«Sánchez decide así porque sabe que las bases están con él; Feijóo está atado de pies y manos»
Verónica Fumanal Callau ha publicado recientemente ‘El poder de la influencia. Así se construye el liderazgo’, en el que analiza las cualidades de los dirigentes en la actual era de la comunicación. La politóloga alerta de los «liderazgos populistas, efímeros y testosterónicos».
«Tengo 8 apellidos aragoneses. Soy la primera que se va a Madrid», comenta Verónica Fumanal Callau, politóloga, especialista en comunicación política y en breve también graduada en Psicología. «He acabado la última nota, solo falta el TFG», dice contenta.
Ha sido la jefa del equipo asesor en comunicación y estrategia que acompañó a Pedro Sánchez en el período 2014-2016, y dejó el vínculo laboral luego que el dirigente del PSOE fuera defenestrado por el ‘no es no’, cuando ganó las primarias y nacía el liderazgo actual. También trabajó para el exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, y para muchos otros que prefiere no comentar. Dice que la discreción en su profesión es un elemento clave, y tiene razón.
Fumanal ha publicado recientemente ‘El poder de la influencia. Así se construye el liderazgo’ (Ed La Esfera, 2024), en el que analiza las cualidades de los dirigentes en la actual era de la comunicación, alerta de los «liderazgos populistas, efímeros y testosterónicos», destaca la importancia de entender de psicología a la hora de ser consultora y diferencia a Sánchez como un líder ungido por las bases frente a un Núñez Feijóo puesto por la élite.
¿Es cierto que le conocen como «la humanizadora»?
Sí [se ríe], lo sé a ciencia cierta. En 2013 me invitaron a dar una master class en la Universidad de Navarra y ellos sacaron una nota de prensa. En ese momento yo no aparecía en los medios. Era antes de que empezara el nuevo ciclo en la política, no estaba Podemos pero había crisis de legitimidad y yo dije que cuando no podíamos confiar en un político podíamos confiar en una persona y que se iba a imponer la tendencia que los ciudadanos querrían saber cada vez más de la vida de los políticos, sentirlos próximos, más humanos.
Cuando empiezo a trabajar con Pedro Sánchez y ven esa nota, y ven el trabajo hecho con todo el equipo, me dijeron en los medios «esta es la humanizadora». He sido la primera consultora en España que habla de la importancia de los liderazgos y de la persona.
¿Por que Psicología? ¿Ayuda a entender mejor a los políticos y sus acciones, que a veces no parecen tan racionales sino más basadas en la emocionalidad?
Sí, exactamente. Yo decido estudiar Psicología porque al llevar trabajando mas de 10 años con líderes políticos y empresariales de toda condición, me doy cuenta que hay una parte que no les puedo ayudar y que no puedo explicar. Muchas decisiones que toman no se pueden entender en términos ideológicos u orgánicos, en los parámetros habituales, como sería ‘decido esto porque soy de izquierda o porque quiero reforzarme en este territorio’.
Vi que había unas decisiones que no acababa de entender y que tenían que ver con traumas no curados, con motivaciones fruto de las infancias, y entendí que si yo quería ayudar a un líder a serlo de forma plena yo tenía que entender el sustrato interno que guiaba esas acciones... y ha sido una experiencia espectacular.
He disfrutado de estudiar, entender todo esto ayuda primero a saber si quiero acompañar a alguien a algún viaje. Ahora sé ver más allá de lo que se dice y si esa persona está tomando decisiones en función de lo que marcaría el sentido común o si quiere seguir escondiendo cosas.
Ahora se está hablando más de las patologías mentales o de lo que nos pasa dentro, y en 2030 será algo evidente. Y en ese momento me dirán «la psicoanalista de los políticos» [sonríe].
Tal y como están las cosas, parece que sin una pizca de locura es imposible hoy jugar en las grandes ligas de la política.
Sí. Creo que hay una parte que es ambición en mayúsculas. Los costes personales y profesionales de la política son enormes, y ambicionarlo hasta la última célula de tu ser es un elemento. Y hay gente que no lo tiene, que simplemente se ha dejado llevar. Cuando no lo ambicionan tanto se nota, el poder les parece ajeno, que no les toca. Si no tienes esa autoestima y esa seguridad, se nota también.
