Pablo Cabeza es uno de los principales periodistas musicales de la escena vasca. Siguió desde primera línea la evolución del país en los escenarios desde 'Egin' hasta que se jubiló hace unos años en GARA. Todavía se le puede ver con su cámara de fotos en los escenarios de cualquier parte del país. Escribía con pasión y analizaba cada disco, fuera quien fuera el artista, con mimo. Su crítica a 'Pazko gaierdi ondua', trabajo de Benito Lertxundi que salió a la luz a finales de 1989, es una muestra de su incansable y exquisito trabajo. El texto fue publicado el 25 de enero de 1990 con una viñeta arriba de 'Bat, bi, hiru'. En este sentido, hay que recordar que en 2017 GARA sacó un recopilatorio con ese mismo nombre.
Esta es la crítica:
Ejercicio de soledad, Benito Lertxundi
por Pablo Cabeza
La música en directo nace para ser compartida entre decenas de oyentes. Sería sonrojante encontrarse solo ante el artista, el artista solo ante ti. El disco es otro plano, acaso otro espacio. Surcos rokeros, poperos... no encuentran inconveniente en ser compartidos en tertulias, en bailes... Sin embargo, algunas músicas, las de tono distendido principalmente, soportan con crueldad guerrera imaginarlas en solitario.
Benito Lertxundi pertenece al espacio del silencio. Al mundo de los artistas que suenan cuando la mayoría se esconde. No son sus estrías fondo de tumultos, señuelo de grandes almacenes. Nos lo dice en sus letras queriendo o sin darse cuenta: pues no hay referencias, al menos datadas, a los hechos del presente. Es un camino que lleva al frente, sin perder de vista el trazo recorrido. No son brujas de este tiempo, sino cuentos que sólo los más viejos recuerdan. No son flores de esta primavera ni cielos secos de agua, no son romances de discoteca, sino aventuras camino de la fuente, no son estos palacios de tono gris; no es la madre ni el padre ni el hijo relacionados como ahora; puede ser Donostia en esta tarde, pero llorada por no ser otra, otra de tiempo atrás: «Me marcho a América por voluntad propia/ con la esperanza de vivir mejor que aquí/ es que estoy tan harto de esta suerte/ Adiós padre y madre, que viváis bien./ Anteriormente ya tengo un hijo allá en América/ el que partió hace seis años/ si acaso te encuentras con él/ dile que aún vive el padre./ Tomo café dos veces al día/ paseo a caballo cuando me place/ no me falta ni comida ni bebida, ni qué decir salud.../ Padre, si todo esto fuera en Donostia».
Si es posible, detener el tiempo
Evocaciones sin importar el giro de las manecillas. Tiempo hacia atrás para traernos el silencio del pasado. El amor en un estado más natural, las relaciones hundidas en la propia naturaleza, y la persona. El texto arrastra a la música. Y ésta al oyente, solo, a ser posible. Juegos entre cuerdas, arpa y viento bucólico, del fondo de las melodías, las viejas melodías. Surcos de alcoba, sitio para dos.
Diría que me imagino el sonido de 'Pazko gaierdi ondua', diría que Benito Lertxundi trama un nuevo disco con las mismas artes del pasado, tal y como el destino del trovador. Si te enriquece la pausa, si te sientes de goma y las balas te rebotan, si dos es el máximo, si un día subiste al monte, si otro oíste llover, si estas cosas se repiten y siempre parecen nuevas, 'Pazko gaierdi ondua' será parte del entorno. En caso contrario puede que sientas que no sientes nada, que el tono se repite, que la cosa huele a tiempo pasado, que sus espinas no dañan.
Es la postura de cada uno. Hallándose a quien se quejaría porque nada cambia y el mensaje se reitera. Encontrándose a quien se sentiría ofendido si las novedades fraguasen el contenido musical de Benito Lertxundi. En ocasiones se pide fidelidad al estilo, y eso es justamente 'Pazko gaierdi ondua'. Un exquisito dibujo sobre viejo papel. Hay que reconocer las limitaciones expresivas, pero se supone que esta circunstancia es común a la mayoría de los artistas y los estilos, sobre todo si son personales. Aunque bien es cierto que Van Morrison es capaz de demostrar todo lo contrario.