Andoni Lubaki

Wardeek ya no es Wardeek

Wardeek está desierta. Wardeek tenía vida y ya no la tiene. Los campos que rodeaban al pueblo kurdo ya no tienen ni pastos ni huertas. Wardeek ha sido arrasado, quemado hasta sus cimientos. Los kakai´s desaparecieron; los yazidíes huyeron ante el avance del Estado Islámico. Ya sólo quedan escombros calcinados, el tuétano de las paredes se resquebrajó.

«Wardeek era próspera, incluso tenía una banda de música que se movía a los pueblos de alrededor. El guitarra era yazidí y creo que tenían algún que otro Kakai también» explica Idriss, chofer del todoterreno que nos ha traído hasta aquí acompañando a los peshmerga. «Los habitantes de esta zona no querrán volver. No por las bombas que no han sido explotadas, sino porque Wardeek ya no es Wardeek. Wardeek es escombro y desierto. Aquí no crecerá nada. Nada» Idriss hunde el pie en la tierra polvorienta que se asemeja más a harina de maíz que a la tierra que sustentó pastos y cultivos. «Sólo de verlo me entran ganas de llorar. Los nietos de Wardeek, después de 100 años seguirán teniendo pesadillas con el Daesh».