«La verdadera improvisación sería la revolución»
Más de ochenta referencias respaldan la actividad de Mattin, músico nacido en Bilbo, crecido en Getxo y residente en el mundo. Su discografía y actividad le colocan en la cima de los músicos vascos con mayor catálogo y densidad internacional. «Songbook 5» es su nuevo proyecto.
Seguir la carrera de Mattin es una tarea tan mastodóntica que prácticamente resulta imposible de precisar periodísticamente, ya que sus trabajos rondan las 80 referencias esparcidas, además, por medio mundo y en diversos formatos: cedés, cedé-r, vinilos...
«Songbook 5» pertenece a la colección de piezas que llevan por título genérico «Songbook» y para este quinto volumen Mattin ha querido jugar con los números, en concreto con el 5 y sus múltiplos, a la vez que enfrentarse a la improvisación vocal de manera singular, como acostumbra, y de forma brillante.
De «Songbook 5» se han publicado 555 copias en vinilo, el número de canciones son 5, las palabras de cada título son 5, los componentes 5, la duración 25 minutos, 5 minutos para cada canción. La parte instrumental se graba en un estudio de Melburne por cuatro excelentes músicos sin miedo a tomar el camino que dicte el ambiente, Van por libre, pero hay rock.
Días después Mattin ofrece una conferencia sobre la temática del disco. Él escucha el sonido grabado previamente por auriculares, pero el público solo le oye a él improvisar vocalmente. Ambas grabaciones se superponen . Es decir, a la grabación de estudio se le añade la conferencia improvisada con sus ruidos (cinco invitados de la sala que dan palmas, menean sillas...) y nace «Songbook 5».
La entrevista que le realizamos a continuación, contiene 5 preguntas y cada pregunta es de 5 palabras. Este artículo se escribió el día 25.
Mattin nace en Bilbo en 1977 y crece en Getxo. A los 18 años parte hacia Londres. Allí se relaciona con un grupo de gente que está muy interesada en la música, el arte y el marxismo. Era gente metida en la revista «Mute». También existía un circuito de casas ocupadas donde realizaban conciertos. En ese ambiente conoce a Anthony Iles, con el que posteriormente edita el libro «Noise & Capitalism» en 2009. Dos años más tarde «Ruido y capitalismo» se publica en castellano mediante Arteleku-Audiolab. El libro puede descargarse desde arteleku.net.
Casualmente y respecto al presente relato coincide que Iles, junto con otros ponentes, estará en Bilbo los días 28, 29 y 30 de noviembre dentro de un taller coordinado por Mattin y Loty Negarti bajo el título de «¿Qué hacer bajo la subsunción real?". Para más información, y dada su densidad, aconsejamos entrar en bulegoa.org. Mattin estudia Bellas Artes en Londres y prepara el doctorado en la actualidad en la UPV con una tesis sobre la alienación. «En Londres descubrí el ruido y la improvisación y de allí tiré hacia lo que a mí me parecía que era lo más radical, pero al mismo tiempo cerebral, que fue la música por ordenador», afirma.
De Londres parte hacia Malibú, donde pasa un año. Regresa a Londres en 1998 y reside hasta 2003. Pasa 2004 en Bilbo. Viaja de nuevo a Londres, después Berlín, Nueva York, Visby y Estocolmo, desde 2011 hasta el presente, aunque sus estancias en al Villa son constantes. No obstante, prevé que para enero de 2015 se instale de nuevo en Berlín. «Es la cuidad en la que más a gusto he estado y su escena musical me parece la más potente».
Sus primeros contactos con la música fueron grabaciones caseras con amigos «haciendo bobadas». Posteriormente descubre a los Stooges, la Velvet Underground, Eskorbuto... y MCD. Y con quince años empieza a tocar en Inte Domine, grupo de Getxo que seguía la estela de El Inquilino Comunista y Lord Sicknes.
«A mí me asqueaba Getxo y sabía que tenía que salir de allí. Me acuerdo de algo que le dijo su madre a David S. Ware: `Go and see the world! (vete y ve mundo)'. A mí nadie me lo dijo, pero como si me lo hubiesen dicho. Pocas cosas me han quitada la tontería como viajar. Las colaboraciones surgen de afinidad con gente que tiene inquietudes similares», asevera ante el hecho de haber publicado discos en más de diez países y colaborado con un amplio horizonte de músicos internacionales.
