Macron palpa en Biarritz cuál es la agenda vasca

Ayer estuvo en Biarritz el presidente francés, Emmmanuel Macron, después de que en diciembre cancelara la visita que tenía programada a consecuencia de las movilizaciones de los «chalecos amarillos». Ha sido el primer viaje del presidente tras haber finalizado el «gran debate nacional» que teóricamente debería haber servido para responder al malestar expresado por las movilizaciones de los últimos meses, algo que no parece que haya conseguido. A pesar de ello, Macron pretende dar la impresión de que la normalidad ha vuelto, retomando para ello su agenda tras el paréntesis provocado por la revuelta de los «chalecos».

Y en esa agenda parece que el presidente francés situó la celebración de la cumbre del G7 de agosto en Biarritz como un importante hito para recuperar su crédito político. Sin embargo, esa decisión no ha sido bien recibida por la población vasca. El rechazo mostrado a esta cumbre ha sido muy amplio y desde motivaciones muy diferentes. Por un lado están los comerciantes y hosteleros que creen que la celebración de este evento puede disuadir a los turistas y temen una bajada de visitantes en plena temporada alta. Por otro, la población en general que conoce cómo estas cumbres militarizan el espacio público y recuerda que hay una reciente herida grave por un pelotazo de foam en la localidad, Lola Villabriga. Por último, las organizaciones que reivindican un cambio social y que rechazan la presencia de un grupo que simboliza como ningún otro la globalización capitalista que está destruyendo el mundo.

Y por si fuera poco, ayer los electos vascos recordaron al presidente francés que estaba en Euskal Herria y que este país tiene su propia agenda, en la que destacan la cuestión de los presos y el euskara. Si el presidente francés pretende recuperar su crédito político tal vez debería preocuparse por atender las reivindicaciones de la ciudadanía en vez de organizar grandes eventos propagandísticos.

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