El 18 enero puede servir de muestra de esta realidad, ya que ese día, en 2001, era detenido Pepe Rei, referente en el periodismo de investigación en Euskal Herria, y un año después, también el 18 de enero, Mertxe Aizpurua y Martxelo Otamendi, directora de GARA y director de "Euskaldunon Egunkaria", quedaban en libertad sin cargos tras comparecer como imputados.
Pepe Rei, entonces director de la revista "Ardi Beltza", fue arrestado por orden del juez Baltasar Garzón tras un nuevo informe policial del que se desprendería que el periodista «ha podido reincidir en la colaboración con ETA» por su actividad al frente de la revista, y unos días después de que la Sección Cuarta comenzara a analizar el recurso contra el auto de procesamiento que llevó al cierre de "Egin". La detención, el 18 de enero de 2001, se produjo en circunstancias especialmente sangrantes, pues al día siguiente tenía previsto comparecer en la Audiencia Nacional español citado por el juez Juan del Olmo. Este le había llamado a declarar como imputado en relación al vídeo "Periodistas: el negocio de mentir" que publicó "Ardi Beltza", y a atentados contra profesionales de medios de comunicación tras la denuncia realizada por Luis del Olmo -amigo de Garzón- en base a filtraciones policiales después de la detención de presuntos miembros del «comando Barcelona». Pero se le adelantó Garzón.
Fue una detención anunciada, y así la definió el propio Rei. Antes, el entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, había avanzado que el periodista «terminará como tiene que terminar». Mientras esperaba en la redacción de "Ardi Beltza", en Errenteria, tras haber detectado a primera hora la presencia de policías de paisano en sus inmediaciones y haber escuchado en una emisora que Garzón había emitido una orden de arresto en su contra y había pedido a Del Olmo que se inhibiera a su favor, Pepe Rei leyó y escuchó informaciones que daban cuenta de que ya había sido arrestado.
Antes de que se lo llevaran esposado a la comisaría de la Policía española en Donostia y de allí a Madrid, dijo estar sorprendido, ya que estaba en libertad bajo fianza y con medidas cautelares, por lo que consideró que se trataba de un golpe de efecto del juez Garzón sin esperar a que acudiera por su propio pie a declarar. Y, después de haber pasado tres veces por la cárcel, estaba seguro de que en esa ocasión «voy a entrar directamente».
Lo tenía claro: «Soy la avanzadilla de esa caza de brujas que se inicia contra los medios de comunicación de Euskal Herria, contra las voces discrepantes. (…) En breve me convertiré en rehén de Luis del Olmo, de su amigo Garzón y de la extrema derecha española».
Esta vez permaneció encarcelado casi cinco meses acusado de «formar parte del entramado de ETA». La sección cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional le puso en libertad el 13 de junio al considerar que no había elementos que imputaran y probasen que, con su trabajo en "Ardi Beltza" –cerrada por Garzón el 27 de abril–, Rei señalase o marcase los objetivos de ETA.
Justo un año después, los directores de GARA y de "Euskaldunon Egunkaria" fueron citados a declarar, de nuevo por Garzón, acusados de «inducción al asesinato» por la publicación siete meses antes de una entrevista con ETA y el posterior atentado contra el concejal de UPN de Leitza José Javier Múgica. Ambos, para quienes la Fiscalía pedía prisión incondicional, quedaron en libertad sin cargos.
En aquella ocasión, el magistrado señaló que «es la respuesta de ETA la que contiene amenazas y no la pregunta», base de la petición de encarcelamiento de ambos periodistas realizada por el fiscal Pedro Rubira, que consideró que si tenían «capacidad» para entrevistar a miembros de ETA también la tenían para huir, e interpretó la entrevista como una «relación causa-efecto» con la muerte del edil de Leitza. Garzón desestimó totalmente la solicitud.
Aizpurua y Otamendi, que recordaron otras entrevistas realizadas a miembros de ETA en medios de comunicación como la BBC o el diario "El Mundo", consideraron un «cúmulo de despropósitos» sin sentido lo sucedido en su caso
Pero estos son solo dos ejemplos de la persecución a informadores que han cuestionado el poder establecido.
«GARA no es ETA»
La obsesión sobre GARA y su criminalización han sido también otra constante y el aval de los tribunales españoles se ha mantenido hasta los últimos años. No han faltado ejemplos.
El 18 de enero de 2021, Iñaki Iriondo redactaba esta información: «Dos tribunales dan a Inda licencia para faltar a la verdad contra GARA».
Los hechos hacen referencia a la absolución de Eduardo Inda, director de OKdiario, quien, para atacar a Pablo Iglesias, el 31 de mayo de 2014, afirmó en televisión que «según el Tribunal Supremo, Euskal Herritarrok y GARA son ETA», «GARA es el periódico de ETA» y «GARA es ETA». Un Juzgado de Madrid argumentó que «es evidente que GARA y ETA son claramente realidades diferentes» y que esa afirmación «podría considerarse no rigurosa», pero absolvió al demandado por calumnias al considerar que eran unas expresiones, aunque «simplificadas de datos publicados anteriormente», que «debían enmarcarse en el contexto que fueron realizadas: un programa de entretenimiento, de debate y de opinión». El fallo fue ratificado al desestimarse el recurso interpuesto por este diario.
Inda, al parecer, recordaba datos publicados casi veinte años atrás, que según su defensa hacían referencia a «GARA como sustituto de ‘Egin’», pero no otros de hacía menos de diez años, cuando la sentencia del Tribunal Supremo en el procedimiento 18/98 absolvió a la editora de “Egin” de «integración en banda armada».
En resumen: «GARA no es ETA», pero Eduardo Inda puede decir que sí impunemente.