Después de que la Diputación hiciera pública ayer lunes la noticia, adelantada por GARA, este martes ha comparecido el diputado de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Iñaki Errazkin, quien ha asegurado que el depósito de Osinbeltz «no producirá ni olores ni ningún tipo de suciedad», porque el Gobierno foral «se ha autoimpuesto» adoptar la regulación en materia medioambiental «más estricta, que es la alemana» y que limita la presencia de oxígeno en la materia para garantizar que no exista actividad biológica en la misma.
El Consejo de Gobierno foral debe ahora realizar la modificación del Plan Territorial Sectorial (PTS) correspondiente, y posteriormente, la redacción del proyecto y su adjudicación. Al mismo tiempo, ha indicado, se avanzará en el proceso de la licencia integrada medioambiental que debe otorgar el Gobierno de Lakua. Tras llevar a cabo todos esos pasos, la Diputación prevé que el depósito de Osinbeltz entre en funcionamiento para finales de 2015.
Iñaki Errazkin ha precisado que están «en buen camino» en la relación con entidades bancarias para la financiación del proyecto, que tendrá un coste entre los 15 o 20 millones de euros, a lo que hay que sumar el resto de infraestructuras como las plantas de compostaje o la planta de Tratamiento Mecánico Biológico (TMB) de Zubieta.
En total, ha cifrado el plan foral de residuos en un coste máximo de 140 millones, «mucho menor que el proyecto anterior con incineradora, que ascendía a 373 millones».
Convenio con el Ayuntamiento
El Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK) ha propuesto al Ayuntamiento de Zestoa la firma de un convenio por el cual, tanto la gestión del depósito como el control de la materia entrante quedaría en manos de personal contratado por el Consistorio, corriendo GHK con los gastos.
Errazkin ha insistido en que el depósito de materia inertizada «supondrá la recuperación para los zestoarras de la cantera de Osinbeltz» que, en la actualidad, «se encuentra abandonada, carece de actividad alguna, y genera un fuerte impacto paisajístico».
El depósito tendrá una vida de entre 15 y 20 años, aunque habrá que esperar posteriormente otros cinco años para su recuperación definitiva. Tras ese periodo el espacio, que habrá sido impermeabilizado para su uso como depósito de inertes, se podrá utilizar «para el esparcimiento, plantar algún bosque o habilitar infraestructuras culturales».
El diputado foral ha resaltado que la Diputación de Gipuzkoa ha optado por Zestoa para habilitar el depósito de materia inertizada ya que «dispone de una buena situación geográfica y comunicaciones, Osinbeltz es la mayor cantera abandonada del territorio y existen planteamientos en el municipio para, precisamente, regenerar dicho espacio».
Errazkin ha remarcado que, gracias a esta solución, Gipuzkoa podrá clausurar los actuales vertederos de Urteta (finales de este año), Lapatx (2015) y Sasieta (finales de 2015) y «desterrar el proyecto de incineradora y su consiguiente vertedero de cenizas tóxicas».