Con tenacidad y resistencia, continuamos
El 20 de agosto, el primer ministro de Grecia, el compañero Alexis Tsipras, anunció en un mensaje a la nación que dimitía y que solicitaría al presidente de la República el inicio del proceso constitucional para una convocatoria extraordinaria de elecciones (que se celebrarán el 20 de setiembre). Ese mismo día, el compañero Tsipras visitó al presidente de la República Helena, el Sr. Pavlopoulos, y le presentó oficialmente su dimisión.
Al día siguiente, 25 diputados del grupo parlamentario de Syriza (la mayoría de ellos procedentes de la Plataforma de Izquierda, corriente de Syriza) hicieron oficial la formación de un nuevo grupo parlamentario y un nuevo partido bajo el nombre de Unidad Popular, liderado por Panagiotis Lafazanis, exministro de Reconstrucción Productiva. Otros cuatro diputados de Syriza se declararon independientes.
Esta escisión había sido premeditada por sus impulsores mucho antes del anuncio de la convocatoria electoral extraordinaria. Su decisión quedó claramente expuesta después de la conclusión del doloroso acuerdo de Bruselas, cuando formaron comités contra la política gubernamental en colaboración con miembros de otras organizaciones y grupos de la izquierda extraparlamentaria. Además, se manifestó institucionalmente con su decisión de votar en contra del acuerdo en el Parlamento griego y dejar a la coalición gubernamental (con 162 escaños gracias al veredicto popular del 25 de enero) con menos de los 120 escaños que, de acuerdo con la Constitución griega, son necesarios para sostener a un gobierno de minoría.
Lamentablemente, desde el primer momento de la existencia de Unidad Popular, Syriza parece ser su único rival. Este enfrentamiento feroz y poco ético contra los compañeros con los que compartían luchas y aspiraciones comunes hasta hace unos días está siendo promovido intensamente a través de una desproporcionada exposición en medios de comunicación privados, que tienen como objetivo la derrota electoral de Syriza.
Nuestro Gobierno es acusado ahora por quienes optaron por dividir nuestro partido de someterse a la doctrina TINA («There Is No Alternative» [No hay alternativa]).
La realidad es que Alexis Tsipras y el Gobierno nunca han dicho que las medidas que nos vimos obligados a firmar son compatibles con nuestro programa y nuestros valores, ni que sean positivas para el país; se opuso públicamente a ellas por ser perjudiciales y favorecer la recesión. Nos vimos obligados a firmar el acuerdo bajo la presión de un chantaje real: la quiebra inmediata e incontrolada de Grecia y la liquidación de los bancos griegos, lo que hubiera conducido a la pérdida de los depósitos de la ciudadanía griega (la mayoría de los depósitos que permanecen en bancos griegos pertenece a pequeños y medianos ahorradores, puesto que los ricos ya han transferido su dinero al extranjero).
Llegados a este punto, tenemos que ser claros y decir la verdad a la gente:
Una «salida acordada» de la eurozona (propuesta formulada tanto por Schäuble como por la antigua Plataforma de Izquierda de Syriza, ahora Unidad Popular) y la vuelta a la moneda nacional de un país que ya no tiene una gran base productiva (como tenía Argentina cuando quebró) o unas reservas sustanciales de divisas en su banco nacional conduciría automáticamente a:
1- La necesidad de una devaluación inmediata de la nueva moneda nacional (muchos analistas internacionales estiman que sería de alrededor del 40% o 50%), lo que significaría una caída inmediata y extremadamente violenta de los salarios y las rentas de los pensionistas.
2- La necesidad inmediata de un nuevo préstamo, que tendría que venir de la UE-BCE o del FMI, o de ambos, ya que todos los posibles socios de financiación alternativa hicieron hincapié –en nuestras conversaciones paralelas durante la negociación– en la necesidad de un acuerdo dentro de la zona euro como condición previa para comenzar a debatir sobre una futura asistencia financiera. Este nuevo préstamo por parte de los mismos acreedores iría acompañado de un nuevo memorándum.
Desafortunadamente, por razones de supervivencia política, nuestros antiguos compañeros no reconocen la existencia del chantaje antes mencionado, al tiempo que no son capaces de presentar un plan alternativo coherente y concreto para la denominada «salida popular» del euro. Después de seis meses participando en las mismas posiciones a nivel ministerial y gubernamental, de repente han descubierto que, de la noche a la mañana, sus compañeros se han convertido en «traidores» o «defensores del memorándum». Su decisión de dividir la mayoría gubernamental nos ha conducido a tomar la decisión de una convocatoria electoral extraordinaria, ya que para nosotros sería políticamente destructivo depender en el Parlamento de los votos de los partidos del viejo establishment neoliberal (Nueva Democracia, Potami, PASOK).
¿Qué será lo siguiente?
Hay, de hecho, una alternativa, la que apoya el Gobierno. La izquierda es un poder social y político que lucha constantemente para cambiar la realidad, sin «escapar» de ella, y su dinámica está directamente relacionada con las necesidades, las aspiraciones y los valores de los sectores populares de la sociedad. Sin tratar de ocultar nuestros errores y problemas, tenemos ante nosotros una tarea difícil pero importante.
Nuestra máxima prioridad es evitar una catástrofe social y mitigar las consecuencias del doloroso acuerdo en los sectores más débiles de la población. Para lograr esto, estamos elaborando un programa gubernamental que incluye contramedidas sociales, en el mismo camino de nuestra legislación prosocial de los últimos siete meses, intensificando nuestra lucha contra la evasión fiscal, la corrupción, el comercio ilegal, etc. Al mismo tiempo, como fue incluido en el acuerdo, estamos impulsando una negociación final y una decisión sobre la estratégica cuestión de la deuda.
La condición previa fundamental para lograr estos objetivos y trabajar en un plan para superar la difícil situación actual es la victoria de Syriza en las próximas elecciones, a fin de continuar la lucha por el desmantelamiento del viejo establishment y la supervivencia de la mayoría social, incluso en el actual marco restringido de supervisión. Como gentes de izquierda, no tenemos derecho a abandonar nuestro país en manos de los criminales políticos que destruyeron y saquearon a nuestro pueblo durante las últimas décadas.
Para ganar esta batalla, estamos invitando a todos los miembros y amigos de Syriza, dentro y fuera de nuestro país, a maximizar nuestra solidaridad y unidad, con el fin de estar a la altura de las expectativas y el deber histórico al que nos hemos comprometido con la ciudadanía de Grecia y de Europa. Vamos a entrar en la batalla electoral con toda nuestra fuerza y determinación, porque estamos convencidos de que la ventana de la esperanza no está cerrada y que –a través de nuestra lucha común para la ampliación sociopolítica del frente europeo contra la austeridad– podemos profundizar las grietas abiertas en la construcción del sistema neoliberal. Nuestros rivales, los representantes del autoritario establishment neoliberal, quizás hayan ganado una batalla, pero la guerra continúa, ya que la lucha de clases todavía no ha terminado.