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Y sin embargo, importan

Imagen de un colegio electoral, ayer en Eslovaquia. (Vladimir SIMICEC | AFP)

Ha sido una campaña terrible. Así, en general. No es fácil movilizar el voto en contiendas como esta, pero no intentarlo es la mayor garantía para no lograrlo. La extrema derecha es el enemigo a batir en el continente, no seremos nosotros quienes lo neguemos, pero el principal rival de los candidatos vascos en las elecciones de hoy es la abstención.

No lo tenían fácil los partidos, concedámoslo. Pero tampoco se han empeñado demasiado. Centrar la campaña en la amenaza ultra, pese a tener sentido, ha hecho que los partidos calcasen sus mensajes. «Somos la mejor garantía para frenar el neofascismo». Lo han repetido, en todas sus variables pero indistintamente, cinco partidos que obtendrán hoy representación. Al ser la extrema derecha prácticamente inexistente en Euskal Herria –afortunadamente–, la confrontación de proyectos ha sido una quimera. Solo el PNV ha buscado el roce con EH Bildu, pero pasándose una y otra vez de frenada. A Ortuzar le convienen unas vacaciones, aunque los nervios se entienden. Su legado puede ser uno de los peores resultados del partido en décadas.

Pese a todo, siguen siendo unas elecciones importantes. Porque en Europa se deciden muchas de las políticas que delimitan el campo de lo posible –no tanto en el Parlamento Europeo, tampoco nos engañemos–, pero sobre todo porque un país pequeño como el nuestro no se puede permitir el lujo de renunciar a ninguna posición desde la que reivindicar su existencia. Así de simple y sencillo.