El gobierno del pueblo
La Diputación Foral, haciendo valer sus competencias, podía haberseguido adelante con un proyecto que considera positivo. Sin embargo, hemos preferido el camino de la democracia y de la participación ciudadana, que no siempre es el más sencillo, pero sí el que más nos hace avanzar como sociedad
«Democracia» es una palabra hermosa, que como muchas otras («libertad», «justicia», «paz»...), es utilizada de manera tan prolífica que puede llegar a significar una cosa y la contraria a la vez. Tal es el atractivo de este término que casi nadie es capaz de rechazarlo y que casi todos y todas lo reivindicamos como un valor supremo y, aún más, como un principio que guía nuestra actividad pública o social. Casi no existe, en el mundo, estado alguno, ni partido o movimiento político, que no se reconozca a sí mismo como «democrático». Pues bien, la «democracia» es lo que es: el gobierno del pueblo. Algo tan sencillo y difícil a la vez.
Es difícil porque la democracia no es algo estático que, una vez logrado, lo que corresponde es conservarlo lo mejor posible. La democracia es, más bien, un camino; una senda que como sociedad nos hemos comprometido a recorrer y que nos enriquece en cada paso. Pero no nos engañemos: en ese camino hay pasos que cuesta dar, que provocan dudas y que hacen aflorar posiciones cómodas.
Esta semana en Gipuzkoa hemos dado un paso inédito: la ciudadanía tendrá la última palabra sobre una infraestructura de carácter estratégico. Serán los vecinos y vecinas de Zestoa quienes decidan sobre el proyecto de depósito de materia inertizada y de recuperación de la cantera de Osinbeltz. La Diputación Foral, dentro de su plan de gestión sostenible de los residuos, ha propuesto la cantera de Zestoa para recoger la fracción resto inertizada en la planta de Tratamiento Mecánico Biológico de Zubieta y utilizarla con el objeto de recuperar un espacio degradado durante décadas por la actividad humana. Se trata de una iniciativa que ofrece total garantía y que supone una oportunidad para integrar la cantera de Osinbeltz en la Zestoa del futuro. Es innegable, sin embargo, que este tipo de propuestas suele generar dudas y posiciones favorables y contrarias. Es innegable y es comprensible. Por ello el Ayuntamiento de Zestoa solicitó la realización de una consulta popular y la Diputación Foral ha dado el paso: una vez redactado el proyecto -tarea que llevará varios meses-, se desarrollará un proceso de participación que culminará con una consulta, cuyo resultado se compromete a respetar este gobierno foral.
Con humildad, considero que hemos actuado con valentía. La Diputación Foral, haciendo valer sus competencias, podía haber seguido adelante con un proyecto que considera positivo. Sin embargo, hemos preferido optar por el camino de la democracia y de la participación ciudadana, que no siempre es el más sencillo, pero sí el que más nos hace avanzar como sociedad. Compartiremos nuestras ideas con los y las zestoarras -ya lo estamos haciendo, de hecho-, y serán ellos y ellas quienes tengan la última palabra sobre Osinbeltz.
La consulta de Zestoa puede convertirse en referente en nuestro país, ya que, hasta ahora, nunca se había dado la oportunidad a la ciudadanía de decidir sobre una infraestructura a la que se le da la categoría de «estratégica». Ejemplos sobran. Creo, por tanto, que en Gipuzkoa podemos levantar un hito; construir un modelo democrático de superación de las diferencias, de toma de decisiones y de participación ciudadana que puede ser exportable a otras situaciones y lugares. Sin embargo, por ser novedosa, la iniciativa de Zestoa no deja de estar engarzada en una línea de trabajo que este Gobierno foral lleva desarrollando desde que inició su andadura.
Esta Diputación Foral ha optado, desde el principio, por dar la oportunidad a los guipuzcoanos y guipuzcoanas de participar en las políticas públicas y en la toma de decisiones. Gracias a la iniciativa de presupuestos participativos, por ejemplo, la ciudadanía decidió directamente sobre el destino de 500.000 euros en los presupuestos de 2014, y sobre 2.000.000 de euros en los de 2015. En el sector del transporte público la Diputación Foral está diseñando mejoras sobre la base de casi 6.000 aportaciones realizadas por los guipuzcoanos y guipuzcoanas en procesos participativos; una labor que antes se dejaba en manos exclusivamente de personal técnico ha pasado a ser algo construido junto con la ciudadanía. El ejemplo de Igeldo también es paradigmático, ya que se dio voz y voto a sus vecinos y vecinas (fue la primera consulta popular realizada por la Diputación Foral de Gipuzkoa en toda su historia), y se respetó lo expresado en las urnas (lamentablemente, la decisión de la población de Igeldo y su materialización mediante decreto foral están actualmente judicializadas).
En Zestoa, por tanto, queremos dar un paso más. Un paso hacia la democracia. Un paso hacia el gobierno del pueblo. Es hora de que las instituciones y los partidos políticos dejemos de utilizar, por inercia y de manera sistemática, nuestro carácter representativo y avancemos hacia un modelo de democracia real y participativa. Debemos reflexionar sobre nuestro propio ser y redefinirnos como sujetos que facilitan y promueven la construcción de políticas territoriales con la ciudadanía. Debemos ser valientes, arriesgar y confiar en la sociedad, y abandonar posturas cómodas. Hay que avanzar en el camino de la democracia. Es algo obvio y demandado cada vez con más fuerza.
Y estamos dispuestos a seguir dando pasos. Pero hemos de ser conscientes de que, para que nuestros pasos tengan coherencia, necesitamos también de la confluencia del resto de instituciones y agentes políticos y sociales del territorio. Entre todos y todas, y desde la legítima diferencia, debemos poner en valor la democracia real y la participación ciudadana. No pueden ser instrumentos que utilicemos según la conveniencia política, como arma arrojadiza en luchas partidistas. Tenemos que construir acuerdos para que estos principios cumplan la función que les corresponde: la construcción del presente y el futuro entre todos y todas. Y así avanzar hacia el objetivo: el gobierno del pueblo. Toca caminar juntos, y Zestoa es buen sitio para empezar a hacerlo.