«Hoy en día, el centro mundial del ‘malismo’ es Tel Aviv»
Mauro Entrialgo (Gasteiz, 1965), como buen humorista, nos pone frente a los síntomas de un fenómeno que, seguro, a todos nos suena, nos preocupa y a veces nos cabrea. En su ensayo ‘Malismo. La ostentación del mal como propaganda’ (Capitán Swing), entre risas, le pone nombre... y da muchos nombres.
Lo reconoce, entre risas. Ahora, no ve más que ‘malismos’ por todos lados: las protestas, con participación de concejales del PP, contra las cenas en el barrio de Egia, es malismo; el exabrupto de la ministra de Vivienda Isabel Rodríguez contra Jone Belarra la semana pasada, malismo, pero, enfatiza, el ‘eje’ del mal en este momento está en Tel Aviv. El humorista gráfico gasteiztarra residente en Madrid y de larga carrera –‘TMEO’, ‘El Jueves’ y un montón de medios– recaló en la tienda Joker de Bilbo, en la intensa gira promocional de su último libro, un ensayo que hace pensar, reir... aunque la risa se convierta en rictus a veces. Por cierto, ha decidido ‘matar’ a Herminio Bolaextra en su próximo cómic, para no dar pábulo a ‘cayetanos’, admiradores del personaje.
¿Qué es el malismo? Tendremos que definirlo.
La definición corta es: la ostentación del mal como propaganda. Tengo una definición más larga, pero, para que nos entendamos, es hacerse el malo o presumir de acciones malvadas o pensamientos malvados con la finalidad de obtener un beneficio, que puede ser electoral, en política, o puede ser comercial, publicitario o económico, porque mucha gente gana dinero de muchas maneras con el malismo.
Arranca el libro con Begoña Villacís, en 2022, posando ante las chavolas que van a derruir y, antes, en 2012 con la también pepera Andrea Fabra y su exabrupto en el Congreso. ¿Ahí empieza el malismo, no había antes?
He escrito el libro de una forma rara; no teniendo la teoría y luego buscando los ejemplos que me cubrieran, sino al contrario: yo había estado apuntando cosas que veía, pero no sabía exactamente de qué. Entonces hay un momento que decido que tiene una unión y una continuidad llamar a tu bar El Sinvergüenza o decir ‘Me gusta la fruta’. Es algo que todos estamos viendo, pero que no somos del todo conscientes de que tiene una unidad. El caso de Fabra lo puse porque para mí es la primera aparición del malismo en una esfera pública; en concreto, en el Congreso.
Yo lo llamo ‘protomalismo’, porque todavía no está producido a propósito. Ella no lo ha hecho con la intención de conseguir un beneficio, pero ya se intuye la senda que se nos abre, porque tampoco recibe ninguna penalización. Ella da una pequeña explicación chorra: ‘No me dirigía a los parados, sino a la bancada socialista’. A final de año, en la cena de Navidad, su propio partido le entrega un premio que tienen los huevos de llamarle Emilio Castelar, un premio a algo así como la persona que es capaz de decir lo que piensa. Y eso ya indica un poco por dónde va a ir lo del malismo, porque una de las razones para que se premie a aquellas personas que chulean con actos malvados suelen ser: ‘Oye, pero es que dice lo que piensa’. Y dices, pues lo que piensan todos estos es una simple sinvergonzonería.
A veces parece un poco naif, la verdad.
A ver, hay muchos tipos de malismo, pero hay lemas como el ‘Que te vote Txapote’ o ‘Me gusta la fruta’ que aparentemente son naif, pero que lo que consiguieron fue ganar unas elecciones municipales evitando el debate público sobre la gestión de las poblaciones y desplazándolo a que si le vamos a cantar con la música de The White Stripes o cuántas veces ha aparecido en una capea o en una visita del Papa.
«Al que se graba haciendo crímenes de guerra, de momento no le está pasando nada, pero al que se graba yendo en una moto a mayor velocidad de la permitida... Se penalizan las chorradas»
Es un fenómeno que salta de las redes a los medios.
