La portada de Artefaktua de este 9 de diciembre recoge como cita una frase dicha ese día por Ruiz-Mateos. Aprovechamos la ocasión para hablar sobre el personaje y sobre Rumasa.
Ruiz-Mateos empezó su andadura empresarial en el sector del vino y colocó la primera piedra de Ruiz Mateos Sociedad Anónima (Rumasa) en 1961. A través de un complejo sistema de créditos cruzados entre las empresas del grupo y de la mano de sus conexiones con el aparato franquista, Rumasa se convirtió en un coloso compuesto por unas 700 empresas.
Tras contrastarse que Rumasa estaba en quiebra, el gobierno español la expropió en 1983. Ruiz-Mateos, que acabó siendo condenado por varios delitos fiscales, siempre se presentó a los medios como una víctima, como un empresario al que habían arrebatado todas sus posesiones injustamete, por lo que exigía una indemnización.
«Lo de Rumasa ha sido un robo a mano armada», manifestó el 9 de diciembre de 1985.
El problema es que la financiación cruzada de sociedades (entre las que había bancos que tenían comprometidos sus créditos con otras sociedades de Rumasa) amenazaba con que, si varias de ellas caían, arrastrarían a las otras con las que estaban interconectadas.
El logo de la empresa, en alusión a esta idea del conglomerado, era un panal de abejas.
Sin supervisión sobre las cuentas
Ya en 1975, el Estado tenía fundadas sospechas de que la enorme Rumasa, para la que trabajaban 60.000 personas, estaba en una situación complicada.
Ruiz-Mateos, sin embargo, se negaba a que su emporio fuera auditado por una entidad independiente, ni siquiera por el Banco de España, que le lanzó avisos reiterados.
Mientras tanto, Rumasa empezó a acumular una deuda de 10.774 millones de pesetas con la Tesorería de la Seguridad Social y otra aún más alta (1,08 billones) con proveedores.
Ya con Felipe González en el Gobierno, el ministro de Hacienda, Miguel Boyer, se decidió a intervenir el gigantesco holding en 1983. Y, argumentando lo complicado de la operación, el Estado optó por la expropiación.
Ruiz-Mateos, miembro supernumerario del Opus Dei, huyó del país y fue luego extraditado desde Alemania. Una vez repatriado se enfrentó a un proceso penal del que resultó condenado por evasión de divisas, fraude y apropiación indebida.
El histriónico empresario batalló en los medios tratando de defender su inocencia y cargando la responsabilidad sobre el gobierno del PSOE. En 1989 llegó a agredir físicamente a Boyer, el ministro a quien responsabilizaba de lo sucedido.
Entre 1996 y 2011, Ruiz-Mateos trató de reconstruir su holding a través de la iniciativa Nueva Rumasa, que acabó acogiéndose a un concurso de acreedores.