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Entrevue
Oskar Matute
Diputado de EH Bildu y candidato de Ahora Repúblicas

«EH Bildu ha demostrado que podemos no pertenecer a la misma nación, pero sí a la misma clase»

Oskar Matute (Barakaldo, 1972), gracias a su defensa de la clase trabajadora en el Congreso de los Diputados, es el rostro más reconocible hoy en el conjunto del Estado de los miembros propuestos por EH Bildu para la candidatura Ahora Repúblicas, en la que ocupa el puesto octavo. 

Oskar Matute, candidato de Ahora Repúblicas. (EH Bildu)

Sabíamos que esta era la Europa del capital, pero no sabíamos que era capaz de ser cómplice de un genocidio emitido en directo. ¿Por qué ir a votar y no mandarles a todos al cuerno?

Hay mucho más en juego de lo que la gente se cree. Las elecciones europeas han generado siempre desinterés y apatía, porque entendemos que los centros de decisión están muy lejos. Sin embargo, yo creo que la extrema derecha y el neofascismo nunca han estado tan fuertes desde 1945. Las posibilidades de que alcancen cotas de poder o consigan imponer sus marcos ideológicos, han pasado de ser una hipótesis a una certeza. Por esto, opino que el primer compromiso de los antifascistas es pararles los pies. Por eso hay que ir a las urnas. 

En segundo lugar, porque a la Europa del capital a la que, tradicionalmente, hemos visto cómo construía su arquitectura sobre el poder de las transnacionales hasta funcionar como una plataforma logística para estas empresas, le ha entrado una vena peligrosa de ardor armamentístico. 

¿Cómo de preocupante es este belicismo?

Muchos de los países de la Unión Europea son a su vez miembros de la OTAN. Esto hace que se sientan vinculados con el compromiso de esta organización militar de la conferencia de Gales, de 2014. Allí se comprometieron a dedicar el 2% del PIB al gasto militar. Apostaron por una política de disuasión armamentística que la Historia ha demostrado empíricamente que nunca se cumple.

Quien tiene más armas sucumbe a la tentación de usarlas para afianzar su poder y no solo las usa como un elemento de precaución o prevención. Creemos que a eso también debemos de poner freno. Hay que parar esa Europa armada hasta los dientes. Las armas no garantizan la paz ni la seguridad ni la libertad.

Y creo, además, que hay que conseguir que Europa sea una voz firme, fuerte y autorizada en defensa de los derechos de Palestina. 

Vivo en un barrio obrero de Iruñea. Estoy viendo un despliegue de propaganda de Vox como nunca antes. Publicidad en marquesinas... Y casi plenamente normalizada. Los que se animan a ello, no dan abasto a pintarles esvásticas encima con rotulador y esos pequeños sabotajes. Están echando el resto. 

Seguramente, la extrema derecha del Estado español entiende estas elecciones –aparte de una oportunidad de aportar al proyecto neofalangista de [Viktor] Orban, [Marine] Le Pen y [Giorgia] Meloni– como una ocasión para reposicionarse y ganar espacios de centralidad en el Estado español. Sabe que los debates que se han abierto sobre elecciones europeas se están planteando como si fueran una se segunda vuelta de las generales, sustentada en un reforzamiento de la opción del PP como alternativa. 

Vox, probablemente, lo que busca es hacer lo que la extrema derecha hizo en Francia hace dos décadas, en Marsella y en las 'banlieues' de París. Allá se acercaron a la clase trabajadora, asustada y temerosa por su futuro, y les vendieron sus recetas falsas de autoritarismo y menos derechos y libertades. 

Nosotros siempre decimos que si la izquierda no hace sus deberes –si la izquierda no ofrece un proyecto de que dé garantía, certidumbre y dignidad para la vida de todas las personas y en especial de la clase trabajadora–, la extrema derecha impondrá sus marcos. De ahí el reto en Euskal Herria de no perder el pulso de la calle. Debemos de apostar por ofrecer vidas dignas a todos, de apostar siempre por la reproducción de la vida por encima de la reproducción del capital. 

Matute, en un mitin de la candidatura Ahora Repúblicas. (Marc PUIG i PEREZ/FOKU)

Se ha centrado en Euskal Herria, pero esta vez a EH Bildu, a través de Ahora Repúblicas, se le va a poder votar desde todas las partes del Estado. ¿Tienen esperanzas de encontrar apoyos en territorios distintos a Euskal Herria, Catalunya y Galiza?

El voto a EH Bildu desde cualquier punto que no sea Euskal Herria es un voto valiente. Es valiente votar a una formación de izquierdas que no te promete puertas giratorias, que no te promete un horizonte y una perspectiva laboral y tal de por vida. Y es doblemente valiente, debido a la campaña de criminalización continua a la que estamos asistiendo.

Todos estos años ha habido mucha gente que ha venido fijándose en nuestra labor en el Congreso de los Diputados. Nos han manifestado su deseo y voluntad de poder votarnos, lamentando vivir fuera de Euskal Herria. A toda esa gente ahora sí podemos ofrecerle una papeleta de Ahora Repúblicas. Es una papeleta que puede aunar su rebeldía, su indignación con las políticas que nos maltratan con una esperanza.

Decía Aristóteles que la esperanza es el sueño del hombre despierto con nosotros. Queremos llevar unas papeletas de esperanza a cualquier lugar de la circunscripción electoral única que es el Estado español. Así, todas esas gentes de izquierda serán capaces de unir su rabia, su indignación por el estado de las cosas, con una esperanza de levantar una alternativa de dignidad para todos y todas.

Creo que ahí Euskal Herria Bildu hemos demostrado que podemos no pertenecer a la misma nación, pero que pertenecemos a la misma clase. Y que los derechos de la gente, la dignidad de las clases populares, para nosotros es una brújula inalterable por encima de otras cuestiones.

¿En qué medida va a poder Ahora Repúblicas defender los intereses de las clases populares?

Yo creo que es importante tener en cuenta que más del 80% de las decisiones que afectarán a nuestras vidas vienen emanadas de decisiones del Parlamento Europeo. Por tanto, la reflexión de EH Bildu para este espacio es la misma que mantuvimos para el Congreso Senado: en cualquier otro lugar donde se decida la vida o las políticas que afectan a la vida de los ciudadanos vascos estaremos para poder alzar la voz y para poder inclinar la balanza hacia posiciones de mayor justicia, dignidad, igualdad y solidaridad.

Nuestro voto en Bruselas va a ser un voto que va a confrontar con la extrema derecha, que va a confrontar con Ursula Von der Leyen. No titubeamos. Lo decimos con claridad para que la gente sepa cuando vota que está votando para que hagamos oposición a las políticas, austericidas de Von der Leyen. Sumaremos nuestras fuerzas a las otras formaciones de izquierdas europeas que estén por esa apuesta de una Europa desmilitarizada y solidaria, contra las élites y en favor de una Europa de los pueblos y de los trabajadores.

Por terminar. ¿Y la ecología? Aunque fuera de forma insuficiente, Europa era la parte del mundo con una legislación más comprometida contra el cambio climático. Ahora ha venido un frenazo importante. 

Lo primero que tenemos que hacer es ser responsables. Lo segundo, ser honestos y decir la verdad. La transición climática es ineludible, inaplazable. El planeta se está agotando y no queremos caer en un colapso que nos haga vivir en sociedades distópicas. Debemos tomar medidas, pero siempre desde la lógica y no a demanda de las grandes empresas. Las decisiones, además, han de contemplar los derechos de los pueblos, de su identidad y con particular cuidado hacia las personas en una situación más vulnerable.