Se ve en todos los sitios: en los programas concurso en los que meten figuras de autoridad que hacen de jueces y de supuestos expertos, cuando, muchas veces, simplemente es un famoso...
Un Risto Mejide, por ejemplo.
Fue uno de los primeros. Siendo un publicista, es evidente que sí que sabía lo que estaba haciendo: fingiendo o no, humilla a los concursantes, que, en ese entorno, son personas que están por debajo de él.
Es la loa a la crueldad, como en las novatadas.
Es que las novatadas no dejan de ser un malismo. Siempre ha existido el malismo, en el colegio y las universidades era habitual, lo que pasa que se circunscribían a un círculo muy pequeño. Tu dabas una patada muy cabrona para ser como el más duro de tu clase y el más malote, pero eso no pasaba de ese círculo.
¿Ahora ha pasado a ser un fenómeno social y político?
Y comercial.
0Aquí se focaliza en Madrid y la ultraderecha, ¿pero es un fenómeno planetario?
En realidad, viene de fuera y, como siempre, aquí llega 20 años después. Nos reíamos cuando veíamos cosas en Estados Unidos y decíamos: ‘¡Pero cómo pueden engañar con estas tonterías!’. Yo no me he atrevido a decir de dónde procede y tampoco me atrevo a decir cuál es la solución a este problema, pero sí que es cierto que en las redes se han testado estas cosas a través de los trolls. Y una vez han funcionado, aquellas personas que se dedican a vender cosas, que pueden ser tanto los políticos como los publicistas, han tomado buena nota de que funciona y lo están aplicando.
Yo le veo un componente muy ‘del país’. Me suena al franquismo.
Sí, tiene sus singularidades autóctonas, pero el franquismo después de la posguerra, cuando intentaba ser visible en el exterior, recurría a los métodos tradicionales de justificación del mal. O sea, no se hacía fotos como Villacís rompiendo chabolas, pero las rompía y en el Nodo lo que salía es que se construían pisos. Sí que es verdad que en el franquismo original, Queipo de Llano usaba malismo puro y decía: ‘Os vamos a violar a todas cuando conquistemos esa ciudad’.
Esta justificación del mal ha vuelto, a lo grande.
Ha vuelto, por ejemplo, en la propaganda sionista interna, no en la externa, porque es sectaria y a los de fuera siempre nos dicen justificaciones tradicionales del mal, como ‘no hemos sido nosotros’, ‘los bombardeamos sin querer’ e ‘igual tenían bombas debajo, todos los niños eran terroristas’. Sin embargo, la propaganda interna sionista sí que es malista abiertamente. Dice: vamos a construir chalets y, mientras tanto tienen un canal de Telegraph, en el que los soldados sionistas van contando en primera persona sus propios crímenes de guerra, como arrasar un cementerio y arrancar la memoria del pueblo palestino, solo por joder. Otros llevan cadáveres colgados del tanque... y esto es malismo puro e indica, además, un grado de impunidad terrible, porque el que graba sus propios delitos cree que no le van a pillar; si no, no lo haría.
Me han preguntado, ¿pero hay veces que, en vez de obtener un beneficio, tienen una penalización? Ya, pero normalmente es en las chorradas más gordas; o sea, al que se graba haciendo crímenes de guerra de momento no le está pasando nada, pero al que se graba yendo en una moto a mayor velocidad de la permitida...
«Los políticos lanzan malismos y cuando ven que está funcionando mal, los modulan. Elon Musk no modula. Le dices: ‘¿Has echado a 2.000 trabajadores?’ Dice: ‘Sí y mañana otros 2.000’»
Se está extendiendo, no solamente en la derecha. Eso es lo preocupante.
Mucha gente me ha preguntado que por qué meto todo datos de la ultraderecha y derecha que quiere ser ultraderecha. Yo digo que es transversal el uso del malismo, porque en redes desde las derechas, aún se dice, cada vez que habla una mujer, ‘cállate Charo’, y desde las izquierdas dicen ‘lágrimas de facha’, que son dos expresiones que sirven para evitar el debate, hacerte el malo y buscar bronca. Lo que pasa es que se mantiene en el círculo del anonimato de las redes, pero la que ha saltado al debate público de momento es la derecha y esta ultraderechización del marco la ha conseguido la ultraderecha en un 80% gracias a esta estrategia.
