Por si fuera poco, la historia nos hacía un guiño de felicitación y nos decía «Sorioneku» con la Mano de Irulegi, la lámina de bronce con la inscripción más antigua en lengua vascona.
La Sociedad de Ciencias Aranzadi presentó el descubrimiento el 14 de noviembre, ante una infinidad de medios que acudieron al Palacio Gongora, en el valle navarro de Aranguren, para recibir la que sería noticia del año en Euskal Herria.
La mano de bronce se había encontrado en junio de 2021 en las excavaciones que llevaba a cabo Aranzadi en el poblado vascón de Irulegi, a 10 kilómetros de Iruñea. La inscripción está hecha en el siglo I antes de Cristo y escrita en una adaptación local de los caracteres ibéricos.
El descubrimiento fue recibido con inmensa alegría, no solo por parte de científicos, lingüistas e historiadores, sino también por la sociedad en general.
La mano de Irulegi se convirtió en símbolo de orgullo nacional y comenzó a ser reproducida en todo tipo de soportes y formatos y a modo de amuleto. «Sorioneku» fue la palabra del 2022.
Así pues, Sorioneku, porque tras prácticamente dos años de pandemia, estado de alarma y restricciones, la vida volvía a coger ritmo, música y diversión compartida. Como en la frase que nunca se dijo en la película 'Casablanca': «Tócala otra vez, Sam».
La bandera se izó con la tamborrada infantil de Donostia, aunque no salieran las de adultos. De ahí en adelante todas las localidades y capitales fueron sumándose a la fiesta en sus fechas tradicionales.
Las sagardotegis se animaron y regresaron los grandes festivales, como el BBK Live, con un centenar de artistas; Azkena Rock, que celebró su 20º aniversario con 55 bandas; Euskal Herria Zuzenean y Hatortxu Rock, que congregó a miles de asistentes.
La música, la creación, la cultura retomaban la plena actividad después de dos años que supusieron el cierre de cientos de empresas del sector, la pérdida de muchos puestos de trabajo y una impresionante caída de la facturación.
Si la pandemia tuvo un tremendo impacto en todos los sectores de la economía y en la clase trabajadora en general, en el de la creación y la cultura fue, en algunos casos, dramático.
Pero, Sorioneku!, regresaba la actividad y la gente tenía muchas ganas de celebrarlo. La mejor prueba de ello fue que en todas las fiestas populares y actos culturales la afluencia fue masiva.
Y si el Txupinazo de Sanfermines es siempre espectacular, en 2022 había ganas desbocadas por resarcirse de lo perdido en los años anteriores. Habían pasado dos años y 365 días desde el último txupinazo, así que no era para menos.
Con ganas y fuerza se presentó el cine vasco en 2022, y también el número de rodajes en Euskal Herria se disparó. Hubo un importante número de producciones vascas y coproducciones que dieron trabajo a equipos y personal técnico y artístico.
Presentaron películas directores vascos como Alex de la Iglesia, Félix Viscarret, Alauda Ruiz de Azúa con 'Cinco lobitos', Mikel Gurrea, Iker Elorrieta, Jabi Elortegi o Ibon Cormezana.
Aunque no se estrenó en cines comerciales hasta febrero del siguiente año, 2022 fue el año de 'Irati', de Paul Urkijo. Y de 'Bi arnas', de Kima Arzuaga y Jon Mikel Fernández, que trata el tema de la lacra de la tortura. No solo hubo una importante producción en ficción, también en documental y animación.
También el teatro vasco salió con impulso y se presentaron numerosas producciones; entre ellas 'Hondamendia', sobre el desprendimiento del vertedero de Zaldibar.
Y Sorioneku también porque, con un año de retraso, Bertsolari Txapelketa Nagusia llenó a rebosar el Nafarroa Arena de Iruñea. Maialen Lujanbio se llevó su tercera txapela.
A rebosar también estuvo la Feria de Durango, que tras dos ediciones marcadas por las restricciones regresaba superando todas las expectativas.
