Macron aspira a agrietar el bloque ganador y articular un gobierno afín
Con unos resultados objetivamente mediocres pero mejores de lo que auguraban los sondeos, y obviando que la victoria del NFP debería conllevar un primer ministro de esa coalición, el presidente francés pretende cocer a fuego lento una alternativa de Gobierno cercano a sus políticas e intereses.
«La coalición se sitúa muy probablemente entre la derecha razonable y la izquierda responsable». Estas declaraciones de la ministra de Transición Energética, Agnès Panier-Runacher, son de momento mero desiderátum, pero resumen las aspiraciones del bloque macronista tras unas elecciones ganadas contra pronóstico aunque con solvencia por el Nuevo Frente Popular (NFP), pero donde el presidente salió mejor parado de lo previsto.
Tanto, que Macron y los suyos, lejos de los números de las anteriores legislativas, no descartan que se conforme un Gobierno acorde a sus intereses.
Para ello necesitan armar una mayoría capaz de soportar una hipotética moción de censura, y esto pasa por atraer los rescoldos de la derecha republicana y, sobre todo, resquebrajar el bloque unido a la izquierda. Y en concreto, sumar a su causa los más de sesenta electos adscritos al Partido Socialista (PS).
Esos más de 120 escaños extra a diestra y siniestra, junto a los 168 propios, darían a un eventual Ejecutivo margen para aguantar al menos hasta las presidenciales. Parece la cuadratura del círculo, pero en ello andan, y la estrategia pasaría por dilatar los tiempos –en ese contexto se entiende la prórroga concedida a Gabriel Attal– y tratar de meter una cuña en la coalición ganadora, que está lejos de ser un bloque compacto.
Precisamente, la actitud que mantengan los principales socios del NFP será lo que determine si el presidente se sale con la suya o acaba aviniéndose a convivir con un Ejecutivo de izquierda. A este respecto, si bien era improbable, porque no entraba en las quinielas, que el NFP empezara la semana con un candidato a primer ministro consensuado, sí sería deseable que la concluya con un acuerdo en torno al mismo.
En ese camino, el martes llamó la atención que el líder del Partido Socialista, Olivier Faure, se lanzara al ruedo y dijera estar «preparado» para asumir el cargo de primer ministro. Seguro que sí, otra cosa es que sus acompañantes estén preparados para que él lo sea. Sobre todo La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, que es la fuerza predominante del NFP.
Ocurre que el exsenador del PS sabe que su figura genera rechazo más allá de su arco, y con los macronistas de Ensemble y la extrema derecha de Marie Le Pen sumando más de trescientos escaños, no es verosímil que el veterano político sea postulado. La cuestión es quién puede ser capaz no solo de aunar los intereses de todos los que componen el frente sino de ir más allá de los 182 escaños que le respaldarían de partida y acercarse a los 289 que componen la mayoría absoluta.
«Tumbaremos el Ejecutivo»
No es fácil, porque no se trata solo de simpatías o aversiones personales sino de las políticas del Ejecutivo. Y los integrantes del NFP comparten un programa de mínimos que incluye, por ejemplo, la derogación de la reforma del sistema de pensiones y del de desempleo, y la subida a 1.600 euros del salario mínimo interprofesional. Estas medidas son vistas con algo más que recelo no ya por el RN o Los Republicanos sino también por los “centristas”. «Si hay un solo ministro del LFI tumbaremos ese Ejecutivo inmediatamente», avisó ayer la ministra saliente de Igualdad, Aurore Bergé, del ala más derechista del bloque de Macron.
La opción de bloqueo institucional es su as en la manga para asentar la idea de que es imposible un Ejecutivo de izquierdas y decantar a su favor un posible debate en el PS. Las palabras de François Hollande en la noche electoral, apelando a la «responsabilidad» y a cerrar fracturas, parecen indicar que hay agua en la piscina.
Macron podría proponer un primer ministro del PS y Gabinete en línea con lo dicho por Panier-Runacher –«derecha razonable, izquierda responsable»– y un programa a juego.
Boris Vallaud (PS), uno de los nombres que más suenan para liderar el Gobierno, dijo el martes que «muchos» se sienten identificados con las medidas de «urgencia social» del programa del NFP, y opinó que el Frente «puede gobernar para tomar esas medidas», con el respaldo de una Asamblea Nacional que haga valer el espíritu de «frente republicano» contra la extrema derecha. Pero habrá que ver qué hace su partido si Macron se enroca.