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Entrevue
Mickaël Forrest
Vicepresidente segundo del Gobierno de Kanaky-Nueva Caledonia

«Para nosotros es vital parar la ley que nos minoriza en nuestro propio país»

Miembro de la Ejecutiva del Frente de Liberación Nacional Kanaky Socialista (FLNKS) y responsable de sus relaciones internacionales, Mickaël Forrest analiza la grave crisis y la mortal represión que azota su país. La revuelta ha vuelto a poner de relieve la fragilidad del poder colonial de París.

Mickaël Forrest Vicepresidente segundo del Gobierno de Kanaky-Nueva Caledonia (Endika PORTILLO | FOKU)

No son los mejores días para nuestro interlocutor. Recién aterrizado en París, pendiente en todo momento de las trágicas noticias que llegan desde su país, este destacado miembro del movimiento independentista kanako comparte con GARA sus impresiones sobre una revuelta que ha sorprendido al mundo. En estos tiempos de guerras y genocidios, las imágenes que llegan de un diminuto archipiélago del Pacífico han copado el interés  global, y han desnudado las vergüenzas de la potencia colonial. Se muestra agradecido por poder dar a conocer la voz de los kanakos, su voz es serena, pero es sincero al reconocer que «no estoy bien, me puede la preocupación».

Es un nuevo choque, el más peligroso en mucho tiempo, entre dos concepciones de la identidad de este pueblo. Por un lado, están los kanakos, de origen melanesio, que estaban allí cuando llegaron los franceses. La mayoría son hoy independentistas. Por otro, los caldoches, descendientes de los colonos, a veces mixtos, a veces no, la mayoría leales y apegados a París.

Forrest rechaza el proyecto de ley impulsado por Macron que pretende extender la «ciudadanía local» –y el derecho a votar– a 25.000 personas (en su mayoría europeos) que han vivido allí durante más de diez años. La cifra es considerable: representa casi el 20% del electorado. Cree que rompe de facto el Acuerdo de Noumea de 1998 firmado por el entonces primer ministro, Lionel Jospin, que preveía la devolución de poderes, la definición de ciudadanía específica y la posibilidad de celebrar referéndums de autodeterminación. Y fijaba que aquellos que se establecieran en Kanaky posteriormente a esa fecha nunca tuvieran el derecho a votar.

El presidente francés, Emmanuel Macron, habla de «insurrección inédita» que nadie vio venir. ¿A qué se debe este levantamiento del pueblo kanako, por qué ahora?
Vivimos un momento grave, de gran represión del Estado francés, que estalla el 13 de mayo cuando la Asamblea Nacional francesa aprueba un proyecto de ley que abre el censo electoral y permite a todos los franceses que han venido a Kanaky votar en los próximos años. Para nosotros era vital mantener la disposición de los Acuerdos de Noumea que permitía al pueblo kanako no ser minorizado en su propio país. Ese es el modus operandi francés, que ha operado así por ejemplo en África, donde continúa dividiendo pueblos, martirizando a la juventud que se organiza y se moviliza. De hecho, en Kanaky ahora hay una increíble movilización juvenil, con varios jóvenes muertos, para decir al Estado francés que somos un pueblo melanesio del Pacífico, que nuestro derecho a la autodeterminación debe ser respetado y que se ocupe de sus problemas en Europa y nos deje en paz.

La revuelta, los disturbios y las barricadas se han generalizado por todo el territorio, y ya hay varios muertos...
En las movilizaciones actuales sufrimos una dura represión, con demasiados muertos, notablemente por parte del Ejército francés. Hay que decir que más de 3.000 militares han llegado a Kanaky durante la última semana, y el presidente Macron, que ayer estuvo en Kanaky, ha anunciado una fuerte movilización militar para bloquear el camino del pueblo kanako a la independencia. Pero a pesar de las dificultades, seguimos determinados, movilizados, seguiremos presionando, sobre el terreno y con la ayuda de nuestros aliados internacionales.

Mickaël Forrest Vicepresidente segundo del Gobierno de Kanaky-Nueva Caledonia. (Endika PORTILLO/FOKU)



Macron visitó ayer Kanaky y planteó un apaciguamiento, prometió no pasar el rodillo para aprobar la reforma electoral, pero dejó claro que no habrá marcha atrás. Plantea la crisis como una cuestión franco-francesa, interna, de orden republicano, que nada tiene que ver con el derecho internacional y donde la ONU no tiene nada que decir.
Es un doble lenguaje típicamente colonial. Luego hay que tener en cuenta las dificultades internas francesas, el malestar social, la peligrosa apuesta de los Juegos Olímpicos... Quiere apaciguar la situación, retrasar la aprobación de la reforma, habla de una misión de diálogo, pero cuando demandamos representantes internacionales ante los cuales todas las fuerzas kanakas retraten su postura, él propone esa misión con tres altos funcionarios franceses. En realidad, quiere servirnos la misma sopa, la misma música, que viene sirviéndonos este último decenio. No quiere internacionalizar el conflicto, es consciente de que así encontraríamos las palancas que nos ayuden a materializar nuestros derechos.

