ reclama una mirada despierta mientras rebasa toda crueldad excesiva que la suerte de este batallón de ‘condenados’ pronostica. No porque no sea una película dura –que lo es–, sino porque sus personajes poseen toda la humanidad que una cámara atenta puede convocar.