Si juntamos una gran ambición y un gran autoestima diríamos que son atributos algo psicopáticos que en bajo grado serían necesarios. Hay un libro de un médico británico, Kevin Dutton, que habla de lo que podemos aprender de los psicópatas, y dice que la psicopatía se ha visto siempre muy mal pero que para tomar determinadas decisiones hay que carecer de empatía. Y no solo en la política, por ejemplo un cirujano que debe operar a corazón abierto.
Yo conozco políticos, por ejemplo, que durante la pandemia sufrieron un nivel de dolor enorme. El caso de Fernández Vara (expresidente de Extremadura) lo menciono porque es público, él se dedicaba todos los días a llamar a los familiares de los fallecidos por covid.
En política no es necesario tener rasgos psicopáticos, pero ayuda a tomar decisiones difíciles que se tienen que tomar.
Hablando de esto es imposible no pensar en el caso de Milei. Cuando ganó la presidencia habrá pensado que era el ejemplo perfecto de por qué usted ha estudiado también Psicología.
Sí sí, totalmente [sonríe]. En el libro lo desgrano, estamos en una coyuntura de altísima incertidumbre, de vulnerabilidades percibidas y de incertezas. A los liderazgos se les pide que palíen esa situación y estamos ante la emergencia de líderes populistas testosterónicos y efímeros, de crecimiento rápido.
El fenómeno Milei y Bukele, parecidos por la fiereza, está llegando a una población que necesita respuestas que la política tradicional no se las da. Recomiendo que hagamos una revisión de la oferta política que estamos dando a los ciudadanos. Estos fenómenos psicológicos que tienen puntos de heterodoxia, de apropiarse de las estructuras del Estado, digamos que tienen mucho de patológico y hablan mucho de la patología social. Ningún líder llega a serlo sin seguidores. Un líder lo es porque tiene seguidores que así lo quieren. Ningún beduino en el desierto es líder.
«El fenómeno Milei y Bukele, parecidos por la fiereza, está llegando a una población que necesita respuestas que la política tradicional no se las da»
En la introducción del libro menciona liderazgos y pregunta cuál sería mejor, si el de Hitler o el de Luther King, y dice que el «liderazgo no es bueno ni malo». ¿La gente de a pie otorga un atributo moral de buenismo al líder?
Totalmente, sobre todo esa atribución valorativa se la da la persona que considera que es un buen o mal líder. Se le atribuye siempre algo positivo y no lo es. En el libro quería revertir esos mitos. Hitler fue un líder, para mí nefasto, de los peores de la historia, también muy mitificado, pero no podemos negarle la condición de líder.
En España muchos dicen que Sánchez no es un líder, y te puede gustar o no, pero es un líder social. En las encuestas del CIS se ve que no solo aprueba en sus bases, sino también en las del PNV, ERC y casi en las de Junts y en ocasiones en las de Bildu. Eso es un líder, alguien que convence a quienes le votan y también a los que piensan muy distinto.
Ya que lo menciona, ¿qué es lo que más le sorprende y lo que más errado encuentra en el liderazgo de Sánchez?
Creo que de alguna manera Sánchez está dinamitando algunas leyes no escritas que tienen que ver con los nuevos liderazgos en la era de la comunicación. En las teorías clásicas se hablaba que la gente prefiere un liderazgo predecible a uno impredecible. A nuestro cerebro no le gusta la imprevisibilidad.
Sánchez ha hecho de lo imprevisible un atributo político. Siempre digo a mis alumnos que la previsibilidad era buena hasta que Sánchez ha cambiado las reglas. Por ejemplo la carta que decía que igual se va, que cambie su gabinete con ningún indicio de que había que hacerlo, o ahora que parecía que habría crisis de gobierno y no la hay… lo hace muy característico y creo que no es un estratega sino alguien que sabe jugar bien las cartas de la coyuntura...
Y esa falta de estrategia y visión a largo plazo, de previsión, creo que podría ser subsanada por la coyuntura que le ha tocado vivir, de pandemia, una guerra, y todo lo que pasó.
Cita a un autor que creó cinco categorías de liderazgo. ¿En cuales encajan Sánchez y Feijóo?
Las categorizaciones así no me gustan mucho… pero una de las cosas que me gusta señalar es que el liderazgo siempre emerge de la legitimidad de la base y la jefatura emerge del poder de la élite. Esto es lo que los diferencia.
