Es jueves. 18 de febrero de 1988. La Real se desplaza hasta Madrid para disputar el partido de vuelta de semifinales de Copa. Los de Toshack viajan con ventaja tras el gol marcado por José Mari Bakero en la ida. El rival es duro y el encuentro no será fácil, pero los jugadores de la Real están dispuestos a hacer historia. Y así lo harán, con un 0-4 en un Bernabéu que termina ovacionando al conjunto donostiarra.
«Costará recordar una actuación semejante a la que anoche en el Santiago Bernabéu pudo escribir la Real Sociedad». Así arrancaba la crónica enviada por Tito Irazusta desde la capital española al diario 'Egin' tras concluir el encuentro. La Real hizo trizas al Madrid con un triunfo histórico en el Bernabéu y escribió su página más brillante de los últimos tiempos.
Será la épica y cuestión de buena memoria, pero incluso el propio Irazusta no dudó en ningún momento sobre la cita a la que le estábamos haciendo referencia a la hora de pedir que nos echara una mano. ¡Y han pasado 36 años!
Y es que no es para menos, ya que la Real, además de conseguir el pase a la final y un deslumbrante resultado, salía ovacionada del campo. «Nunca hemos vivido, y son muchos años, más de diez, los que llevamos siguiendo a la Real, que en el Bernabéu, donde generalmente la portería de Arconada se llenaba de objetos y todo tipo de improperios hacia los jugadores realistas, y anoche ovacionó a la Real Sociedad», recordaba Irazusta en su crónica.
Todos los goles del conjunto txuri-urdin llegaron en una épica segunda mitad. Fue Gorriz quien abrió el marcador en el minuto 54, tras una pelota sacada de la esquina por Zamora y tocada en corto por José Mari Bakero. El de Goizueta fue uno de los protagonistas de la noche, al ser el autor de dos goles. El 0-2 fue obra suya en el minuto 65 tras rematar un balón cedido por Loren. También fue el coautor del tercero al otorgar, un minuto más tarde, un pase en profundidad a Txiki Begiristain, y el cuarto llegaría en el 71 tras un centro de Txiki y un lanzamiento en plancha de Bakero que colaba la pelota junto a la cepa del poste derecho de Buyo.
No solo con hombres se celebra el fútbol
Fue una noche épica, pero no fue la única jornada en la que se escribió una nueva página en el libro de la historia. En 1988 sería impensable lo que llegaría otro día como hoy, en 2020. Y es que el fútbol ahora celebra sus goles desde vertientes diferentes, como, por ejemplo, la femenina.
Treinta y dos años más tarde se hacía realidad el primer convenio del fútbol femenino. Sindicatos y patronal estampaban su firma en un documento histórico, que recogía buena parte de los derechos por los que habían peleado las futbolistas.
Las jugadoras de Primera, profesionales en exigencia pero amateurs en los papeles, contaban desde ese momento con un documento al que aferrarse para hacer valer los derechos por los que habían peleado durante años. El texto pactado recogía las principales reivindicaciones de las futbolistas, la línea roja a la que tanto le costó llegar a la patronal y que, de hecho, acabó provocando la primera huelga en la historia del fútbol femenino en el Estado: el sueldo y la parcialidad mínimas, que se situaban en 16.000 euros y una jornada mínima del 75%, con lo que ninguna jugadora percibiría menos de 12.000 euros. Se daba la paradoja de que casi un 40% de las futbolistas estaban en ese momento por debajo.
El acuerdo también recogía la inclusión de las jugadoras de los filiales en el mismo convenio, y se incluían protocolos de acoso y embarazo. Era la consecución de una lucha que aún hoy día continúa, en un mundo eternamente masculinizado. Y, sino, que se lo pregunten a Jenni Hermoso.