En cierta medida, ¿están pidiendo ustedes una mediación internacional?
Sí, por supuesto. Hay que recordar que estamos inscritos desde 1986 en la lista de territorios a descolonizar de la ONU, y en función de ello, nos corresponden ciertos dispositivos, ciertos mecanismos, como puede ser la misión de mediación internacional, o la nominación de un enviado especial, mecanismos que ya han sido puestos en marcha para el Sahara, Palestina... Nosotros demandamos que se apliquen en nuestro pueblo.

 


«La crisis estalla con el proyecto de ley que abre el censo electoral y permite votar a los franceses que han venido a Kanaky»



Hemos leído en la prensa esa acusación de París en la que denuncia una injerencia de China o de Azerbayán en los asuntos del pueblo kanako.
Son apoyos internacionales que sostienen nuestra lucha desde hace decenios. China es nuestro principal socio comercial, importa más del 80% de nuestra producción de niquel, no se puede ser socio económico y apartar a China a nivel político, es demasiado irónico. Citas a Azerbayán, que desde hace años preside el movimiento de los países no alienados, del que el FLNKS es miembro desde 1986, y naturalmente trabajamos con ellos en diferentes programas políticos, para que el derecho a nuestra independencia sea respetado y para poder apoyarnos sobre mecanismos internacionales para salir de la crisis actual.

¿Y cuál es la posición de vuestros hermanos, los pueblos melanesios agrupados en el GFLM (Groupe Fer de Lance Mélanésien), a saber, las Islas Salomón, Papúa Nueva Guinea, Vanuattu, Fiji, y la región de Nueva Guinea Occidental de Indonesia, de la que el FLNKS es miembro de pleno derecho?
Siempre están de nuestro lado, aunque ello les cree ciertos problemas diplomáticos. El primer ministro de Vanuatu, que preside el Grupo, ha sacado un duro comunicado denunciando las exacciones de kanakos por parte de los militares franceses, defendiendo la independencia de Kanaky. El comité de ministros de Exteriores de los países melanesios también se ha posicionado muy claramente, para enfado de París.

En esta situación de crisis agravada, de sangre kanaka derramada, ¿cuál es la solución más urgente?
La estrategia a corto plazo tiene diferentes niveles. Primeramente, el local, seguir haciendo posible mantener la presión sobre el estado francés. Las organizaciones que agrupan las iglesias del Pacífico también están haciendo un gran trabajo, ha habido numerosas y masivas manifestaciones organizadas en Australia, Nueva Zelanda, Vanuatu, Fiji, incluso en París. Estamos visitando diferentes capitales europeas, el próximo martes estaremos en Madrid, invitados por los parlamentarios y senadores de EH Bildu, para sensibilizar sobre la situación crítica que vive nuestro pueblo. A medio plazo, es urgente el respeto a los Acuerdos de Noumea, que el derecho a la independencia de Kanaky sea respetado. Tendremos la ocasión juzgar la evolución de los hechos, digamos, de aquí a un mes, de manera que se pueda readaptar la estrategia para el combate, para la resistencia contra el opresor, algo que está en la naturaleza de nuestro pueblo.

«¿Por qué en el último año Joe Biden invita dos veces a la Casa Blanca al gobierno de un pequeñito país de 280.000 habitantes? Eso indica que el Pacífico va a ser el terreno de disputa de la gran batalla geopolítica»


Personalmente, ¿es optimista en cuánto a que la revuelta kanaka pueda echar atrás los planes de Macron?
Somos nosotros quiénes hemos provocado esta movilización, nosotros, a través de la CCAT (Cellule de Coordination des Actions Terrains), con decenas de miles de kanakos en las calles. Siempre hay que adaptar la movilización, hay muertos, miles de militares franceses llegan de refuerzo, somos un pueblo pequeño, hay que actuar con determinación pero también con organización. Para seguir de pie, para abrir las puertas a nuestra independencia.

Finalmente, son un pueblo del Pacífico, que es actualmente un teatro de tensiones geoestratégicas cada vez más tenso, en ebullición. ¿Qué significa esto para la lucha de liberación nacional kanaka, cómo condiciona o influye?
En primer lugar, hay un sentimiento de tristeza y preocupación al ver todas esas potencias que llegan a nuestra casa para decirnos cómo debemos comportarnos, qué debemos comer, cómo debemos vestirnos. Imagínate, somos un pequeño país, pero en el último año hemos sido invitados dos veces a la Casa Blanca por Joe Biden. ¿Por qué a un pequeñito gobierno de 280.000 habitantes se les abre las puertas en Washington? Eso indica ciertamente que el Pacífico va a ser el terreno donde se va a disputar la gran batalla geopolítica del planeta. Hay que prestarle mucha atención a eso para no vernos en la misma situación de África u Oriente Medio, donde las dificultades de las grandes potencias han llevado muchísima miseria y enormes problemas humanitarios.