A Sánchez la élite de su partido lo echó y él volvió de la mano de las bases, y en cambio a Casado lo eligieron las bases pero fue defenestrado para que la élite elija a Feijóo. Por eso considero que no tienen el mismo poder. Sánchez puede tomar las decisiones que toma porque sabe que las bases están con él, mientras que Feijóo está atado de pies y manos.
Algo de lo que se suele hablar poco es con qué herramientas los líderes toman decisiones. En América es más extendido el uso de los estudios de «focus group». ¿Y en el Estado español?
Se utilizan más de lo que creemos, pero aquí estamos muy limitados por la capacidad de gasto. En los países donde demoscópicamente son más potentes es donde no están limitados de gasto. El mailing y la publicidad de campaña implica mucho dinero. Para hacer un focus group con cara y ojos necesitas mínimamente cinco grupos.
En una autonomía la potencia de la profesión está muy condicionada, porque no se pueden pagar los gurúes. En las generales, el PP y el PSOE dicen haber gastado entre 2 y 3 millones de euros. No puedes pagar al consultor un tercio de eso. Este tipo de estudios se hacen más en las generales y un poco en las autonómicas, mucho menos en las locales. Si lo haces y te sale un indicador de peligrosidad sobre un tema que en las encuestas cuantitativas no te salía, ¿qué haces? Me ha pasado a mí que uno me decía lo que el otro estudio no, o viceversa, y por no tener más dinero de campaña hemos tirado de intuición y experiencia. El peor adversario de un consultor no son sus enemigos, sino sus propios prejuicios.
¿Cómo está el momento de las mujeres en el liderazgo?
Mal, mal... A ver, obviamente está mejor que antes, soy una tipa optimista en general. Pero no está en donde debería estar. Estaba leyendo a Virginia Wolff y ella hablaba de dónde estaría la mujer en cien años, y no es cierto. No estamos donde tendríamos que estar, donde Virginia Wolff nos pensaba.
En España tenemos igualdad legal pero no hay igualdad material efectiva, estamos incorporadas al 99% de los ámbitos laborales, sí, hay cirujanas, juezas, camioneras, pero el poder se nos resiste. No es normal que en la clase de periodismo el 70% sean mujeres y luego de directores de diario haya dos. No responde al cuerpo laboral. Ya no hablemos en las universidades. ¿Cuántas rectoras hay? En los niveles de poder estamos muy lejos.
Euskal Herria tiene un microcosmos político particular, distinto al ruido áspero de Madrid y la pelea eterna catalana. ¿Cómo ve los liderazgos vascos?
Creo que lo que se demanda en la política vasca, seguramente muy condicionada por su historia, no tiene nada que ver con lo que se pide en un liderazgo madrileño. El liderazgo está íntimamente relacionado con las bases. Euskadi ha vivido durante muchísimo tiempo el dolor de una política traumada por la violencia. La gente lo que quiere es paz y los liderazgos que emergen son de paz, que no buscan la confrontación a cualquier precio, que buscan la concordia, que dan a sus seguidores lo que buscan: sosiego. Es una grandísima noticia. Si en los años 70 alguien hubiera dicho que en 2024 Euskadi sería el elemento más sosegado de la política española, le hubieran dicho «sí hombre, vamos».
«Hay cirujanas, juezas, camioneras, pero el poder se nos resiste. No es normal que en la clase de periodismo el 70% sean mujeres y luego de directores de diario haya dos»
¿A quién admira de su profesión? El donostiarra Iván Redondo se perfila como el consultor número uno en este momento, ¿no?
Yo te diría… Iván Redondo, Antoni Gutiérrez Rubí, Cesar Calderón...son personas importantes que están ahí. Ahora mismo hay emergencia de mujeres que también son referentes en la comunicación política, como María José Canel. No le rehuyo a la polémica, y debo decir que creo que uno de los principales spin doctor, a pesar de ciertos modos de hacer que yo no comparto, creo que es Miguel Angel Rodríguez [hoy jefe de gabinete de Díaz Ayuso], un referente en la profesión, fue un pionero. También hay uno vasco que me encanta, Aner Ansorena, es de la nueva cuña. Es una profesión que todavía está tierna. Necesitamos que haya muchos consultores completamente diferentes.