Felicitaciones hubo para el Bera Bera, que conquistó su octava liga; y, siguiendo en el baloncesto femenino, también para el Beti Onak de Atarrabia, que regresó a la División de Honor.
Con razonables expectativas respecto a las vías legales empezaba el año en las cárceles, aunque desde la Audiencia Nacional y algunos lobbys de víctimas se afanaran en embarrar el terreno.
Entre los bloqueos, el de progresiones a tercer grado. Durante el año, ocho de los terceros grados concedidos fueron revertidos. Joseba Arregi Erostarbe, con 76 años y 30 entre rejas tuvo que regresar a la cárcel.
También Xabier Atristain, de quien no supieron digerir la sentencia a su favor del TEDH y el Supremo español lo desacató devolviéndolo a la cárcel. Cuando le dieron el tercer grado, la Audiencia Nacional se lo quitó.
Si antes de la pandemia ya se cuestionaba el estado de salud de Osakidetza, el virus y su gestión hizo que a finales de 2022 en el Deustobarómetro Osakidetza se destacara como segundo problema para la ciudadanía del tercio autonómico.
La «joya de la Corona», como en su día dijera Urkullu, estaba, además de deslustrada, perdiendo prestigio a pasos agigantados.
El PNV siempre se había mostrado refractario a las protestas, y las continuas denuncias de la oposición en sede parlamentaria eran despreciadas por su mayoría absoluta con el PSE. Pero cuando las críticas pasaron de lo político, sindical y social a las élites médicas, entonces empezaron a preocuparse; eso sí, sin bajar el nivel de arrogancia.
El PNV no solo tenía el frente de Osakidetza, también el de la corrupción, porque en 2022 estuvieron sobre la mesa los casos Alonsotegi, De Miguel, Balenciaga... y les apareció otro nuevo, el del director de Emergencias y Meteorología de Lakua.
En Iparralde hubo urnas para las presidenciales y para las legislativas francesas. En la pugna presidencial entre Macron y Le Pen, ganó el primero, con mayor distancia entre ambos que la registrada en el Estado.
En las elecciones a la Asamblea Nacional francesa, EH Bai obtuvo un interesante aumento de votos con respecto a las anteriores de 2017.
En noviembre, en Baiona celebró su I Congreso EH Bai, que había nacido quince años antes como plataforma electoral entre AB, EA y Batasuna. En enero había sido Sortu quien concluyera su III Congreso en Bilbo; y en Olazti, en junio, fue el III Congreso de Ernai.
Pero no todo era Sorioneku, pues en febrero, y después de que el Kremlin reconociera la independencia de Donetsk y Lugansk, tropas rusas entraron en esas provincias hasta entonces ucranianas.
Fue el detonante de una guerra que se prolonga en el tiempo y cuyas consecuencia han afectado al continente y a la geopolítica mundial.
Pocos días después del inicio de hostilidades fue detenido en Polonia el periodista vasco Pablo González, acusado de espiar para los rusos. Encarcelado en durísimas condiciones, transcurridos más de dos años seguía preso y sin juicio. Las muestras de apoyo y solidaridad en Euskal Herria fueron muy importantes.
Mientras, unas elecciones anticipadas en Israel colocaban de nuevo a Netanyahu como presidente de Gobierno con la extrema derecha y los ultraortodoxos. Una combinación altamente explosiva que en una atmósfera inestable podría explosionar en cualquier momento. Y es lo que acabó ocurriendo en octubre del año siguiente.
Elecciones de resultado más Sorioneku, más «sortudo», fueron las brasileñas, donde Lula da Silva regresó a la presidencia.
No a la presidencia aunque sí a rey ascendió Carlos III de Inglaterra, tras la muerte de su madre, Isabel II, que había llevado la corona británica durante 70 años.
En Madrid, el 22 de noviembre falleció el cantautor cubano Pablo Milanés.
A pesar de lo convulso que se presentaba el mundo en 2022, sin pedir estrellas azules, encontrábamos muchas razones para respirar.
Sorioneku! por ello; y que no deje de tocar el pianista.