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C. Tangana: «No me define la música, como músico no valgo un duro, quiero escribir y dirigir»

Antón Álvarez (C. Tangana) se estrena en el cine con una obra en torno a Yerai Cortés. Parece que ha llegado para quedarse. Quiere nadar en aguas nuevas. Acompañado por el propio guitarrista flamenco y el músico Harto Rodríguez, contó la experiencia de su ópera prima al público.

C. Tangana, el día de inauguración de Zinemaldia. (Raúl Terrel | EUROPA PRESS)

Tabakalera acogió, en la sección Conversaciones, una charla protagonizada por Antón Álvarez (C. Tangana), Yerai Cortés y Harto Rodríguez. El documental ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’ se estrenó el pasado viernes, el día de inauguración de Zinemaldia y compite en la sección New Directors de Zinemaldia.

Tras la proyección, C. Tangana entró enfundado en unas gafas negras a la sala de cine, junto a sus dos compañeros. «¿Os ha gustado?», preguntó a los espectadores. «¡Mucho!», le respondieron estos. «Ah, qué bien», dijo. Fue su manera espontánea de romper el hielo ante la audiencia. Era el momento de desgranar algunas cuestiones en torno a la producción.

La película se adentra en el entorno íntimo de Cortés. C. Tangana lleva al cine a Yerai Cortés y a su familia. Es especial que sea un artista consagrado quien se interese por una figura menos conocida. La música, en realidad, es el hilo conductor de una película que se adentra en la familia. Álvarez quiere saber cómo es el entorno más cercano de Cortés, saber de dónde ha salido un artista como él. Quiere investigar sus raíces gitanas. Y el documental termina girando en torno a un secreto familiar que tiene que ser contado. Una herida sin cicatrizar. «Es tanto lo que me callo que no paro de morderme y tengo los labios hechos cachos», dice la letra de Cortés en su canción.

En la película se escucha en la voz de Remedios Amaya, que actúa en el rodaje con Farruquito. Fue precisamente este secreto lo que impulsó a Álvarez a adentrarse en el proyecto, ya que no tenía intención alguna de realizar un filme sobre un artista.

El álbum ‘El Madrileño’ consagró al rapero, considerado como una de las figuras más innovadoras de la escena artística actual. Cabe esperar que tras este documental vendrán más producciones cinematográficas. Así lo reconoció ayer: «No me define ser músico. Como músico no valgo un duro. No es que de repente tenga una crisis de identidad, es algo constante y trataré de que me siga pasando. Creo en la responsabilidad como artista de hacer algo que merezca la pena. Quiero escribir, hacer un guion para poder dirigir y ser otras cosas que no sea ser rapero, músico o director».

A lo largo de hora y media, el espectador escucha temas compuestos por C. Tangana, Yerai Cortés y Harto Rodríguez. Yerai Cortés, María Merino de Paz, Miguel Cortés y Tania García interpretan la música. 

Yerai Cortés nace el 24 de mayo del 1995 en tierras alicantinas. Fue su padre Miguel quien le inculcó su pasión por el flamenco. Él le enseñó a tocar la guitarra. Y fue su madre, hizo lo propio con la música. Se traslada a Madrid y allí comienza su trayectoria trabajando en los mejores tablaos flamencos de la ciudad y actúa en diversas ciudades del Estado español. 

A lo largo de su trayectoria ha acompañado a artistas como La negra, La Tana, Richard Bona, Alfonso Losa, Manuel Liñan, Chuchito Valdés y Javier Colina, entre otros.

La familia Cortés

El espectador es testigo de la relación del guitarrista con sus padres. Estos, separados hace años, no tienen relación entre ellos. Los tres miembros de la familia se desnudan ante la cámara.

«Es difícil hablar de lo íntimo. Siempre nos han dicho que nos protejamos con un escudo. Lo de la película ha sido algo natural, me ha nacido. En mi casa en mi adolescencia tenía problemas en mi casa, he intentado que mis padres parasen, lo que ocurría entre ellos no me estaba haciendo bien. Sentía que había gastado todos los cartuchos que tenía. Claro, entonces yo tenía 17 o 18 años. Al empezar la película tenía 28 años, tengo otra perspectiva y otra vivencia. En ningún momento he sentido que mostraba algo que no debía. Soy músico, escribo canciones, la vida me ha regalado tener al lado a este hombre –señalaba a Álvarez–, hacer la película ha sido mi último cartucho. Qué bonito es contar las cosas y qué bonito preguntárselas». Aplausos del público.

