La pasante de Donostia costará 28.500 euros por metro construido
Las obras del trazado ferroviario de 4,2 km que unirá bajo tierra Lugaritz con Easo pasando por La Concha empezarán en otoño y durarán al menos cuatro años. Se estima un coste de 120 millones de euros solo en obra civil, y se ejecutará en dos tramos, dada la complejidad del proyecto, especialmente en la zona más cercana a la playa.
Ya no es «pasante», sino «variante ferroviaria». Tampoco es un metro, sino el topo de toda la vida. Pero cualquiera que sea el término empleado, será en otoño cuando empiecen las obras para construir el trazado subterráneo de 4,2 kilómetros que atravesará Donostia desde Lugaritz –cerca de las universidades– hasta Easo, pasando por Benta Berri, La Concha y el Centro. Por la complejidad del proyecto, el recorrido de doble vía se ha dividido en dos, casi a partes iguales, para su construcción.
La consejera de Competitividad Económica, Arantxa Tapia, acompañada por el alcalde de la capital, Eneko Goia, y el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, convocaron ayer a los medios para presentar el proyecto. Según explicó la representante del Gobierno de Lakua, el primer tramo, el comprendido entre Lugaritz y Miraconcha, comenzará a hacerse en otoño, entre setiembre y octubre. Su coste, solo de obra civil, se ha estimado en 50 millones de euros.
La segunda parte es más compleja. Entre Miraconcha y Easo habrá dos estaciones y cuatro accesos: en el Hotel Londres y en las calles Easo, Loiola y San Bartolomé. Su orografía dificulta la obra por la arena, que desean evitarla, así que se construirá buscando roca. Con una estimación de 70 millones de euros, también solo por obra civil, los trabajos se prolongarán 48 meses, y podrían comenzar en diciembre de este año o en enero del próximo.
Todos los representantes coincidieron en señalar que esto permitirá que «el fondo de saco» que se crea en la estación de Easo pase a ser historia porque es una situación que no responde a los tiempos modernos, según declararon. Además, el nuevo trazado supondrá que el túnel actual entre Lugaritz y Easo deje de ser transitado por los convoyes, aunque no detallaron qué tipo de cierre se le va a dar.
Con la obra también se pretende «devolver a la ciudad» más de 21.000 metros cuadrados en superficie, al quedar eliminadas la trinchera ferroviaria y la playa de vías de la calle Autonomía. El Ayuntamiento estudia varias opciones, pero Goia dijo que hay tiempo para decidir con calma qué uso darle.
Demanda y alegaciones
Desde la sala en la que tuvo lugar la presentación, las voces que llegaban desde el exterior en contra de la variante ferroviaria resultaron evidentes. El alcalde ensalzó la importancia del proyecto y manifestó que se trata de una «muy buena noticia» para la ciudad, pese a que «los de ahí abajo piensen lo contrario», dijo en alusión a la concentración de la plataforma vecinal Satorralaia.
Preguntada si se ha estimado la demanda de usuarios, la consejera respondió que es «lo primero que se hace», pero agregó que «los análisis de demanda son eso, análisis de una demanda futura». «No me pararía en exceso en si voy a captar un 50% más de viajeros o si es un 57% más». Lo que «siempre se comprueba», según Tapia, es que «una vez se pone en marcha una infraestructura, la demanda real siempre suele superar a la prevista». La excepción que confirma la regla debe de ser la nueva estación de Altza, que ayer pusieron como ejemplo en varias ocasiones.
Terminado ya el plazo de las alegaciones, Tapia afirmó al respeto que algunas se han tomado en cuenta y se han introducido en el proyecto, y otras han sido rechazadas.
Pero, admitidas o no, desde la calle, tras una pancarta que pedía un debate abierto y una consulta popular, los congregados anunciaban que seguirán peleando por sus objetivos para intentar parar lo que consideran «una imposición». También lamentaron la poca disposición de las instituciones a hablar, especialmente la de Lakua, que ha rechazado reunirse con ellos. Y a juzgar por lo visto ayer, las posturas siguen enconadas, porque Tapia, Goia y Olano optaron por pasar tras la pancarta y hacer la vista gorda. Como si no mirar diluyera el problema.