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Entrevue
Claudia Victoria Poblete
Nieta recuperada y miembro de Abuelas de Plaza de Mayo

«La verdad sana, les estamos esperando en Abuelas»

El 7 de febrero de 2000, la Justicia restituyó su identidad a Claudia Victoria Poblete Hlaczik, quien tras ser secuestrada junto a su madre el 28 de noviembre 1978 fue apropiada por el ex teniente coronel Ceferino Landa y su esposa. Forma parte de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo.

Claudia Victoria Poblete, nieta recuperada y miembro de la dirección de Abuelas de Plaza de Mayo. (NAIZ)

Hasta el 7 de febrero de 2000, Claudia Victoria Poblete se llamó Mercedes Landa Moreira y celebró su cumpleaños cada 13 de junio. Ese día, gracias a las pruebas de ADN, supo su verdadera identidad. Sus padres no eran Ceferino Landa, exintegrante de la estructura de Inteligencia del Ejército, y su esposa, Mercedes Beatriz Moreira, sino Marta Gertrudis Hlaczik y José Liborio Poblete, ambos desaparecidos. Y su nombre real era Claudia.

Supo también que el 28 de noviembre de 1978, con ocho meses, había sido secuestrada junto a su madre y que ese día también se llevaron a su padre. Los tres estuvieron en el centro clandestino de detención El Olimpo.

En entrevista telefónica con NAIZ, Poblete aborda cómo afrontó la recuperación de su identidad y cómo fue creando vínculos con su abuela y demás familiares, y con Abuelas como institución. Como otros nietos restituidos, forma parte de su comisión directiva. Desde ese lugar denuncia la actitud y decisiones del Gobierno de Javier Milei, y advierte de que «si Argentina sigue por este camino, estará incumpliendo tratados internacionales».

¿Cómo vivió ese 7 de febrero en que todos sus cimientos se desmoronaron?

Si bien no había pensado en la posibilidad de ser hija de desaparecidos, sí sabía que las personas que hasta ese momento habían sido mi papá y mi mamá no lo podían ser por una cuestión de edad. Cuando yo tenía 20 ellos tenían casi 70 años.

El mayor shock fue enterarme de que era hija de desaparecidos porque, para mí, todo eso era mentira. Fui criada en esa visión que ahora expresa parte del Gobierno, es decir, que las cosas que decían las Madres de la Plaza de Mayo eran mentira, que no fue una dictadura, sino un proceso de reorganización nacional, que esas «viejas locas» eran responsables de lo que les había pasado a sus hijos, que lo hacían por venganza…

Cuando me restituyen mi identidad no solo me entero de que mis padres estaban desaparecidos, sino que todo aquello que me habían dicho era mentira.

Por un lado, sentía mucha preocupación por esas personas que hasta ese momento pensé que eran mis padres y, por otro, fui pensando que no me iba a creer nada de lo que me iban a decir, pero cuando me dieron el resultado del ADN y vi mi foto de bebé junto a mi mamá y papá, me di cuenta de que era cierto. Darte cuenta de que las personas en las que confiabas son unos criminales produce angustia y tristeza.

En su caso, ¿cómo fue forjando el vínculo con Abuelas?

No fue algo inmediato, pasaron muchos años. Poco a poco y con mucha paciencia por parte de mi familia fui creando un vínculo con ellos, conociendo a mi abuela Buscarita, a mi abuelo Gustavo, a mis tíos, la historia y lucha de mis papás...

En ese recorrido, el punto de inflexión fue mi maternidad en el año 2008. Cuando nació mi primera hija me di cuenta de lo que significa la apropiación. Más allá de haber aceptado mi verdadera identidad, seguía manteniendo un vínculo afectivo con mis apropiadores.

«Esta gente está aprovechando estas posturas del Gobierno nacional para lograr la impunidad»

Pero en ese momento comprendí realmente la responsabilidad que tenían y qué significa mentirle a un niño todos los días. Salir de esa dualidad en la que vivía me ayudó a afianzar la relación con Abuelas como institución y a sentir la necesidad de querer ayudar a otros a recuperar su identidad.

Al principio participaba dando testimonio, yendo a las escuelas y así me fui involucrando más hasta que me invitaron a formar parte de la Comisión Directiva. Es una tarea, como la que han hecho ellas, de profundo amor.

Según el cálculo hecho por las Abuelas, para sostener una apropiación se necesita el silencio de unas cien personas. A día de hoy esos silencios se mantienen, aún faltan 300 nietos y nietas por encontrar.

Exacto. La apropiación es un crimen que se sostiene gracias al silencio, a los secretos familiares, a esas cosas que ni se preguntan ni se comentan. Hay muchas cosas que romper.

Por suerte, siempre hay personas que se sienten movilizadas por la lucha de las Abuelas, desde donde no solo apelamos a las personas que pueden tener dudas sobre su identidad, sino también a este promedio de cien personas que saben que ahí hay algo raro.

Les pedimos que vengan, que nos den información, aunque sea de manera anónima para que podamos investigar y llegar a esos nietos y nietas que no se animan a dar el paso.

«Estar en la Comisión Directiva de Abuelas es una forma de agradecimiento y de compromiso con la institución que nos permitió conocer nuestra identidad»

A mí, de hecho, me encontraron por una denuncia, alguien se acercó a Abuelas y dio información sobre el matrimonio que me tenía. Estos nietos y nietas pueden estar en cualquier parte del mundo. Son personas entre 41 y 49 años, pueden haber emigrado por diferentes razones. Una de las nietas la encontramos en València, otra en Países Bajos, otro en Estados Unidos.

Los discursos negacionistas de su infancia, con matices, están cobrando fuerza y provienen incluso desde el mismo Gobierno. ¿Cómo los afrontan desde Abuelas?