En cuanto a su voracidad creativa y de colaboración apunta que se dedica a la música y que si en algún momento ve claro que se puede sacar un disco, pues adelante. «Me parece una manera muy sana de socializar lo que uno hace, de aprender de las críticas que te llegan, y, al mismo tiempo, que no se pierda ese material para siempre. En especial si eres una persona des-organizada y que se mueve mucho, como yo».
Mattin también se posiciona en contra de los derechos de autor. Es un defensor a ultranza tanto del software libre como de la música sin restricciones para la copia y divulgación; de hecho, muchos de sus escritos llevan la firma Anti-Copyright, en ocasiones también Anti-CCopyright, las dos ces de Creative Commons, ya que tampoco está de acuerdo con las restricciones que adopta este organismo.
¿Alguna teoría alrededor del cinco?
Ha sido una decisión estructural proveniente del número de songbooks que he realizado. Y la he utilizado para concluir un trabajo diferente. En este tipo de música, ya sea en la improvisación o en el rock cochambroso, existe una fetichización de la inmediatez, de pensar que en el momento podemos expresar algo puro. Este disco critica esa inmediatez y por eso es un disco con varios procesos de mediación.
¿Técnica o improvisación valen igual? ¿Son necesarias ambas?
La improvisación ayuda a pensar que se puede crear algo aunque no tengas nada de técnica y de paso deshacer maneras establecidas de construir música. Antes la técnica y la improvisación no estaban tan separadas. Es con la división de trabajo cuando se empiezan a diferenciar mucho más. Por ejemplo, antes del piano con el clavecín en el siglo 17 y 18, la persona que lo afinaba, quien componía y quien la ejecutaba, eran la misma. Cuando se afinaba se improvisaba mucho y asimismo las composiciones daban margen a la improvisación, ya que la afinación del instrumento no era estable. La llegada del piano introdujo un claro ejemplo de división del trabajo: un instrumento que se afinaba por un especialista cada x tiempo. También significaba que las composiciones se podían reproducir de manera más exacta y con esto llega la separación entre compositor y músico que ejecutaba las composiciones. Es curioso que hoy en día sea el capitalismo el que nos demanda una improvisación continua para adaptarnos a las nuevas condiciones constantemente.
¿El ruido tiene reglas consensuadas?
No debiera, pero sí que sucede y por eso en estos momentos está de capa caída.
¿Por qué esta vez Australia?
Disembraining (sello y organización cultural australiana) me invitaron a una gira tratando de responder a la pregunta: ¿Qué no es música? Que a su vez es una referencia al festival australiano de música experimental What is music? De hecho, la primera vez que estuve en Australia fue en ese festival en 2004. Para responder a esta pregunta me propuse trabajar ciertos temas más conceptuales o teóricos a través de canciones y tratar de hacer un disco hasta cierto punto desencajado y lo más mediado posible, como forma de crítica del acercamiento directo y honesto que se suele tener en las prácticas de la improvisación, o en el punk o en el rock más lo-fi. Al trabajar de una manera tan mediada también quería poner en cuestión la perspectiva fenomenológica en relación al sonido, ya que hace falta un acceso cognitivo para completar la experiencia de la escucha. Esto es algo que el filósofo Willfrid Sellars también señala: que el lenguaje es un prerrequisito para la percepción. No accedemos a la realidad directamente desde la sensación, sino que este acceso está mediado por nuestra capacidad cognitiva.
¿Música y texto se improvisan?
Primero habría que preguntarse qué es la improvisación hoy en día, pero es difícil de responder. No obstante, en el disco trato esta problemática. Estamos cultural y biológicamente determinados, lo que conlleva que una improvisación, como acto voluntario del yo, casi siempre no sea más que una reproducción de patrones ya establecidos. Sobre todo hoy en día cuando el capitalismo nos tiene más dominados que nunca. Tomemos por ejemplo la supuesta improvisación libre. Aquí el término libre, como ejecución de un acto individualista y oportunista respecto a una situación concreta (a menudo en un contexto colectivo) no propone más que representar lo que es la vida hoy en día. El individuo se expresa tratando de buscar sentido a su existencia en unas condiciones donde la única libertad es la de consumir y donde es imposible encontrar un sentido lógico y racional a lo que está pasando. La cuestión es cómo generar formas de improvisación que tomen en cuenta nuestras propias determinaciones, y que en vez de tratar de ser expresiones individuales autoafirmativas sean prácticas sociales que desenmascaren estas determinaciones y nos ayuden a comprender la negatividad de nuestros tiempos. La verdadera improvisación sucederá cuando realmente cambiemos estas deter- minaciones, lo que también supondría cambiar la realidad. La verdadera improvisación sería la revolución.