Como cualquier otra actividad, el deporte también tiene su cara y su cruz, como quedó en evidencia un día como hoy, en el que Maialen Chourraut se traía para Lasarte un oro desde las Olimpiadas celebradas en Río de Janeiro en 2016, mientras que más de veinte años antes, fallecía el montañero Atxo Apellaniz tras hacer cumbre en el K-2.
La cara venía desde América, con el descenso casi perfecto, sin ningún error, que había dado la medalla de oro a la piragüista vasca en la modalidad de K1 en slalom. Su intervención en los Juegos no había empezado con buenas sensaciones, ya que en la primera jornada estuvo a punto de irse para casa.
Pero la lasartearra se repuso y consiguió hacer una esperanzadora semifinal en la que terminó tercera. Y después ya vino la final, con un descenso brutal, con un tiempo de 98 segundos y 65 centésimas. De hecho, aventajó en más de tres segundos, toda una eternidad, a la neozelandesa Luuka Jones (101.82 segundos y medalla de plata) y en casi cuatro a la tercera, la australiana Jessica Fox (102.49 y medalla de bronce).
Con varios gritos celebró la piragüista el éxito, que llegaba cuatro años después del bronce en Londres y tres después de ser madre. De hecho, la pequeña Ane había seguido la prueba in situ y hasta llegó a tocar el agua del canal tras el triunfo de Chourraut.
Tras recibir el dorado galardón y bajar del podio, compartió ese momento de felicidad con su hija y su pareja y entrenador, Xabi Etxaniz. A su familia y a quienes le venían apoyando en su carrera deportiva dedicó esa medalla, que calificó del «sueño de estos últimos cuatro años y lo tengo ahora en la palma de la mano».
Días más tarde, el 16 de agosto, mostraba orgullosa esa medalla en el homenaje que le tributaron sus compañeros del Atlético San Sebastián en la Kontxa, donde Chourraut se mostró un poco abrumada por «haber emocionado a tanta gente. Me ha parecido impresionante cómo lo ha vivido la gente y me ha emocionado el calor que he recibido antes y después de los Juegos».
En las siguientes Olimpiadas, las de Tokio 2020, la piragüista vasca consiguió la medalla de plata, que se sumaba a otros galardones, como las tres medallas en el Campeonato Mundial de Piragüismo en slalom entre los años 2009 y 2023, y tres medallas en el Campeonato Europeo de Piragüismo en slalom entre los años 2014 y 2017. El pasado 14 de junio, consiguió la medalla de plata en la Copa del Mundo de piragüismo slalom disputada en Cracovia.
Con 41 años ha competido en los Juegos de París, sus quintas Olimpiadas, pero un mal inicio le privó de luchar por las medallas. Fue la segunda en liza y un error tempranero fue su condena en la que pudo ser su última final olímpica.
Drama vasco en el K-2
Si Chourraut representa la cara del deporte en esta jornada, la cruz viene marcada por el montañero gasteiztarra Atxo Apellaniz, que en 1994 fallecía por agotamiento en el K-2 tras haber hecho cumbre junto al bilbotarra Juanjo San Sebastián.
El montañismo vasco se vestía de luto curiosamente poco después de recibir buenas noticias desde esa emblemática cumbre. Mes y medio antes, los hermanos Félix y Alberto Iñurrategi, Juanito Oiarzabal, Kike de Pablo y Tomás habían alcanzado su meta tras ascender desde la ladera opuesta en la vertiente china.
Además, el 30 de julio, José Carlos Tamayo, junto a Sebastián de la Cruz, conseguía el primer ascenso vasco de la arista Norte. Incluso el propio Apellaniz y San Sebastián habían hecho cumbre el 4 de agosto, elevando en ese momento a nueve las ascensiones vascas y a 106 las del total de la montaña.
Pero a ese momento de alegría iba a seguir la tragedia. El arribo se había producido muy avanzada la jornada y tuvieron que realizar un primer vivac a poca distancia de la cima.
Al día siguiente, una avalancha hizo caer a San Sebastián 400 metros, mientras Apellaniz, que no sabía lo que había ocurrido, continuaba con el descenso. Los dos tuvieron que vivaquear otra noche.
San Sebastián logró llegar a la tienda que tenían en el último campamento, mientras Apellaniz descendía lentamente y volvía a vivaquear otra noche. En vista de que este último se encontraba en una situación límite, el bilbotarra, haciendo un supremo esfuerzo, llegó hasta su tienda para llevarle agua.
Tras dos días de complicado descenso, terminaron recibiendo la ayuda de Sebas de la Cruz y Ramón Portilla, que habían subido para socorrerles. Pero Atxo Apellaniz estaba agotado y terminó falleciendo en el Campo II.
Su compañero de ascenso había sobrevivido, pero sufría congelaciones en pies y manos, así que le esperaba un complicado descenso en el que fue apoyado por sus compañeros y varios montañeros italianos.
De esta trágica manera se ponía punto final a uno de los historiales de ascensiones en el Himalaya más brillantes del montañismo vasco. Atxo Apellaniz había nacido en Gasteiz en 1954 y en 1982 había iniciado su contacto con esa cordillera en un intento sin fortuna en el Kangchungtse. Tres años más tarde participó en la primera expedición científica alavesa, ascendiendo a la cumbre del Cho Oyu.
En 1987, tras un intento frustrado en el Hidden Peak, ascendió al Gasherbrum II. Dos años después, protagonizó junto a Oiarzabal, De Pablo y José Luis Zuloaga un atrevido intento sobre el difícil pilar Oeste del Makalu, llegando a poca distancia de la cumbre.
Al año siguiente, con un equipo de TVE, ascendió en el intervalo de ocho días a las cumbres del Sisha Pangma Central y del Cho Oyu. En 1992, fue uno de los miembros de la expedición científica alavesa que consiguió ascender al Nanga Parbat por su vertiente de Diamir.
En 1993 volvió al Everest, retirándose desde la cima Sur en el contexto de una expedición patrocinada por la Diputación de Araba, viendo de cerca el accidente en el que perdió la vida Toño Miranda.
Un año después, el que murió fue el propio Apellaniz, cuyo cuerpo quedó para siempre al pie de la última montaña que escaló. Una calle en Gasteiz lleva su nombre.