Nueve meses han pasado desde que Nekane Díez se rompiera el cruzado defendiendo la camiseta de la selección en el Mini Estadi. Nueve meses en los que no ha dejado de «pensar en volver a ser la jugadora que era». Nueve meses que parecieron el doble pero que ya han acabado. Y de la mejor manera imaginable.

Tras una primera toma de contacto en un amistoso con el filial una semana antes, la delantera vizcaina se reencontró con la competición el pasado domingo en Basozabal. Saltó al césped a la hora de partido y veinte minutos después redondeaba la goleada al Tacuense para repetir el gesto que llevaba nueve meses añorando. «Bueno, si te digo la verdad, no sé ni cómo lo celebré –se ríe–. Estaba en una nube, como si no fuera yo. A la tarde todavía estaba descolocada. Y eso que llevaba un montón de tiempo pensando en eso, en cómo me iba a sentir, cómo iba a celebrar el gol, a quién se lo iba a dedicar...».

Pensar, ha pensado muchísimo estos meses, y siempre «en positivo». Trabajar, más aún. «Me lo he currado mogollón para intentar volver igual que como era antes», se enorgullece. «He pensado en este momento desde el primer día y he trabajado duro para que llegase. Y aunque al principio tienes miedo pensando si volverás a ser la misma y luego se te hace larguísimo, sobre todo una vez que la lesión ya se ha curado pero se te empiezan a cargar los gemelos, los cuádriceps..., la adaptación; a pesar de todo eso he seguido trabajando, convencida de que podría volver y de que todo pasa por algo».

Aunque ese todo le haya impedido vivir sobre el terreno de juego algo con lo que llevaba tantos años soñando, como la conquista del título. «Fue tan inolvidable que no lo cambio», afirma, tajante. «Si ha tenido que ser así, me vale. Porque lo que quería era que el Athletic ganase. Me siento parte de ese título, he disfrutado muchísimo, tanto como si hubiese jugado cada minuto, y la verdad es que... también he sufrido muchísimo –se ríe–, más que si hubiera jugado porque en la grada se vive fatal, la verdad, los nervios son horribles».

También lo fueron el domingo, en los instantes previos a su entrada al campo. «No tenía miedo, ni a las disputas, ni a meter la pierna, ni nada, porque las sensaciones son buenísimas. Nervios muchísimos, esa noche me desperté a las cinco, a las seis... Creía que no llegaba la hora. Pero en cuanto entré al campo se me pasó todo. Estaba concentrada, y al mismo tiempo como en una nube».

Ahora, claro, quiere seguir acumulando minutos. Y, al menos, ha podido regresar en el momento justo para poder hacerlo no solo en Liga, sino en el regreso del Athletic a competición europea nueve años después. Nekane, que pudo disputar aquella UEFA Women’s Cup –predecesora de la actual Champions League– en la última participación rojiblanca en el torneo, reconoce estar deseándolo. «Es que es una experiencia increíble. Yo pensaba desde junio “como sea tengo que llegar a la Champions, como sea”, porque me hace muchísima ilusión, y más jugando el primer partido en San Mamés», se emociona, aunque se aferra rápido al discurso habitual para subrayar que «primero vamos a centrarnos en el Betis. Después ya tendremos tiempo para pensar, preparar y disfrutar la Champions».