Banderolas con el lema «Euskal presoak etxera» se han exhibido a lo largo de la marcha, en la que figuras de madera han recordado a once presos del barrio que se encuentran encarcelados. Junto a ellas se han mostrado mojones alusivos a la distancia a la que se encuentran las cárceles en las que cumplen su condena.
Los manifestantes han expresado su deseo de que tanto sus vecinos como «los cientos de ciudadanos vascos, que se encuentran dispersados en cárceles de los estados español y francés, a una distancia media de 750 kilómetros regresen a casa».
«No hay una sola razón para mantener la dispersión, y si muchas para acabar con ella», porque, según remarcan, familiares y amigos no tienen que sufrir castigo, es preciso garantizar una «atención sanitaria y jurídica digna y correcta y porque las leyes nacionales internacionales así lo exigen».