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La ultraderecha se reorganiza y aspira a formar un ‘supergrupo’

¿Podrían fusionarse los grupos de extrema derecha, ECR e ID, en un ‘supergrupo’ que aspire a ser la segunda fuerza política en la Eurocámara? Le Pen toma la iniciativa y Meloni tiene la llave, mientras Abascal y Orbán impulsan la reorganización de la extrema derecha europea y global.

Giorgia Meloni, primera ministra italiana. (Adnan BECI | AFP)

La incertidumbre sobre los resultados que obtendrá la extrema derecha domina gran parte de la campaña para las elecciones europeas que se celebrarán mañana. Sin embargo, otra incógnita gira en torno a si los partidos ultraderechistas formarán una coalición que podría convertirlos en la segunda fuerza del Parlamento. Marine Le Pen corteja a Giorgia Meloni, Viktor Orbán está huérfano tras la expulsión de su formación del Partido Popular Europeo (PPE), y Santiago Abascal es uno de los grandes promotores de un ‘supergrupo’ ultraderechista que condicione una futura Comisión Europea (CE).

La extrema derecha tiene en el Parlamento Europeo más peso que nunca: hoy cuentan con el 18,4% de los escaños de la Eurocámara y mañana podrían pasar del 22%, según datos del agregador de encuestas EuropeElects.

Pese a que ha logrado influir en las decisiones de la CE sobre materia migratoria o ecología, la extrema derecha quiere dar el salto a las instituciones europeas, y Le Pen maniobra de cara a los pactos postelectorales. «Es el momento de unirnos. No debemos dejar pasar una oportunidad como esta», expresó la líder de Rassemblement National (RN) en una entrevista en el periódico italiano ‘Corriere della Sera’, en un claro gesto dirigido a Giorgia Meloni.

Marine Le Pen. (A. PÉREZ MECA | EUROPA PRESS)

En la última legislatura, la extrema derecha ha estado dividida en dos. Por un lado, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) liderados por los Hermanos de Italia de Meloni, y donde también se encuentra el polaco Ley y Justicia (PiS), la N-VA de Bélgica y Vox.

Por otro, Identidad y Democracia (ID), el grupo en el que se sientan los diputados de Rassemblement National de Le Pen, La Liga de Matteo Salvini, el Vlaams Belang de Bélgica, y el PVV del ganador de los comicios holandeses Geert Wilders.

También lo hacía hasta hace unas semanas el partido Alternativa por Alemania (AfD), expulsado después de que su cabeza de lista para las europeas, Maximilian Krah, opinara que no se puede considerar «automáticamente» que todos en las SS de la Alemania nazi eran criminales.

Las declaraciones de Krah no han sido las más ofensivas por parte de los miembros de ID; ha habido peores. Sin embargo, Le Pen lleva años intentando que su partido parezca más moderado en su carrera hacia el Elíseo, y la ruptura con AfD abre la puerta a una alianza con el otro gran grupo de la extrema derecha. Existe una agenda común y las diferencias ideológicas son sustanciales aunque salvables, pero mientras que los partidos que integran ECR forman parte de Gobiernos nacionales, regionales y locales, la presencia de los partidos de ID en las instituciones ha sido, por ahora, residual.

Anti-Putin, pro-OTAN

El grupo ECR surgió en 2009 al calor del ala más euroescéptica del Partido Conservador británico, pero sus posturas han ido cambiando y acercándose a la línea ortodoxa europea de la mano de Meloni. La italiana es la única jefa de gobierno que se presenta como cabeza de lista por su partido. Es obvio que no dejará su puesto de primera ministra para obtener un escaño en Estrasburgo, pero su candidatura se entiende como un intento de cambiar o influir en la ‘Gran coalición’ de conservadores, socialdemócratas y liberales que ha gobernado la UE en los últimos tiempos.

Meloni se ha convertido en la principal aliada de los jefes de Estado y de Gobiernos europeos, es una atlantista ejemplar y abierta al libre mercado, unas posturas que han hecho ganarse la confianza de Ursula von der Leyen, quien ha tendido la mano a la primera ministra para seguir al frente de la CE.

La alemana ha roto definitivamente el cordón sanitario con cualquiera que demuestre apego a la OTAN y apoye el esfuerzo bélico en Ucrania. «Meloni ha sido muy clara contra Putin y pro-Estado de derecho. Le ofrezco trabajar juntas», señaló en el debate electoral europeo. Sobre las amenazas de la italiana a colectivos minorizados y su repudio a los derechos humanos, ni una sola palabra por parte de la presidenta de la CE.

Sin embargo, ha sido Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (EPP), quien más se ha acercado a ECR. Cuando se formó una alianza de gobierno entre los Hermanos de Italia, Forza Italia y la Liga de Salvini tras las elecciones parlamentarias de septiembre de 2022, Weber fue el primero en reunirse en Roma con la entonces denostada Meloni, con el objetivo discutir una posible colaboración entre ambas formaciones.

