A la misma hora en que Ibon Iparragirre era trasladado de vuelta a la cárcel de Alcalá-Meco desde el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, sobre su caso era interpelado directamente el máximo responsable de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, en una comisión del Senado a la que había ocurrido para hablar de presupuestos. El senador vasco Jon Iñarritu le recordó la gravedad de su estado, los posicionamientos de médicos e instituciones por su puesta en libertad, y le planteó si «a usted le parece que el mejor lugar para que Ibon Iparragirre esté es una cárcel. ¿No hay medidas alternativas?».
Yuste se cerró en banda, con argumentos en algún punto contradictorios. Primero recordó que en su día el preso de Ondarroa estuvo en su situación de prisión atenuada, lo que calificó de «privilegio» pese a ser una previsión legal. Luego argumentó que fue devuelto a la cárcel al condenarlo la Audiencia Nacional, lo que deja claro que el elemento del estado de salud ni siquiera se tiene en cuenta. Y más tarde se aferró al recurrente asunto de la terapia escogida por el preso: «Del sida no mejora porque no toma tratamiento». Tras todo ello, Yuste concluyó en tono tajante que «está lo suficientemente bien para cumplir la pena».
Antes, el director general de Instituciones Penitenciarias del Gobierno español había defendido la circular interna que habla de excarcelar solo a los presos enfermos cuando estén en situación de riesgo patente de muerte, lo que para el ministro de Interior se traduce en un plazo de unos dos meses. Yuste admitió que este criterio es «para los terroristas», en referencia obviamente a los presos vascos dado que en otros casos de condenas por secuestros, torturas o muertes como el de Lasa y Zabala sí se permite cumplir la condena en casa.