El filme también retrata en segundo plano, a la comunidad gitana.

Testimonios de personas allegadas en entrevistas realizadas por Álvarez –por momentos muy íntimos y duros– se intercalan con canciones interpretadas ex profeso para el documental, algunas de ellas en la calle, donde se reúnen los vecinos y familiares, y con imágenes de videoclips

Orgánico

Han querido que el documental se hiciese de una manera orgánica. «Ya venía de incluir lo orgánico en mis trabajos. Lo de alinearnos por los ritmos urbanos ha sido básicamente para hacer dinero», afirmó, provocando la risa de los asistentes. «Sentía que la música estaba supermuerta y esto me ha dado otra visión gracias a Yerai», incidió.

«Pensar en una narrativa e incluir imágenes ha hecho que el orden previsto de las canciones varíe. No se sabe si yo he compuesto para la película o al revés. Hemos encontrado cosas en el camino. La película ha hecho el disco y viceversa. Podía haber tocado mejor algún tema, pero no de igual manera. Es mejor integrar en la película los posibles errores. Escuchábamos pajarillos o pasaban coches e incluíamos todo en el sonido», contó Cortés.

«Este hombre, Harto, que es un genio, ha tenido que limpiar esa suciedad, pero dejando suciedad natural y humana. Es un gran trabajo, va muy de la mano de lo que hemos hecho», ha alabado Cortés la labor de Rodríguez. «Se ha sufrido, pero se ha conseguido, esa era la apuesta», reconoció Harto. ¿Surgieron antes las imágenes o la música? «La estructura de casi todas las canciones ya estaban hechas. Digamos que a partir de la película se escribió la letra, se hizo partícipes a cantantes y bailaores. Se incluyeron cosas provocadas por el documental. Al principio la intención era que fuese mucho más musical, al final ha quedado muy narrativa. Pero creo que este equilibrio está bien. Para quien no sea muy fan del flamenco está bien, no le abruma», explicó Álvarez.

Transformación

«Esto va a cambiar, los videoclips serán más aburridas y ver a gente en directo la gente lo va a valorar más. Buscas contacto directo con lo que sucede, no importa si das bien en cámara. A mí me ha cambiado», indicó.

«Me ha cambiado tanto... si grabo un piano pongo un micrófono en el suelo para grabar los pies. El sonido limpio me resulta muy aburrido», dijo, por su parte, confesó Harto. La madre de Yerai, María, le pide que deje de grabar su testimonio en un momento dado.

Álvarez acepta su petición. «He sentido responsabilidad moral sobre lo que hacía, más que nunca. Hasta ahora no había sido así. Te haces amigo de los padres de Yerai, María y Miguel, y te preocupas de cómo los verán los demás. Incluso si tengo que manipular la realidad para que queden bien, yo lo hago».

En el caso de Cortés, el proyecto parte de una necesidad vital. «Yo tenía muchas ganas y mucha necesidad de hacer explícitas mis inquietudes». Ha sentido responsabilidad por sus progenitores. «Sé que lo hacen por mí, pero no tienen conciencia de a dónde va a llegar esto. Ha sido superfácil hacerlo con Pucho (Álvarez). Tenía claro que si me metía en este charco era solamente para que las cosas se quedaran como estaban o mejorasen por cien», dijo.  

A Cortés le ha perseguido la cámara durante tres años. «Yo pensaba que ante la cámara te proteges a ti mismo, dices alguna mentirijilla. Pero lo más difícil es mentir. Tu cuerpo y tu mente van a contarlo todo. He conocido mejor a mis padres gracias a la película. Me ha ocurrido lo mismo cuando me he visto a mí mismo desde la distancia… Sentirme grabado ha sido un regalo». La búsqueda de la identidad es el tema central del proyecto. «Yo me he preguntado si soy director. Lo único que me preocupaba eran cuáles son las emociones de Yerai al escribirlo. Me es igual si es fandango... me llega. Tiene un pie en un mundo y otro en otro, entre los gitanos y entre los payos. En lo artístico, ¿cómo puede hacer música para Farruquito o para Rocío Molina? Conozco poca gente que pueda hacerlo».

«Es un impulso, son unas ganas. La cuestión de la identidad siempre está ahí. Una persona como yo, que vengo de un mundo muy gitano y llega a un mundo contemporáneo... Notas que te quieren en ambos mundos. ¿Será que yo me estoy haciendo querer en cada mundo? Es muy difícil decir quién somos. Estoy en la búsqueda», confesó Yerai Cortés al término de la conversación de Tabakalera.