1977/2024 , March 7

Atentado mortal contra Díaz Arcocha, el militar que llegó a jefe de la Ertzaintza

ETA mató a Carlos Díaz Arcocha el 7 de marzo de 1985. Justificó la acción por su condición de militar español. Quienes condenaron el atentado, sin embargo, lo consideraron un ataque frontal a la Ertzaintza, pues Díaz Arcocha era en ese momento el superintendente del cuerpo policial, su más alto mando.

Primera página de ‘Egin’ tras el atentado contra Díaz Arcocha.
Primera página de ‘Egin’ tras el atentado contra Díaz Arcocha. (GARA)

Carlos Díaz Arcocha, máximo responsable policial de la Ertzaintza y teniente coronel del Ejército español –los dos datos resultan relevantes para recordar aquel atentado–, había parado a las afueras de Gasteiz, en Elorriaga, a desayunar en un bar, camino de la base de Arkaute. Era 7 de marzo de 1985. En ese momento, un comando de ETA –denominado 'Xira', según algunas informaciones– aprovechó para colocar una bomba-lapa con un sedal conectado a la rueda para que se activara en cuanto el coche comenzara a moverse.

Todo hace indicar que la organización hoy extinta contaba con información precisa sobre los movimientos del mando policial para poder haber ejecutado de esa manera aquella acción. De hecho, dos ertzainas fueron juzgados por aquello, aunque resultaron finalmente absueltos.

Cuando el jefe de la Ertzaintza salió del bar pocos minutos después y puso en marcha el vehículo, la bomba explotó y levantó el coche, lo que provocó heridas de extrema gravedad a la víctima. Arcocha, atendido en un primer momento por varios ertzainas, falleció en el hospital Santiago Apóstol.

Díaz Arcocha, en Arkaute, con la txapela roja.
En Arkaute, con la txapela roja.

Reivindicación del atentado

La tormenta política no tardó en desatarse, en cuyo epicentro se situó el sentido o intencionalidad de aquella acción. Para quienes la condenaron, se trataba de una agresión directa contra la Policía autonómica, como lo reflejaba en su primera página del día siguiente el periódico de mayor tirada del país, 'El Correo Español', que titulaba: «El asesinato de Arcocha, primer ataque frontal a la Ertzantza».

Por su parte, 'Egin' titulaba «Muerto en atentado el teniente coronel Carlos Díaz Arcocha», para precisar en el subtítulo que «Una bomba colocada en su coche acabó con la vida del jefe de la Ertzantza». El periódico de Hernani recogía así la doble condición de la víctima.

Como curiosidad en ambos diarios, la utilización del término «Ertzantza», con el que, sin embargo, el periódico clausurado se empecinó durante años por una disputa lingüística, incluso cuando institucionalmente y para todos los medios quedó totalmente asentada la denominación «Ertzaintza».

En su reivindicación de la acción, efectuada mediante llamada telefónica el 9 de marzo, ETA quiso precisar que el atentado «va dirigido contra el Ejército de ocupación español y cualquier otra interpretación es errónea». Además de en sus comunicados, ETA insistió en el mismo argumento en una entrevista ofrecida en la televisión francesa FR3 el 21 de marzo.

Nacido en Bilbo en 1932, Díaz Arcocha era militar de carrera. Según recoge la 'Gran Enciclopedia de España', perteneció al arma de Infantería y a la X Promoción de la Academia General de Zaragoza. Trabajó para el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) y, posteriormente, estuvo destinado durante once años al «Sahara Español» con el cargo de capitán de la Legión. Al abandonar aquel puesto, fue destinado de nuevo al CESID, en este caso en Gipuzkoa, donde permaneció hasta 1978, año en que se incorporó al Regimiento de Sicilia, en Donostia. El 26 de noviembre de 1981 fue nombrado jefe de la Ertzaintza, lo que le dejó en la situación de supernumerario en destino de carácter militar.

Díaz Arcocha, vestido de militar español, años antes de entrar en la Ertzaintza.

En una entrevista concedida al Grupo Correo muchos años después, una de sus hijas, Teresa Díaz Bada, fundadora de Covite, dijo que la decisión de Carlos Díaz Arcocha de ponerse al frente de la creación de la Ertzaintza estuvo rodeada de «incomprensión, por parte de unos y de otros». «Sus compañeros militares le vieron como a un traidor, porque se creían que iba a montar una especie de policía separatista. Aquello lo vivió con tanta tristeza... Y el Gobierno Vasco, en manos del PNV, no le veía como 'uno de los nuestros'».

