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Ataques masivos contra Líbano: el regreso más temido

Desde el sabotaje a los dispositivos de comunicación de Hizbulah, había una contraofensiva del movimiento chií. Tel Aviv cumplió con su objetivo de regionalizar el conflicto y sus ataques se cobran centenares de vidas y de heridos. La pregunta es qué tan extenso y profundo será este conflicto.

Columnas de humo en el sur de Líbano tras los ataques de hoy de Israel. (EUROPA PRESS)

Finalizando este artículo a las 15.00, nuevamente los aviones israelíes atacan Dahye en el suburbio de Beirut. Mientras tanto, las escenas son idénticas a la Guerra de los 34 días que cubrimos en 2006, como si las líneas del tiempo se unieran y generaran las mismas imágenes.

Centenares de vehículos están atrapados en la carretera Zahrani-Nabatieh, que une el sur del país con Beirut, y se atestan en el mismo sentido y con la misma intención: salvar sus vidas de los mortíferos ataques aéreos israelíes que comenzaron el lunes y continúan en este martes sobre las ciudades de Tiro, Sidón, Nabathie y el Valle de la Beeka.

Este desplazamiento masivo se inicia ayer cuando se comenzaron los ataques masivos y que hoy continúan impiadosamente en zonas residenciales y contra la población civil.

Paradójicamente, e igual que en 2006, el Ejército israelí «avisa» a los residentes libaneses que sus aldeas serán atacadas. Lo hacen a través de mensajes a sus teléfonos móviles o folletos escritos en árabe, en los que les insta a abandonar sus hogares antes de los ataques «por su seguridad y protección».

Un procedimiento que no utilizaron durante dos jornadas consecutivas, cuando en forma coordinada y simultánea, estallaron primero buscapersonas o beepers y al día siguiente walkie-talkies.

Por ese aviso y por lo que se estimaba por lógica, las cifras de familias libanesas que abandonaron sus hogares ascienden a miles y el número crece minuto a minuto. Pero hace por lo menos once meses que había familias del sur que ya estaban buscando casas en el norte del país.

Los que sucede, se preveía con suma antelación: los ataques de Hizbulah a Israel en apoyo a los gazatíes, iban a tener retorno. Y lo tienen –y como siempre– sin proporción porque se ataca a civiles y urbes densamente pobladas.

«Estamos en guerra», me dijo hace tres semanas, Malek, un joven refugiado palestino en Irak y creí al instante que se refería a Gaza. No, él hablaba de Líbano. La guerra regional que Tel Aviv busca para cambiar el foco de atención sobre la matanza en la Franja se está cumpliendo con la expansión del conflicto y la desestabilización de la región.

La Operación Flechas del Norte inició y empieza a desgarrar nuevamente a la otrora «París de Medio Oriente», al que han destruido intencionalmente. Este país es anhelado hace muchos años por sus vecinos.

Huida hacia Siria

Mientras tanto los beirutíes escapan hacia las montañas o por la frontera hacia Siria, donde el presidente Bashar Al-Assad emitió la orden para facilitar el movimiento y los procedimientos a los ciudadanos libaneses que llegan al país transfronterizo.

«Alahu Akbar, Alahu Akbar (Dios es grande)» repetía esta mañana un taxista libanés enfáticamente, mientras trasladaba a una familia cuyo destino es la mítica ciudad de Homs, al norte de Siria. De pronto, su ira se convirtió en lágrimas. Él ha sido testigo de demasiadas guerras, por eso es imperativo traspasar la frontera buscando refugio de la creciente ofensiva militar israelí.

Desde horas tempranas de la mañana, el puesto fronterizo de inmigración de Arida –situado en la carretera costera internacional entre Tartus y Trípoli, en el norte del país- se convirtió en unos de los pasos obligados para la evacuación. Decenas de vehículos de distintas marcas y modelos traspasaron los puestos de control y angustiados desplazados forzosos gestionaban sus visas con las autoridades migratorias sirias.

No hay diferencia durante la desesperación en una guerra. Un vetusto vehículo Renault atestado con una numerosa familia, competía con una lujosa y flamante camioneta GMC para lograr el cruce tan anhelado. Mientras la angustia reinaba en esas mujeres y hombres, centenares de extranjeros abandonan el país amparados por fuertes operativos de seguridad implementados por sus respectivos gobiernos.

Las horas de espera para lograr traspasar la línea siria pueden ser agotadoras porque el flujo de los refugiados es intenso. De tránsito inverso, una ambulancia de la Media Luna Roja intentaba cruzar hacia este país con el objetivo de brindar ayuda a los miles de heridos.

Mientras el trabajo se acrecienta en la frontera siria, en el check point libanés la calma era inusual para un país bajo fuego. Amables y acicalados funcionarios militares recibían con cordialidad a los taxistas locales que estaban trasladando a sus compatriotas fuera del territorio en peligro.

En la capital la expectativa se centra en los lugares que pueden ser hostigados nuevamente. En el día de ayer el suburbio de Dahye –en el extrarradio de la capital– fue protagonista de un nuevo ataque aéreo dirigido contra un alto mando de Hizbulah. Ali Karaki, que es el jefe del llamado Frente Sur, resultó ileso del cuarto bombardeo israelí sobre Beirut que generó decenas de víctimas fatales y centenares de heridos en la capital.

Frente a esta alerta humanitaria este martes se han abierto las puertas de escuelas y albergues para resguardar a los civiles desplazados.

Movimiento de combatientes en Irán

Por su parte, Irán ha comenzado a trasladar unos 45.000 combatientes a la frontera con Siria, teniendo en cuenta que el misil Fadi-1 utilizado el martes por Hizbulah son fabricados por la república árabe y al igual que en todas las guerras anteriores, los depósitos de munición sirios están abiertos sin restricciones.

Esta buscada, ansiada y provocada guerra en Líbano se inicia, mientras sigue el genocidio en Gaza. Puede expandirse aún más, tal como lo desea Tel Aviv, aun desconociendo los «consejos» de Washington, su mejor aliado en estas lides.