Von der Leyen y Weber. (Michaela STACHE | AFP)

Dos años después, «tenemos un objetivo claro, queremos hacer en Bruselas lo que hicimos en Roma», declaró Meloni durante un mitin de esta campaña en el centro de la capital italiana. Toda una declaración de intenciones.

Von der Leyen fue elegida por unanimidad en el Consejo –es decir, por parte de los Estados–, pero su elección en el Parlamento Europeo fue la más ajustada de la historia, con solo nueve votos por encima de la mayoría necesaria, por lo que las posibilidades de una alianza similar peligran y el PPE ya ha tendido directamente la mano a ECR. En lugar de que una coalición se imponga en toda la legislatura, existen varias coaliciones sobre distintos temas, y el PPE puede abrir la puerta a la extrema derecha de Meloni para sacar varias votaciones adelante.

En política exterior, por ejemplo, parece que Meloni no pondrá obstáculos a los líderes de las instituciones europeas, ya que, en el Parlamento, ECR apoya firmemente las posturas estadounidenses. «Somos amigos», señaló Joe Biden tras un encuentro con la primera ministra italiana en Washington.

No obstante, ECR mantiene una relación especialmente estrecha con el Partido Republicano, su socio global. Cada año, una delegación del grupo ultraderechista participa en la Conservative Political Action Conference (CPAC), la mayor conferencia política de los republicanos estadounidenses.

La sombra del Kremlin

Meloni es una de las líderes más influyentes del bloque y ha sido la principal intermediaria entre el PPE y la extrema derecha. Su colaboración con Le Pen puede determinar el rumbo de la UE, aunque la guerra en Ucrania ha trastocado en parte los planes de ambas formaciones.

Le Pen, quien ha sido una admiradora declarada de Vladimir Putin –al igual que Salvini–, ahora intenta ocultar esas simpatías hacia el Kremlin, inaceptables para partidos del Este de Europa miembros de ECR. La ruptura con AfD, acusada de espiar para Rusia (y China), puede entenderse en esos parámetros.

Como primera ministra de Italia, tercera potencia económica de la UE y socia fundadora de la misma, Meloni goza de importante peso en el Consejo Europeo, al igual que sus ministros en el Consejo de la Unión Europea, y ahora aspira a labores ejecutivas mediante posibles comisarios en la Comisión, por lo que su alianza con Le Pen puede rebajar sus posibilidades, ya que para los conservadores sería mucho más complicado pactar si la francesa entra en la ecuación.

Además, la formación de la líder de la oposición gala puede ser el partido con más eurodiputados del Parlamento por delante de la histórica CDU, lo que la convertiría además en la primera fuerza en un hipotético ‘supergrupo’ de la extrema derecha que también incluiría a Salvini, con quien compite en Italia.

Sin embargo, los últimos movimientos de los partidos ultraderechistas apuntan a que una gran coalición es posible y necesaria para ellos. Esta misma semana, el propio Viktor Orbán, cuyo partido, Fidesz, no tiene grupo parlamentario en Estrasburgo tras la expulsión del PPE, ha pedido a Meloni y Le Pen en el diario italiano ‘Giornale’ que lleguen a un acuerdo para confluir en un mismo grupo. El líder húngaro ha moderado su postura respecto a la guerra de Ucrania y ha aceptado la entrada de Suecia en la OTAN. Unos movimientos que han gustado al rusófobo Mateusz Morawiecki, líder del polaco PiS, ahora más abierto a entablar conversaciones con Orbán.

Viktor Orban, primer ministro húngaro. (Gergely BESENYEI | AFP)

Todos ellos coincidieron en un acto de Vox celebrado en mayo en Madrid, donde también intervinieron el presidente argentino, Javier Milei, el ex candidato a la presidencia de Chile José Antonio Kast, el ministro israelí de lucha contra el antisemitismo, Amijail Chikli, así como el líder de Chega, André Ventura, miembro de ID. Santiago Abascal es uno de los principales valedores de esta alianza ultraderechista, y su candidato a las europeas, el falangista Jorge Buxadé, ve con buenos ojos el ‘supergrupo’ y una alianza mundial de los partidos de extrema derecha.

Santiago Abascal, líder de Vox. (Óscar DEL POZO | AFP)

Las encuestas auguran que los ultras pueden llegar a ser la primera fuerza en nueve países europeos, y por primera vez puede haber una mayoría alternativa a la gran coalición, sustituyendo ECR a los socialdemócratas, aunque se augura difícil por el veto de los liberales de Macron. No obstante, el acuerdo para formar Gobierno en Países Bajos entre el partido de extrema derecha de Geert Wilders y otras tres formaciones, incluyendo a los liberales del VVD, ponen ahora en entredicho el compromiso de Renew de no pactar con la extrema derecha.

Con todo, el eje franco-alemán que ha dirigido la UE en las últimas décadas junto a los países del norte sigue gobernado por liberales y socialdemócratas, por lo que los números no dan para condicionar la presidencia de la CE. Pero que ECR se haga con comisarios es más viable. La extrema derecha, que pedía el desmembramiento de la UE, ahora quiere asaltar Bruselas o condicionar todavía más sus políticas.