El titular principal de la portada del diario ‘Egin’ del día siguiente no dejaba lugar a dudas: «Consumada la escisión del PNV tras la asamblea de Gasteiz». La crisis en el seno de la formación jeltzale comenzó a fraguarse casi dos años antes con la dimisión del lehendakari Carlos Garaikoetxea y las desavenencias dentro del partido sobre la Ley de Territorios Históricos y las competencias de las diputaciones forales.
Los acontecimientos se precipitaron en agosto de 1986 cuando fue expulsada del partido la Junta Municipal de Gasteiz. Esos mismos afiliados jeltzales convocaron una asamblea para el 4 de septiembre y aprobaron la creación de una nueva formación política que se denominada «Eusko Abertzaleak-Nacionalistas Vascos». No pudieron registrar ese nombre porque pertenecía al PNV, por lo que mantuvieron las siglas y se llamaron Eusko Alkartasuna.
Tras casi tres horas de reunión, aprobaron un documento programático en el que se consumaba la escisión en el partido jeltzale que fundó Sabino Arana en 1895. Según se daba cuenta en la última página del periódico, a la asamblea acudieron 335 afiliados. De ellos, 313 votaron a favor del documento, 4 en contra y 18 se ausentaron durante el debate por motivos personales.
Resumen del documento aprobado
‘Egin’ recogió en su última página parte del documento aprobado y destacaba que el nuevo partido se definía como «popular, democrático, moderno y progesista». Una de las características más destacables era la defensa del derecho a la autodeterminación, «sin que ello suponga sobrepasar el marco legal que impone el Estatuto de Autonomía».
En la primera parte del documento, titulada «Aspectos ideológicos de la crisis del PNV», se hacía una encendida crítica a la trayectoria mantenida por la cúpula de la formación jeltzale. Así, mencionaba «la desastrosa» aplicación de la Ley de Territorios Históricos ya que entendían que «desarrolla un modelo institucional que debilita las instituciones nacionales vascas».
Se censuraba igualmente como «grave claudicación ideológica» el «repudio explícito» «al principio de soberanía del pueblo vasco». En este sentido, hacían referencia a unas manifestaciones de José Antonio Ardanza en el Club Siglo XXI y criticaban que «al afirmar que el Estatuto no es un medio, sino un fin, se ha engañado al pueblo vasco».
En otro de los apartados se explicaba que los conflictos internos también contribuyeron a la «ruptura». Según citaban, se realizaron «purgas de afiliados incómodos para la dirección», se llevó a cabo «la liquidación alevosa» del partido en Nafarroa y una «operación de acoso y derribo al lehendakari Garaikoetxea».
«Esta serie de hechos y el rechazo a cualquier vía de arreglo han llevado la crisis a un punto de no retorno, que coincide con un momento particularmente delicado del nacionalismo vasco en general», se explicaba en el texto.
La formación Eusko Abertzaleak-Nacionalistas Vascos proponía también «actualizar vigorosamene el planteamiento nacionalista heredado de Sabino Arana. La reintegración foral es una reivindicación histórica que aporta a los vascos un título inestimable para reclamar nuestro derecho histórico al autogobierno. Pero su lectura a las puertas del siglo XXI debe traducirse como el mismo derecho a la autodeterminación que reclamamos como el más importante de nuestros títulos: nuestra conciencia nacional».
Según se defendía en el documento, «el derecho a la autodeterminación del pueblo vasco será el que garantice el leal cumplimiento por parte del Estado español de los pactos constitucionales que, en cada momento, actualicen nuestro derecho al autogobierno». Al referise al Estatuto, añadían que se trata de «un instrumento imprescindible en el momento presente» y que a través de él «podrán ser reclamadas modificaciones del marco legal».
El nuevo partido abogaba también por «la mejora de las condiciones de vida», «la defensa de la paz y la distensión en contra de los bloques». A su vez, se posicionaba por la creación en Europa de una «Federación de las naciones sin Estado», por la «defensa de la integridad territorial de Euskadi Sur» y por la consideración del euskara como lengua nacional.
Apoyos y adelanto electoral
Manuel Ibarrondo, que después sería elegido como el primer presidente de EA, se erigió en el portavoz de los «críticos» gasteiztarras, como se les definió en la noticia publicada en ‘Egin’. Según admitió, el documento aprobado se dio a conocer «a diversas personalidades del país» y contaba con el beneplácito de Garaikoetxea, que no estuvo presente aunque después asumiría el liderazgo del nuevo partido. Sin embargo, sí que acudieron José Angel Cuerda, que fue alcalde de la capital alavesa, y una nutrida representación de los expulsados navarros encabezada por Koldo Amezketa.
Al término de la asamblea, Cuerda dijo sentirse ya miembro de la nueva formación y manifestaba que la escisión había sido «absolutamente inevitable». En 1990, regresaría a la formación jeltzale.
El presidente del Parlamento de Gasteiz en aquel entonces, Juan José Pujana, también se sumó al nuevo partido que generó todo tipo de reacciones en la clase política vasca.
En cambio, el lehendakari José Antonio Ardanza censuró al sector «crítico» del PNV y acusó a los responsables de la escisión de «contraer una responsabilidad histórica que solo favorece a los adversarios del nacionalismo vasco». En un discurso realizado en el homenaje a Leizaola en el palacio de Ajuria Enea, aseguró que «el daño político que ya han producido es irreparable. Vienen momentos muy difíciles. Lo único que pido es que si a algunos les queda un mínimo de la honradez y coherencia de la que tanta gala hacen, no pierdan un minuto más. Basta de jugar con este país. Todo tiene un límite. Lo que tengan decidido, háganlo de una vez. A partir de ese momento, que cada cual arrastre su propia piedra».
Ardanza convocó elecciones antes de finalizar el año y el PNV, pese a un fuerte retroceso, fue la fuerza más votada. Sin embargo, el PSE ganó en número de escaños ya que consiguió 19 parlamentarios por los 17 que sacó la formación jeltzale. El acuerdo entre ambas formaciones mantuvo en el cargo a Ardanza. Por su parte, HB y EA empataron con 13 parlamentarios, y Euskadiko Ezkerra sacó 9. Además, los partidos AP y CDS obtuvieron dos parlamentarios cada uno.