El VIH eclosionó en Congo a principios del siglo XX, viajó a Haití en los años 60 y de ahí pasó a EEUU
Joseba VIVANCO
No fue hasta el año 1981 cuando la enfermedad del sida cobró un indeseado protagonismo. Pero aquel incipiente comienzo de la epidemia en la que hoy se ha convertido tuvo un prólogo. Hallar ese origen es la meta de investigadores como Paul Sharp, prestigioso genetista de la Universidad de Edimburgo, que ha visitado recientemente la UPV-EHU, donde habló sobre el origen del virus causante de esta enfermedad que afecta ya a 33 millones de personas. Un virus que se sabía «emigró» del continente africano varias décadas atrás, pero sobre cuya eclosión nuevas investigaciones han arrojado novedosas evidencias.
El equipo de Sharp trabaja desde hace tiempo en la secuenciación del ADN de virus aislados de diferentes especies de primates africanos, así como de pacientes humanos seropositivos. Su labor se ha centrado en determinar el origen del virus VIH, de qué especie animal proviene y de dónde, geográficamente, pasó el virus antecesor del sida (SIV) al primer ser humano.
La comparación de las secuencias con las que trabajan han demostrado que el virus se transmitió a los humanos a partir de chimpancés que habitan en la frontera entre la RDC y Camerún. En concreto, focalizaron su trabajo de campo en la vertiente meridional del río Sanaga, donde localizaron una versión del Virus de Inmunodeficiencia Simia (SIV) en ejemplares adultos. «Aquí es probablemente donde dio comienzo todo. Conseguimos obtener estos virus del sureste de Camerún, muy similares al VIH», aseguraba Sharp ya en 2006.
El SIV probablemente mutó de los chimpancés a los humanos a través de un contacto de la sangre con los cazadores. ¿Cómo? Parece que a través de la infección de heridas abiertas con sangre de estos primates contaminados, un «trasvase» que habría ocurrido durante los procesos de despiece de estos animales. Se descarta que pudiera ser por la ingestión de esta carne, y sí por esa manipulación de las piezas cazadas.
La pregunta lógica es por qué el virus dio ese salto si la práctica de manejo de esos chimpancés seguramente era algo tradicional en esas zonas. La explicación dada por el grupo de Sharp es que no fue hasta que la densidad poblacional de estos poblados africanos aumentó. Así, la investigación data entre las décadas de 1920-40 cuando ese aumento de población propició la rápida dispersión del virus. La capital del Congo, Kinshasa (Leopoldville, en aquella época), era una de las mayores ciudades y fue allí desde donde se propagó el virus. Las dos muestras del mismo más antiguas de que disponen los científicos proceden, precisamente, de Kinshasa.
También apunta a ese epicentro un reciente estudio publicado en 'Nature' en octubre pasado. En dicha investigación, los autores liderados por Michael Worobey, de la Universidad de Arizona, aseguran que el virus ya circulaba en esa zona hacia 1900 y ya contagiaba a gente por entonces. Estas nuevas revelaciones confirmarían ese adelanto en el inicio de la propagación del virus, que se apuntaba hacia los años treinta.
Con estas explicaciones, los investigadores descartan las hipótesis que hablaban de que el VIH se creó en un laboratorio o que fue el resultado de la vacunación en África con preparados de células contaminadas de chimpancé.
De África a EEUU, pasando por Haití
La otra cuestión sobre la que Sharp y sus colaboradores han arrojado luz se refiere a la posterior trayectoria del virus a partir de sus nichos de origen. Esa vía hacia la posterior epidemia mundial hizo una primera escala en Haití. ¿Cómo? La respuesta es la crisis económico-política que vivió el Congo entre los años cincuenta y sesenta. Desde Haití, profesionales de distintos ámbitos viajaron al país centroafricano a prestar su ayuda. Probablemente, se infectaron con el virus y al regresar a su país lo hicieron llevando consigo aquel patógeno mortal. El paso posterior a Norteamérica fue inevitable, y de ahí a Europa y al resto del mundo.
Un estudio publicado en octubre de 2007 en la revista 'PNAS' revelaba que el virus entró en EEUU alrededor de 1969 y que viajó a sus anchas durante doce años por el país, sin llamar la atención hasta que una masa crítica de casos llamó la atención de la comunidad médica.
«La idea de que el VIH ya se propagaba entre seres humanos sesenta u ochenta años antes de que el sida fuera identificado no debería sorprendernos –escribía el propio Sharp en un reciente artículo en 'Nature'–. Si la epidemia creció exponencialmente desde varios infectados en torno a 1910 hasta los 55 millones de 2007, es probable que en 1960 solo hubiera unos pocos miles en África central. Teniendo en cuenta la diversidad de síntomas y el largo periodo de latencia tras la infección, es fácil imaginar que la incipiente epidemia pasara desapercibida».
Porque la clave principal de esa propagación fue precisamente su silencio. El largo tiempo de manifestación de la enfermedad fue determinante para que los sistemas sanitarios e investigadores se vieran incapaces de atajarlo. Otro peligroso virus africano, el ébola, aparece, por ejemplo, más rápidamente y sus síntomas son pronto visualizados, lo que evita su propagación.
Rastrear el origen del VIH facilita a los investigadores conocer cómo puede evolucionar el virus en el futuro. Lo que sigue intrigando a los investigadores es por qué el VIH debilita tanto a los humanos y, sin embargo, el VIS no es aparentemente dañino para los chimpancés. Quizá sea una de las claves de futuras vacunas. Pero, ¿sería factible que en algún rincón del planeta un virus similar estuviera hoy esperando para eclosionar como lo hizo el del sida? La respuesta la da el propio Paul Sharp: «Es tal la difusión e incidencia del virus del sida, que no deja sitio a otros. Es decir, ocupa casi todo el nicho disponible en todas las poblaciones humanas mundiales. Por eso no parece que pueda haber espacio para otro virus de similares características». Al menos, es un respiro.