¿Madrid es el centro del malismo?
El centro del malismo hoy en día es Tel Aviv, sin ninguna duda. Sí que es cierto que Ayuso es uno de los personajes políticos que usa el malismo de forma pública repetidamente y ha conseguido con eso una relevancia que, por su situación, porque simplemente es una presidenta de comunidad, no tendría. Lo que suelen hacer los políticos que, por ejemplo, Elon Musk no hace de momento, es lanzarlo y cuando ven que está funcionando mal, lo modulan. Cuando Trump le de el puesto que le ha prometido, igual sí lo hará. Pero, mientras, Musk no modula nada. Le dices: ‘¿Has echado a 2.000 trabajadores?’. Dice: ‘Sí, y mañana otros 2.000’. No dice las explicaciones típicas de los empresarios de hace 20 años, de ‘estamos remodelando para reestructurar la empresa y conseguir mejores formas de trabajar para los trabajadores’. No, este dice: ‘Mañana otros 2.000, ¿qué pasa, es mi empresa?’.
Es muy interesante el capítulo dedicado a la religión y a la presencia de las iglesias ‘carismáticas’ y su relación con la derecha. También habla de los ‘nais del misterio’ y de los inventos conspiranoicos, como ahora se ha visto en Valencia. Es pura superstición, ¿como si estuviéramos volviendo a la Edad Media?
Alguien me hablaba de feudalismo. Las iglesias carismáticas se organizan de forma feudal, porque son verticales, pero no es la verticalidad que tiene la Iglesia Católica que todo llega al Papa. Porque luego tú misma te puedes independizar y también, basándose en las figuras comerciales del liberalismo, puedes montar su propia franquicia, siempre y cuando no la montes en un territorio ya conquistado. Te dejan tal territorio y entonces tú ya dices lo que te dé la gana. Aunque todas se basan principalmente en el concepto este horroroso de que la culpa de estar enfermo o no tener dinero es tuya, por no creer lo suficientemente en Cristo. ¿Y cómo demuestras que crees en Cristo? Dándole dinero al jefecillo de cada una de estas de estas taifas.
Es como cuando te dicen que el cáncer te lo has provocado tú mismo.
Por eso digo que es muy peligroso el pensamiento mágico y todas estas teorías, porque te dicen: ‘Si lo piensas muy fuerte, te curas el cáncer’. Parece una cosa inocua, porque dices: ‘Bueno, pues pobrecillo, pues así se hace fuerza e igual es placebo, ¿no?’. Pero si estás diciendo que te curas el cáncer pensándolo mucho, estás diciendo que el que no se ha curado del cáncer es que no lo ha hecho lo suficiente, con lo que es culpa suya.
El libro es circular. Empieza con Begoña Villacís y termina con ella y su hermano, que son ‘culpables’ de que ‘mate’ a Herminio Bolaextra.
Lo voy a matar. Voy a hacer un libro que se titulará ‘La muerte de Herminio’ y luego lo dejo. Bueno, son una parte de la culpa, porque sé que los creadores no tienen culpa de la interpretación que se haga de sus personajes, pero por si acaso no quiere estar dando ideas a los ‘cayetanos’ de cómo hacer el mal y no me apetece nada ser un autor favorito de un nazi, que, por cierto, que cuando estaba corrigiendo el libro en junio, fue asesinado por una banda rival narcotraficante.
¿Nos están robando el cómic y nos están robando el punk los fachas?
Empezaron con liberal, por anarco, el otro día querrían robar ‘contracultural’, diciendo que la Oreja de Van Gogh era contracultural y que Taburete son punk. Porque decían que se drogaban mucho, pero el punk no es drogarte solo, es hacértelo tú mismo, ser rebelde de verdad, no desde arriba, porque si es desde arriba, no es rebeldía ni es punk, sino que es opresión.