1977/2024 , November 23

Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

Artículo de opinión de Margarita Robles en 'Egin' celebrando el diálogo en Irlanda

El 23 de noviembre de 1997, Margarita Robles, hoy ministra de Defensa y entonces ex secretaria de Estado de Interior, escribía en 'Egin' un artículo de opinión elogiando la apuesta por el diálogo de Tony Blair en Irlanda y valorando que ese debería ser también el camino a adoptar en Euskal Herria.

Margarita Robles, actual ministra española de Defensa.
Margarita Robles, actual ministra española de Defensa. (EUROPA PRESS)

En pleno proceso de paz irlandés, y bajo la pregunta «¿Lo de Irlanda es válido para Euskal Herria?», 'Egin' abrió en 1997 una tribuna abierta en la que un gran número de personalidades políticas, sociales y sindicales hicieron su aportación. Entre ellas, Margarita Robles, entonces ex secretaria de Estado de Interior, y hoy ministra de Defensa en el Ejecutivo español.

En un extenso artículo, la magistrada y política leonesa, que en la actualidad pasa por ser exponente de las posiciones más derechistas del gabinete de Pedro Sánchez, hacía un encendido elogio de la política de diálogo del primer ministro británico Tony Blair en Irlanda, y alababa, asimismo, la «valentía y sabiduría política» del Sinn Féin e incluso del IRA.

Aunque sin desprenderse de su papel de ex secretaria de Estado, y reprochando también a la izquierda abertzale que no siguiera la senda del movimiento republicano irlandés, Robles sostenía, haciendo referencia al Gobierno liderado entonces por José María Aznar, que «después de treinta años de sufrimiento ya no resulta suficiente una política antite­rrorista basada en la mera retórica, después de cada atentado, pidiendo lo que obviamente es necesario: se­renidad, firmeza y unidad de los demócratas. Es preciso algo más, como en Irlanda, sin com­plejos».

Una década más tarde fue la izquierda abertzale la que protagonizó, sin complejos, un debate y un proceso que desembocó en el escenario que vivimos en este momento, mientras desde el partido de Robles personajes como Alfredo Pérez Rubalcaba trataban de empedrar el camino. Pero para entonces ella ya estaba a otras cosas, como ahora.

Este es el artículo publicado en 'Egin' el 23 de noviembre de 1997:

El ejemplo irlandés

Margarita ROBLES (ex secretaria de Estado de Interior):

El mundo entero se encuentra pendiente estos días de las conversaciones de paz para Irlanda que, con la participación del Sinn Féin, se iniciaron el día 15 de se­tiembre en el Castillo de Stormont, en las proximi­dades de Belfast.

Aun cuando se es cons­ciente de que el proceso de paz no será fácil, que habrá obstáculos en el camino y que, desgraciadamente, no faltarán los interesados en su fracaso, lo cierto es que se ha abierto una esperanza, hasta hace poco insospe­chada, que se traduce en gestos históricos, como el primer encuentro desde 1921 entre un primer mi­nistro británico y el máximo dirigente del Sinn Féin. Ante el proceso iniciado, después de tantos años de violencia estéril, nadie niega, ni al Gobierno britá­nico encabezado por Tony Blair, ni al propio Sinn Féin, valentía y sabiduría política suficiente para abordar el largo y difícil proceso en busca de la paz. Sólo una minoría en el Reino Unido, perfectamente identificada, ha criticado el paso dado.

Por el contrario, la in­mensa mayoría de la pobla­ción, sin distinción entre ca­tólicos o protestantes, apoya tal medida.

Ninguna voz ha osado decir que Tony Blair «haya cedido al chantaje terro­rista», por el contrario, éste aparece con unos porcen­tajes de aprobación de su gestión de un 90 por ciento, porcentaje difícilmente igua­lable entre cualquiera de los políticos de los países demo­cráticos, lo que le configura como el político más valo­rado y respetado del mo­mento actual. Por razones que no aciertan a compren­derse, lo que está ocu­rriendo en Irlanda no es su­ficientemente analizado ni abordado en España, en donde sólo de forma muy tangencial se dan noticias concretas de lo que ocurre en Stormont, poniendo fun­damentalmente de relieve los aspectos más conflictivos (como si cualquier proceso de paz no los tuviere) y sin hacer un profundo estudio de lo que allí ocurre, ni ex­traer consecuencias que nos pudieran servir de ejemplo.

Y ello pese a que el pro­ceso de paz para Irlanda no puede, desde el rigor polí­tico, pasar desapercibido ni ser ignorado a la hora de abordar la pacificación de Euskadi. No faltan los que, enrocados en posturas de dureza, en ocasiones presi­dida sin duda por una buena voluntad, pero en otras guiadas por propósitos menos confesables, estiman que no cabe hacer ningún paralelismo entre Euskadi e Irlanda del Norte.

