Anjel Ordóñez
Anjel Ordóñez
Periodista

Vuelta al estrés

La romana ha sido, con todas sus aristas y matices, la civilización más interesante y fértil de la historia de la humanidad. Sin restar valor a otras anteriores o incluso coetáneas, en la Antigua Roma se crearon las bases de una compleja forma de concebir el mundo que, con el paso de los siglos, apenas hemos conseguido mejorar. Es solo una opinión, claro está, y dada la rotundidad de la afirmación y la vastedad del asunto, la cuestión daría para largas horas de entretenido debate.

A lo que voy. Sobre lo que no hay duda alguna es que la lengua refleja con fidelidad milimétrica el espíritu del pueblo que la habla. Y los romanos definían en positivo el ocio (otium) y en negativo el negocio (nec + otium = negotium). Es decir, entendían el ocio como el estadio óptimo, y el trabajo como el peaje indeseado para alcanzar el primero. De hecho, el calendario romano primigenio establecía diez meses de dedicación a la agricultura y la guerra, y dos (enero y febrero) para el otium.

Puro divagar, pensarán ustedes. Puede ser, pero cada año por estas fechas, en medio de lo peor del síndrome posvacacional, calculo el tiempo, los días, horas y minutos que a lo largo de nuestra vida dedicamos al negotium, y no me salen las cuentas. Invertimos la mayor parte de nuestro crédito vital en trabajar y, con independencia de cuál sea la naturaleza de nuestra ocupación y de su mayor o menor amabilidad, no deja de ser una obligación que se sustancia en horarios, productividad, jerarquías y, finalmente, frustración. Lo miremos por donde lo miremos, no es un buen plan. Claro que, si me preguntan por la solución, ahí me pillan. Con mis particularidades, soy un ser social y no me veo de anacoreta en los eremitorios de Laño.

En definitiva. En lo individual, cada cual deberá encontrar la fórmula que mejor le funcione para salir del paso en estas fechas. Y en lo colectivo, el único camino pasa por impulsar programas y desarrollos legales que apunten a la reducción y flexibilización de las jornadas laborales. Y ese sí que es un trabajo urgente. Para ayer.

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