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Los hijos de la anciana fallecida en Zumaia exculpan a la cuidadora acusada de su muerte

El hijo y la hija de la nonagenaria fallecida en Zumaia han exculpado este lunes a la cuidadora acusada de su muerte, para la que la Fiscalía pide 22 años de cárcel por asesinato, después de que la autopsia revelara la existencia de lesiones «compatibles con un mecanismo de asfixia por sofocación».


El testimonio de los hijos de la nonagenaria fallecida en Zumaia ha centrado la segunda jornada del juicio que se sigue por estos hechos en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, durante la que ambos han dicho no tener nada que «reprochar» a la acusada porque atendió a su madre con «cariño» durante tres años.

Por su parte, la cuidadora ha asegurado que no deseaba que la anciana muriera porque la quería «como a una abuela» y además, tras su fallecimiento, ella se quedó «sin casa», sin trabajo y al mes siguiente «sin papeles», además de sufrir episodios de ansiedad e insomnio.

Según la versión de la Fiscalía, los hechos se produjeron pasadas las 23.00 horas del 21 de noviembre de 2020, cuando la cuidadora que por entonces tenía 31 años, se encontraba a solas en la vivienda con la víctima, que sufría demencia y un elevado grado de dependencia y, «por motivos no esclarecidos», presuntamente habría decidido «poner fin» a su vida mediante asfixia.

Un accidente

En un primer momento se planteó la posibilidad de que el fallecimiento fuera un accidente en el que la víctima se habría golpeado ella misma contra las barras de sujeción de la cama pero, según la acusación publica, luego la autopsia detectó lesiones «compatibles con un mecanismo de asfixia por sofocación» . La Fiscalía apunta además que la mujer «difícilmente» pudo causarse «ella sola» otras heridas que presentaba.

«Le agradezco que la acompañara en su final. Ha sido lo mejor que le ha pasado a mi madre. No sé qué hacemos aquí. Esta historia es incomprensible», ha manifestado el hijo de la fallecida, en alusión a la cuidadora

 

En la jornada del juicio celebrada este lunes, la más vehemente defensa de la acusada la ha realizado el hijo varón de la fallecida, quien ha explicado que la familia no sólo no acusa a la cuidadora sino que también ha renunciado a cualquier indemnización.

Así, este hombre ha expresado ante el jurado que «nunca» podría pensar que la procesada fuera acusada de este crimen. «Mi madre era un ser terminal. Se había caído ya decenas de veces. Estaba acabando. Se estaba muriendo y se murió», ha sentenciado con rotundidad.

«Le agradezco que la acompañara en su final. Ha sido lo mejor que le ha pasado a mi madre. No sé qué hacemos aquí. Quiero que esto quede claro. Tiene toda mi consideración. Esta historia es incomprensible», ha dicho, emocionado por momentos.

Este varón, que se encontraba en la República Dominicana cuando ocurrieron los hechos, ha subrayado que el «avanzado deterioro» de su madre en aquellas fechas era «evidente» y que la acusada era una «colaboradora» de la familia sin la que la fallecida «no hubiera tenido la calidad de vida que tuvo».

Ha insistido además en que la relación entre las dos mujeres era de «auténtico cariño» y ha desvelado que poco antes de la muerte, ante la delicada situación de su madre, una médico le planteó la posibilidad de sedarla, algo que él desechó tras constatar la determinación de la cuidadora de ocuparse de la anciana «hasta el final».

Ha incido también en que después del deceso en la casa de su madre «no faltó nada» de valor, ha lamentado que este proceso judicial esté impidiendo a la familia «cerrar el duelo» tres años después del fallecimiento y ha pedido al jurado que «acierte con sus conclusiones». «La mía está clara», ha zanjado.

En la misma línea se ha pronunciado su hermana, quien ha desvelado que, ante el estado «terminal» de salud de su madre, en aquellas fechas decidió quedarse en Zumaia y no regresar a Argentina, donde reside habitualmente.

«Siempre hemos estado agradecidos» a la cuidadora porque mi hermano y yo siempre «estábamos lejos» y «estábamos conformes con su forma de actuar», ha asegurado, al tiempo que ha recordado que la fallecida había sufrido con anterioridad episodios de «pérdida de conocimiento» y frecuentemente una enfermera acudía a hacerle curas porque sangraba, tenía úlceras y estaba «muy débil». «Impresionaba», ha afirmado.

La versión de la acusada

Antes de la declaración de los dos hijos, ha testificado la acusada, quien ha explicado que el día del incidente escuchó un «quejido» en la habitación de la anciana y al acudir a la estancia notó que tenía «el cuerpo flojo», un golpe en la cara y que estaba «llena de sangre».

Ha relatado que en estas circunstancias le practicó técnicas de «reanimación» de una manera «fuerte» e incluso le hizo el «boca a boca» porque ella quería que «no se muriera». «Tenía el cuerpo flojo y es posible que se golpeara» entonces, ha recordado. «Tenía heridas pero no paré porque quería reanimarla y que no se me muriera», ha detallado la cuidadora, quien también ha comentado que en un momento dado le metió la lengua en la boca, ya que la tenía fuera.

No obstante, al constatar que la anciana había fallecido, llamó por teléfono a su hija, que avisó a su vez a una ambulancia, tras lo que fregó el suelo de sangre y limpió la cara de la anciana con «toallitas».

Tras aclarar que no utilizó guantes para ello, ha señalado que ella también terminó manchada de sangre, lo que podría explicar la presencia de restos de esta sustancia en otras partes del domicilio.