1977/2024 , November 27

Abdullah Öcalan y Rafael Correa: dos luchas, dos símbolos perseguidos

En un 27 de noviembre confluyen las luchas del pueblo kurdo y ecuatoriano –y latinoamericano, por extensión–, de la mano de Abdullah Öcalan y Rafael Correa. El primero fundó el PKK, tal día como hoy, en 1978, y el segundo confirmó en 2006, tras horas de incertidumbre y temor al fraude, la abrumadora victoria en la segunda vuelta de los comicios, alcanzando la Presidencia con una «Revolución Ciudadana» que lo mantuvo diez años en el poder. Cada cual a su manera, ambos siguen perseguidos.

Öcalan, en una conferencia de prensa en Líbano en 1993.
Öcalan, en una conferencia de prensa en Líbano en 1993. (Joseph BARRAK | AFP)

Probablemente, un sinfín de aspectos separarán las figuras de Abdullah Öcalan (Amara, Kurdistán bajo administración turca, 1949) y Rafael Correa (Guayaquil, Ecuador, 1963), pero ambos han liderado en sus respectivos territorios movimientos emancipatorios y, además, ambos han sido represaliados por ello.

En las dos historias, de las que GARA ha ofrecido buena cuenta a lo largo de su historia, figuran sendos 26 de noviembre como fechas clave.

Vayamos por partes. En el caso del líder kurdo, conocido también como 'Apo', lideró en 1978 la creación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y apenas dos años después tuvo que partir al exilio.

En 1984, el movimiento kurdo decidió dar un paso más y lanzó una estrategia armada contra el Gobierno turco, que respondió con ferocidad.

Abdullah Öcalan, arma en mano, en la zona libanesa de Bekaa, en 1997. (AFP)

Forzado a salir de Siria en 1998, Öcalan buscó refugio en diferentes países europeos y finalmente fue detenido por los servicios secretos turcos en las puertas de la embajada de Grecia en Nairobi (Kenia). Fue condenado a muerte en 1999, aunque la pena fue conmutada por la cadena perpetua después de que Turquía aboliese la pena capital en 2002.

Durante su reclusión en la isla-prisión de Imrali, de la que se ha cumplido este año un cuarto de siglo, 'Apo' ha sido sometido a un estricto régimen de aislamiento. Solo por citar un reciente ejemplo: la visita de su sobrino Omer Öcalan el pasado mes de octubre fue la primera que recibía en más de cuatro años y medio.

En 2003, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, condenó a Turquía por «trato inhumano» y «proceso injusto» al líder del PKK, aunque, al igual que ha pasado en otros casos –como el del excopresidente del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) Selahattin Demirtas, aún en prisión– Ankara hizo oídos sordos a esa resolución.

Sin embargo, el Estado turco tampoco ha conseguido el objetivo de acabar con el PKK que perseguía con el arresto de su líder o la brutal represión contra el movimiento. Un simple repaso a lo publicado en Artefaktua estos últimos meses sirven como muestra: la carta de Öcalan de 2009 constata que, a pesar de todo, no han logrado callarlo, y los numerosos reportajes y entrevistas de Karlos Zurutuza del bastión de las montañas Kandil –así como otros análisis e informaciones– dan fe de un movimiento vivo y en constante transformación.

La Revolución Ciudadana de Ecuador

A más de 12.000 kilómetros de la celda en que Turquía mantiene a 'Apo', se encuentra Quito, la capital de Ecuador, país que tras contener durante horas la respiración, pudo confirmar la primera de las victorias electorales del economista Rafael Correa, obtenida con autoridad pese a los fantasmas de fraude.

El expresidente ecuatoriano Rafael Correa. (El Universal | ZUMA PRESS | CONTACTOPHOTO)

Su asunción del poder, en los primeros compases de 2007, dio inicio al mandato más largo de la historia del país al prolongarse durante diez años, y a su vez, puso fin a una larga etapa de inestabilidad, con varios presidentes derrocados en la última década.

La «Revolución Ciudadana» de Rafael Correa vino a reforzar el ciclo progresista que se puso en marcha en América Latina tras alcanzar el difunto Hugo Chávez la Presidencia de Venezuela en 1999 –siempre con Cuba como gran respaldo–, y al que después se sumarían, con todas las particularidades y matices que se quieran, el Brasil de Lula da Silva, la Bolivia de Evo Morales, la Argentina de Cristina Fernández, la Honduras de Manuel Zelaya, el Chile de Michelle Bachelet, el Uruguay de Tabaré Vázquez o el Paraguay de Fernando Lugo.

Todos ellos, cada cual a su ritmo y a su manera, contribuyeron a construir un gran polo progresista en la región y dieron importantes pasos en la integración latinoamericana y se avanzó notablemente en el combate a la pobreza.

Casos como el de Bolivia fueron muy relevantes para la inclusión y el reconocimiento de amplias capas populares de pueblos originarios que hasta entonces habían sido marginados por las élites. Es bien significativo que el país pasara a proclamarse Estado Plurinacional de Bolivia.

Los textos de Luismi Uharte o José Miguel Arrugaeta, los elaborados por la redacción de GARA o aquellos acercados a nuestra audiencia gracias al hermanamiento con el diario mexicano 'La Jornada' sirvieron para tejer una crónica de momentos muy esperanzadores para los sectores progresistas de estas tierras.

Involución y renacimiento

Ningún ciclo es eterno y aquel tampoco lo fue, menos aún en una región tan tristemente acostumbrada a las injerencias, manu militari o con ese lawfare ahora tan en boga.

El propio Correa, tras ser traicionado por su otrora delfín, Lenín Moreno, se vio envuelto en una serie de causas judiciales que le obligaron a buscar refugio en Suiza.

En aquellos momentos de repliegue parecería impensable, pero aun con todas las dificultades, el continente ha alumbrado nuevas semillas de esperanza, como las históricas victorias de Gustavo Petro en Colombia o Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum en México. Quien pestañea se lo pierde.