Tenía que ser militar

En aquellos inicios, fue exigencia del Gobierno español que el máximo responsable policial del cuerpo recién creado tuviera rango militar. Este hecho tendría influencia igualmente en las circunstancias posteriores al atentado.

El 21 de marzo, la Consejería de Interior abrió expediente disciplinario al sustituto de Díaz Arcocha como superintendente de la Ertzaintza, el teniente coronel José Luis de Pablo Loizaga, por unas declaraciones en las que denunciaba que los mandos militares de la Policía autonómica se encontraban marginados. Sin  embargo, Luis María Retolaza, consejero del Interior, se mostró comprensivo al atribuir las palabras de De Pablo «al lógico estado emocional provocado por la muerte de Carlos Díaz Arcocha».

Según recoge la enciclopedia sobre ETA de la editorial Txalaparta, a finales de marzo de aquel año, De Pablo Loizaga, en la carrera militar desde 1945, presentó su dimisión al consejero, quien la rechazó, por lo que se mantuvo en el cargo hasta 1991.

Ante esta situación, a tenor de lo recogido en la citada enciclopedia, el Gobierno español había llegado a proponer a dos mandos policiales como posibles sucesores de Díaz Arcocha: Paulino García Díez, jefe de la Policía española en la CAV, y José Lull Catalá, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Bilbo. Sobre este último, Eli Galdos, entonces viceconsejero de Interior, dijo: «A Lull Catalá personalmente lo nombraría con mucho gusto. Sé que sería un excelente jefe de la Ertzaintza. Pero conociendo su procedencia, le haría un flaco favor, porque, si lo nombramos, sé que se lo intentarían cargar».

Alusiones al enfrentamiento civil

En unas declaraciones anteriores, las realizadas como reacción al atentado y la reivindicación del mismo por parte de ETA, el propio Eli Galdos se refirió a otro de los miedos latentes que un choque entre la organización armada y la Ertzaintza provocaba en el país: el riesgo del enfrenamiento civil. Galdos manifestó que «la muerte de Díaz Arcocha, aunque puede ser efectivamente un ataque al Ejército, como ellos dicen, es también un ataque directo a la institución que es la Ertzaintza, por mucho que ellos nos recomienden que no hagamos otra lectura que la suya»

Según Eli Galdos, el Gobierno autonómico «nunca se imaginó que ETA se atreviera a tanto. En un primer momento todos nos quedamos muy afectados y sorprendidos, pero ya está superado. La Ertzantza ha reaccionado perfectamente». El viceconsejero no descartó que pudiera iniciarse una cadena de violencia «que nos lleve incluso a un enfrentamiento civil y a que las cosas empiecen a desarrollarse con una dinámica completamente diferente a la actual». Esa es, añadió, «la responsabilidad de ETA».

Lo cierto es que hasta noviembre de 1993 no se produjo un atentado mortal directo y premeditado por parte de ETA contra la Ertzaintza, cuando el comando Bizkaia acabó con la vida del sargento mayor Joseba Goikoetxea, aunque para entonces ya se habían producido circunstancias luctuosas como, entre otras, la muerte en 1986 de Genaro García de Andoain, delegado general para asuntos de la Ertzaintza, durante el tiroteo surgido en la operación para liberar al empresario secuestrado Lucio Aginagalde; las primeras denuncias de torturas contra el cuerpo policial; su implicación en el trágico final de Xabier Kalparsoro en setiembre 1993, y, como claro punto de inflexión, el operativo policial dispuesto en septiembre de 1991 en el Parque Etxebarria –calificado por ETA como «auténtica emboscada»– en el que fallecieron el militante de ETA Juan María Ormazabal, 'Tturko', y el ertzaina Alfonso Mentxaka.

En una entrevista en el Grupo Noticias en 2016, la familia de Mentxaka, que pudo estar con él en el hospital antes de su muerte, reveló lo que al respecto pensaba el propio agente: «Nos decía que era el primer etarra que mataba la Ertzaintza y que eso iba a traer muchos problemas».

A finales de aquel 1991 ETA hablaba extensamente sobre la cuestión. Fue en una oceánica entrevista con dos periodistas de 'Egin'. Ocupó doce páginas, una de ellas dedicada exclusivamente a la Ertzaintza. Ante la insistencia de los periodistas sobre una posible escalada, el portavoz de ETA aseguraba que esta organización nunca iba a provocar ni fomentar el enfrentamiento civil, si bien alertaba de la deriva de la Policía autonómica: «No hay duda de que la Ertzantza, en lugar de ser herri-zantza, se está convirtiendo en una fuerza represiva».

Habían pasado más de seis años desde el atentado contra Arcocha. La tendencia no había sido buena y, con el tiempo, empeoraría aún más.