1977/2024 , February 2

Nerea Goti

30 años no han apagado el eco de la lucha contra el cierre de Altos Hornos y el desmantelamiento industrial

Poco queda de aquella fábrica que empleó a miles de personas en Ezkerraldea. Sin embargo, el eco de las luchas de sus trabajadores ha llegado hasta hoy. Han pasado más de 30 años de movilizaciones que ya entonces reclamaban poner freno al desmantelamiento industrial.

Instalaciones de la centenaria planta siderúrgica en Sestao.
Instalaciones de la centenaria planta siderúrgica en Sestao. (Jon HERNAEZ | FOKU)

Han pasado más de 30 años de aquella manifestación contra el cierre de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) en Barakaldo celebrada el 2 de febrero de 1993 y que recogió 'Egin' en su edición del día siguiente. En aquella década fueron numerosos los acontecimientos y noticias relacionadas con el devenir de la emblemática planta siderúrgica. Con un plan de cierre presentado en Europa por el propio Gobierno español, Ezkerraldea se movilizaba y Euskal Herria, particularmente Bizkaia, estaba atenta a lo que ocurría con los trabajadores de Altos Hornos. Eran tiempos de altas tasas de paro y escasas expectativas de futuro para una gran cantidad de jóvenes, y la fábrica era un emblema en la comarca y fuera de esta.

Entonces, como ahora, las protestas interpelaban a empresas y a instituciones en la defensa del tejido industrial. No fue Altos Hornos la única gran empresa que cerró en Ezkerraldea, pero marcó, seguramente, el proceso de desindustrialización que ha llevado a la comarca a una realidad sociolaboral radicalmente diferente. Del pasado industrial a la realidad laboral de las superficies comerciales, un mismo hilo conductor en la lucha por la mejora de las condiciones laborales pero en un escenario radicalmente distinto; el «paraíso de la precariedad», lo han llamado colectivos de la zona.

La crónica de 'Egin' señalaba la «indignación, difícilmente contenida» como detonante de los incidentes que se produjeron ante las sedes de PSE y PNV, socios de gobierno también entonces en el Ejecutivo de Lakua. El motivo no era otro que los tiempos que se avecinaban al calor de la negociación que se estaba llevando en la Comisión Europea. Aquella Europa de «los doce» discutía un plan de reconversión del sector siderúrgico presentado por el Gobierno español, con Felipe González a la cabeza, con efectos sobre la Corporación Siderúrgica Integral (CSI), que establecía el cierre de AHV y la desaparición de 10.000 empleos, a cambio de inversiones por valor de 558.200 millones de pesetas.

Aquella década de los 90 sería el fin para AHV, pero no sin resistencia en las calles. Eran tiempos de reconversión, el término que se vendió como una inevitable transformación obligada por los nuevos tiempos para una Ezkerraldea que había puesto todo su capital humano y natural al servicio de una acería que no encajaba en los planes de Europa, y por ende, del Estado.

Una historia centenaria

Era por aquel entonces una planta ya centenaria –había sido creada en 1902– y aunque con una plantilla mucho más reducida que antaño, todavía era una actividad potente en torno a la que se había articulado parte de la sociedad de la zona. AHV había llegado a emplear directamente a 13.000 personas. Toda la comarca había ido transformándose al ritmo de su crecimiento. Aquella planta hizo historia en los capítulos económico e industrial, también las luchas de sus trabajadores a lo largo del tiempo.

La noticia de 'Egin' que abría la sección de Ekonomia contaba la primera de las protestas programadas por la asamblea de trabajadores de la empresa. Una nueva etapa de movilizaciones, tan solo unos meses después de la histórica Marcha del Hierro, protagonizada por trabajadores de AHV que acudieron a pie a Madrid junto a obreros asturianos. Al calor de la lucha en la fábrica, se había creado también la Asamblea de Mujeres de AHV, muy activa en muchas de las protestas.

Las protestas tenían en el centro el futuro de Altos Hornos pero estaba emergiendo el fantasma de la desindustrialización. «Por el empleo en Ezkerraldea. AHV ez itxi» rezaba el lema de la pancarta que abría la marcha. Precisaba que la respuesta en la calle desoía a la dirección del sindicato UGT. De hecho, relata que la movilización se detuvo en las sedes de PSOE y UGT, donde lanzaron petardos en protesta por la participación de ambas formaciones en las políticas de reconversión. La pitada, los gritos y los petardos se repetirían más tarde ante la sede del PNV, la otra pata del Gobierno de Lakua que presidía José Antonio Ardanza. Allí las críticas arreciaron contra el Ejecutivo y Jon Imanol Azua, consejero entonces de Industria y Comercio y vicepresidente primero.

Justo un año después de esa manifestación en Barakaldo, el consejero del ramo del Gobierno de Lakua daba las cifras del desempleo, que provocaron una impactante primera página de 'Egin' al día siguiente: «Vascongadas, 25,2% de paro». En Bizkaia, la tasa de desempleo ascendía al 27,4% y el sector industrial seguía siendo el espacio con mayor destrucción de empleo. El propio Ejecutivo de Gasteiz reconocía con los datos en la mano que, entre los años 1985 y 1993, se habían perdido 53.400 puestos de trabajo, de los que casi la mitad, 24.500, desaparecieron entre 1992 y 1993. Tomando como referencia esos dos años, en 1992, 65.500 personas buscaban su primer empleo; un colectivo que ascendía a 77.500 en 1993.