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Un gigante político que rozó la independencia, muchas luces e importantes sombras

No sé si lo que más le gustaba, pero Alex Salmond murió haciendo lo que mejor sabía, hablar delante de la gente. El político escocés falleció tras ofrecer un discurso en Macedonia del Norte, poniendo fin a una vida marcada por el referéndum escocés, imposible sin su figura.

Alex Salmond ha muerto, a los 69 años, tras ofrecer un discurso en Macedonia del Norte. (Andrew MILLIGAN | Europa Press)

Alex Salmond ha sido lo más parecido que he conocido al protagonista de una buena serie política. Una bestia en el cara a cara, una ambición ilimitada que llevó a un país como Escocia a rozar la independencia y 14 denuncias de agresiones sexuales por las que fue absuelto o declarado «no culpable».

A finales de 2013 pude presenciar por primera vez en directo una rueda de prensa de Salmond. Era en el Centro Internacional de Conferencias de Edimburgo y el SNP y el movimiento Yes Scotland detallaban su programa económico para una Escocia independiente. El líder independentista jugaba en casa, pues bien se graduó en Economía e Historia en la Universidad de Saint Andrew's y antes de liderar al partido ya había trabajado como economista en el Departamento del Gobierno británico de Pesca y Agricultura para Escocia.

Más allá de la exposición, Salmond transmitía carisma. Reconocía por nombre, apellidos y medio de comunicación a todos los periodistas presentes, a excepción del debutante (algo que no volvería a suceder), y conversaba con todos ellos como quien está echando una pinta de Tennent's en un pub de la ciudad.

El movimiento Yes Scotland tuvo unos ingenieros espectaculares. Confeccionaron una campaña que llevó al independentismo en, apenas un año, de tener un 20% en las encuestas a rozar el empate en vísperas del referéndum. Y es que aquella sala de máquinas tenían un delantero terrible. Un killer. Hoy habría sido un buen día para preguntar a su oponente, el portavoz de Better Together, Alistair Darling, que falleció a finales del año pasado, sobre la figura de Salmond.

Cada debate televisado era una exhibición del político de Linlithgow, nacido a apenas 45 minutos al oeste de Edimburgo. En el cara a cara era temible. Uno de esos personajes televisivos que da la vuelta a la trama en el momento más inesperado. Y a punto estuvo de voltear la historia de Escocia.

Salmond dirigió al SNP en dos épocas entre 1990 y 2014 y el Gobierno de Edimburgo entre 2007 y 2014. En 2007 se convirtió en el primer nacionalista en ganar las elecciones autonómicas escocesas. Gobernó en minoría y lo supo aprovechar. Se presentó a las elecciones de 2011 con la promesa de organizar un referéndum de independencia si lograba la mayoría absoluta en un sistema electoral diseñado para evitarlas. Lo logró y el entonces premier británico David Cameron acordó convocar la consulta popular.

Dimisión y denuncias por abusos

Aquel 18 de septiembre de 2014, Salmond votó en Strichen, al este del país, donde residía. «Es una oportunidad en la vida», dijo en una frase que la hemeroteca unionista ha guardado con cariño para no dar una segunda oportunidad al independentismo escocés.

Al día siguiente presentó su dimisión como ministro principal y líder del SNP. Bajo su alargada sombra creció Nicola Sturgeon, brazo derecho durante aquellos años y enemiga íntima en estos últimos.

Tras hacerse a un lado en Escocia, quiso mantener la llama independentista viva haciéndose en 2015 con un asiento en la Cámara de los Comunes de Londres, escaño que perdería dos años más tarde.

En 2019 fue detenido acusado de 14 delitos sexuales contra nueve mujeres cuando era ministro principal, de los que fue absuelto en marzo de 2020, en un proceso marcado por las deficiencias en la gestión de las denuncias por parte de la Administración de Sturgeon y que ha dejado una alargada sombra en la figura de ambos y del SNP.

De hecho, Salmond en sus últimos años buscó su propio proyecto. Abrió su programa en Russia Today en 2017 y lo mantuvo hasta 2022. En 2021 creó la formación independentista Alba, a la que arrastró a varios nombres importantes del SNP. Sin embargo, no ha tenido el mismo tirón entre los votantes. De puertas para afuera, su discurso siempre había sido el de apretar y colaborar con su antigua formación en busca de un segundo referéndum. Si bien había previsto antes que nadie la caída que el SNP tuvo en las últimas elecciones, y se mostraba confiado en que su nueva formación podía ocupar ese espacio político.

Se va una figura sin la que es imposible entender lo qué es Escocia. Un país que hace tres décadas no tenía su propio parlamento, que hace 10 años tuvo en sus manos dibujar su propio mapa y que ahora busca recomponerse, algo en lo que la muerte de Alex Salmond no ayudará.