En estos 47 años se ha trabajado mucho desde los organismos de derechos humanos, incluso desde el Estado. Durante muchos años, Argentina hizo un proceso ejemplar de justicia, verdad y memoria.

Ver esa construcción amenazada por personas que repiten discursos antiguos sin base alguna y que son repetidos por una generación que nació en democracia, y cuyos padres posiblemente también nacieron en democracia, y no tienen un registro de la dictadura produce desazón y la sensación de que ninguna batalla está del todo ganada.

Hay que estar todo el tiempo levantando las banderas e interpelando a las nuevas generaciones. Es un desafío enorme. Desde que asumió el Gobierno de Milei todo el tiempo estamos siendo marcados como enemigos, y eso dificulta mucho llegar a esas personas que pueden saber algo.

Si se atacan las políticas de memoria, se atacan las posibilidades de que las Abuelas encuentren a sus nietos y nietas.

Gracias a la lucha de Abuelas se logró el índice de abuelidad y el Banco de Datos Genéticos. Argentina también es un ejemplo mundial en la búsqueda de desaparecidos con el Equipo Argentino de Antropología Forense. Pero estos logros peligran con las políticas actuales de Milei.

Todos los Gobiernos democráticos han sostenido las políticas de memoria, incluso Gobiernos no tan amigables como el de Mauricio Macri. Hace poco, vía decreto, desarmaron dentro de la Conadi una unidad especializada en investigar las denuncias sobre el robo de niños durante la dictadura, lo que evita que se judicialicen un montón de casos que terminan no siendo y ralentizan el proceso judicial.

Ha sido un golpe fuerte porque supone un retroceso enorme. Es la primera vez en democracia que un Gobierno toma este tipo de decisiones. Si Argentina sigue por este camino, estará incumpliendo tratados internacionales.

Es la primera vez también que diputados visitan en prisión a represores condenados por violaciones de derechos humanos. Entre ellos Alfredo Astiz, exmarino de la ESMA.

Lo hemos vivido con profundo estupor. Es gravísimo que esto haya sucedido en un marco institucional, que fuera aprobado y preparado desde el Congreso de la Nación y desde el Ministerio de Defensa y Seguridad, que les propició la entrada al penal y que, incluso, preparó esa recepción.

Esta gente está aprovechando estas posturas del Gobierno nacional para lograr la impunidad. Esperamos que haya una sanción ejemplar a las personas que organizaron esto.

Lo que en cierta manera nos consuela es que es un tema que no han podido pasar por debajo de la alfombra; sigue causando ruido político. Aún hay ciertos valores y límites que se mantienen y que estamos intentando preservar.

Por una cuestión biológica las abuelas están falleciendo. Nietos y nietas son la continuidad de su legado. ¿Cómo sobrellevan esta responsabilidad desde la institución?

Por un lado, agradecimiento a las Abuelas que hace ya más de 15 años empezaron a incorporar a nietos y nietas a la Comisión Directiva porque se daban cuenta de que iba ser necesario hacer un relevo generacional. Siempre han tenido una capacidad muy grande de proyectarse hacia el futuro. Estar en la comisión directiva es una forma de agradecimiento y de compromiso con la institución que nos permitió conocer nuestra identidad.

«Es la primera vez en democracia que un Gobierno toma este tipo de decisiones. Si Argentina sigue por este camino, estará incumpliendo tratados internacionales»

También hay hijos de desaparecidos que buscan a sus hermanos o hermanas nacidos en cautiverio. Estamos tratando de aprender de las Abuelas y de darles la tranquilidad de que esto va a continuar, de que vamos a seguir trabajando hasta encontrar a todos los que faltan.

Sabemos lo que significa conocer la verdad y hasta que no recuperamos nuestra identidad, nuestros hijos e hijas también están sufriendo una violación de su derecho a la identidad.

Aparte de la búsqueda, Abuelas tiene un equipo de profesionales que se dedican a la investigación y a la difusión, abogados que continúan las causas judiciales, hay un área de presentación espontánea que recibe a quienes tienen dudas sobre su identidad.

Hoy por hoy, debido a la dificultad de financiamiento que tenemos estamos trabajando para poder mantener estos puestos de trabajo que sostienen el trabajo de Abuelas.

«Aunque parezca que no tiene sentido porque ya somos adultos, les diría que tiene mucho sentido enfrentarse a esas dudas y poner el cuerpo para resolverlas»

Por eso, tenemos abierta una campaña de donantes tanto en Argentina como en el exterior.

Cuando estaban en plena dictadura, las Abuelas se fueron al exterior en busca de apoyo y lo lograron. Ahora no estamos en dictadura, pero necesitamos el apoyo del exterior para que este Gobierno se vea limitado y no pueda hacer todo lo que ansía hacer.

¿Qué mensaje trasladaría a quien tenga dudas sobre su identidad?

Que se anime. Que supere el miedo, la culpa. Lo que le espera es el alivio de la verdad. Uno no puede tomar decisiones libres si es víctima de un ocultamiento y de una mentira de este tamaño. A los que tienen hijos e hijas también les diría que no les dejen este despelote; resuélvanlo ustedes que tienen las herramientas.

Aunque parezca que no tiene sentido porque ya somos adultos, les diría que tiene mucho sentido enfrentarse a esas dudas y poner el cuerpo para resolverlas. La verdad sana.

Nosotros estamos esperándolos en Abuelas, donde se trabaja con muchísimo respeto. A nadie se le obliga nada. Solo se devuelve el derecho a la identidad y, después, las decisiones las toma cada uno en los tiempos que puede. Yo no lo cambiaría por nada pese a lo difícil que fue.