Naturalmente que cada uno de los conflictos que a lo largo de la Historia se han producido en el mundo son diferentes, pero queda acreditado históricamente y así lo atestiguan personas e instituciones que han inter­venido como mediadores en aquellos, que, aun dentro de las características propias de cada uno, hay siempre unas claves comunes que per­miten avanzar cuando efecti­vamente hay una voluntad de diálogo y de terminar con la violencia. Desde la ine­quívoca voluntad que los demócratas hemos demostrado en innumerables ocasiones de querer acabar con la vio­lencia, es hora de sacar con­clusiones.

¿Por qué lo que son elo­gios y admiración hacia el primer ministro británico al abordar decididamente el proceso de paz en el Ulster iba a suponer, por el con­trario, una «cesión al chantaje» del Gobierno español si procediera como aquel ha hecho? Nadie está en abso­luto legitimado para capita­lizar, instrumentar, o inter­pretar el «Espíritu de Ermua».

Pero lo cierto es que en Euskadi y en el resto del Es­tado la población ha gritado «basta ya» a la violencia como respuesta adecuada a ello, emprendiendo, como se ha hecho en Irlanda, el trabajoso camino hacia la paz. Después de treinta años de sufrimiento ya no resulta suficiente una política antite­rrorista basada en la mera retórica, después de cada atentado, pidiendo lo que obviamente es necesario: se­renidad, firmeza y unidad de los demócratas.

Es preciso algo más, como en Irlanda, sin com­plejos, con la absoluta legiti­midad que para ello tienen los que respetan las reglas del Estado democrático y la autoridad moral que de ello se deriva frente a los que justifican la violencia. Tam­bién el mundo del MLNV debería aprender del coraje del Sinn Féin y del propio IRA al declarar una tregua, lo que no les hace menos patriotas, ni menos defen­sores de sus principios.

Resulta difícil creer que de verdad se quiere el diá­logo y la Alternativa Demo­crática cuando los pronun­ciamientos se acompañan de atentados, en contra de la voluntad mayoritaria del pueblo vasco, en cuyo nombre ellos dicen actuar. ETA debe demostrar con hechos lo que dice con pala­bras, sin embargo parece faltarles la audacia y la sabi­duría política de que ha hecho gala el IRA al de­clarar una tregua efectiva.

Recientemente, el Papa Juan Pablo II decía a los obispos vascos que era nece­sario una mayor implicación de la Iglesia para acabar con el terrorismo en este país. Tal pronunciamiento en modo alguno debe entenderse como una crítica al papel de aquellos, muchas veces injustamente incom­prendidos en su papel pastoral, condenatorio siempre de cualquier género de violencia.

Al contrario, dicho llama­miento debe entenderse como la exigencia de una mayor profundización en la búsqueda de caminos para la paz, dirigida no sólo a la Iglesia, sino a todos los que tienen cualquier género de responsabilidad y mucho más si ésta es de carácter político. Difícilmente se va a caminar hacia la paz en cualquier proceso si, con ca­rácter exclusivo o básica­mente prioritario, se pre­tende el aniquilamiento del enemigo, posicionamiento éste, por lo demás, contrario a los principios que siempre han sustentado a la Iglesia católica.

La sociedad española ha dado en innumerables oca­siones muestras de una enorme madurez, demos­trando abiertamente que no acepta atajos contra el terro­rismo, ya que frente a éste únicamente se puede com­batir con el imperio de la Ley. Jaime Mayor Oreja, de quien los que le conocemos podemos destacar su hones­tidad y rigor político, tiene ante sí una oportunidad his­tórica.

Cuenta con unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado absolutamente ejem­plares, con verdadera vo­luntad de servicio a la so­ciedad y donde no hay hueco para el rencor, pese a los bárbaros atentados de que han sido objeto.

Felizmente, los partidos de la oposición, demos­trando un sentido de Estado del que se hizo gala en tiempos pasados, no van a hacer de la política antiterro­rista un instrumento de la lucha partidista.

Su clarividencia ha de po­nerle de manifiesto que más allá de los puntuales «triunfos» que pueda haber en este campo, la verdadera «sabiduría política» está en trabajar abriendo nuevos ca­minos a la paz. El modelo está muy próximo.

Tony Blair, con su au­dacia, ha conseguido lo que hace unos meses nadie creía posible y los más criticaban.

Por ello está siendo re­compensado, ha abierto una nueva página en la Historia, cosa que no todos pueden realizar, y lo ha hecho con ese inmenso apoyo popular que sólo los honestos y los audaces pueden conseguir. Frente al silencio que hoy en día  constatamos, hay mucho que hablar, mucho que aprender y, por qué no, mucho que imitar del proceso de paz puesto en marcha en Irlanda.

Nuestro país merece mirar al futuro con una ver­dadera y no puramente retórica esperanza.