Hebe de Bonafini fue una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, que agrupó la protesta por los desaparecidos durante la dictadura en Argentina. Con una amplia trayectoria de lucha, en la que también mostró su solidaridad con Euskal Herria, Hebe de Bonafini falleció el 20 de noviembre de 2022. En 1997, con motivo del veinte aniversario del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, ofreció esta entrevista a ‘Egin’ publicada tal día como hoy de aquel año. La reproducimos a continuación:
«Seguimos creyendo en las ideas de nuestros hijos»
Carlos Aznarez
Veinte años después, las Madres siguen en pie de guerra contra el sistema «porque más allá de militares y políticos corruptos, es este sistema miserable el que mata de mil maneras a quienes se levantan para combatirlo».
¿Qué ha cambiado en el espíritu de las Madres de Plaza de Mayo en estos veinte años?
Yo creo que han cambiado muchas cosas. Partamos del tema de qué es un desaparecido y veremos que hay tres estados para analizarlo. Al principio queda todo igual en tu casa. Cuando empiezas a darte cuenta de que no va a volver, le das un poco de ropa al hijo de alguien que lo necesite, no haces más la cama, y te empiezas a dar cuenta de que ese ser querido ya no está. El tercer estado es cuando los vuelves a encontrar en otros, en sus luchas, y los incorporas de vuelta a tu cuerpo. Están de otra manera. Nosotras fuimos paridas por nuestros hijos y seguimos su lucha con más fuerza que nunca.
¿Se sienten ahora con más responsabilidades?
Sí, somos más requeridas por la gente y no solo por los que sufrieron la pérdida de un familiar en la dictadura o en las «democracias» que le siguieron, sino también por todos aquellos que son perseguidos por rebelarse: por los humildes, por los que no tienen trabajo ni techo. Además, fuimos tomando posiciones que nos corresponden en otras luchas internacionales. Hace pocos días, hablando en Roma, cuando todavía no había ocurrido la masacre de los guerrilleros del MRTA, dije que no podía haber espacios grises cuando se trataba de la justicia y la libertad de los pueblos. O se estaba con los compañeros del MRTA o se estaba con el asesino Fujimori.
¿Cómo recibe la izquierda moderada este lenguaje duro?
Nosotras sabemos que lo que decimos no solo le cae muy mal al poder, sino que también molesta a todos aquellos que optan por el espacio gris, indefinido, al que antes me refería, Aquí hay mucha hipocresía. Es muy fácil, para algunos que se dicen de izquierda, aplaudir los movimientos de liberación cuando están lejos, y si están desarmados mejor, pero cuando se acercan geográficamente ya no aplauden más. Se borran desvergonzadamente.
¿Fue muy difícil dejar de reclamar por sus propios hijos para pedir por todos?
Yo creo que la gente no vio la dimensión real cuando las Madres dijimos que no íbamos a usar más las fotos de nuestros hijos ni a poner más sus nombres en los pañuelos blancos, para pasar a pedir por todos. Y ese todos era un paso muy fuerte.
Las «subversivas»
¿Cómo vivieron el hecho de que algunas Madres se distanciaran del grupo original y algunas recorran el mundo acusándolas a ustedes de «ultras»?
Me da mucha tristeza por sus propios hijos, porque atacar lo que hacemos las Madres significa atacar los principios por los que cayeron sus hijos. Nosotras estamos reivindicando lo que ellas han decidido negar, que es su definición revolucionaria.
El presidente Carlos Menem ha dicho que «la subversión vuelve a resurgir en la Argentina», y pone a las Madres en la lista de los «conspiradores revolucionarios».
Menem le tiene mucho miedo al pueblo movilizado. Ellos saben que el hambre, la desocupación y la miseria engendran rebeliones. Menem sabe que con su política está generando una respuesta cada vez más masiva y quiere asustar a la población con el tema de que resurge la violencia, pero aquí ya nadie se traga ese verso, que es el mismo que usaron los milicos y Alfonsín.
Por otro lado, en la Argentina de hoy se vuelve a hablar de los años 70 y de las luchas que se dieron en esa época. Los chicos jóvenes quieren saber.
Ojalá muchos empezaran a mirar y a tomar ejemplo de lo que hacían nuestros hijos en los 70. Ojalá se retomara el trabajo político y social que se había montado en aquella gloriosa época. Que fuéramos tan combativos, sensibles y solidarios como eran esos chicos y chicas maravillosos.
Muchos señalan que en la Argentina hay bronca social, pero no se ve una alternativa política que la canalice. ¿Las Madres se plantean ser una alternativa en ese sentido?
Las Madres estamos ayudando a construir esa alternativa. No somos más que eso, pero nunca menos. No somos ni demagógicas, ni especulamos con cargos. Somos revolucionarias. Creemos que el camino a seguir va a ser muy duro. Lo que ha ocurrido recientemente en Cutralcó –donde toda una población se levantó en defensa de sus puestos de trabajo– habla de que hay gente que se está organizando y lucha por todos los medios. Saben lo que quieren y no ceden.
¿Qué quiere decir Hebe de Bonafini cuando dice que «las Madres están dispuestas a morir y a matar por la revolución»?
Que el pueblo tiene que aprender a defenderse. Hay mucha gente que dice «yo quiero morir por la revolución», y nosotras decimos: «no hay que pensar tanto en morir, sino que hay que ver cómo se las damos con todo». Y para eso hay que prepararse para matar por la revolución, y lo decimos sin hipocresías. Marcos tuvo que aprenderlo y armó a su gente, y cuando tuvo que matar, mató. En Cuba, el pueblo no va a dejar que le invadan la isla. ¿Cómo lo van a hacer? Lo van a hacer con sus armas. Y nosotros lo vamos a aplaudir, porque el enemigo viene armado, dispuesto a matar, como lo hicieron con los compañeros del MRTA. Yo no estoy más dispuesta a que me lleven más hijos. Si hubiera habido treinta mil pibes (chavales) armados no hubiera ocurrido lo que pasó.
En Euskal Herria hay gente luchando por la independencia, hay presos, hay torturados. ¿Cuál es el mensaje que tienen las Madres para ellos?
Los hombres que están presos por defender a sus pueblos son mucho más libres que los que están fuera de las cárceles. Mi mensaje para la gente del País Vasco que está luchando es que no abandonen, que la lucha es como los latidos del corazón. No solo se necesita el oxígeno para vivir, sino que la lucha entra como el oxígeno, por nuestro corazón y por nuestra cabeza.