Ponerse catastrofista no parece una gran idea en estos tiempos de terraplanismos y autoritarismos, pero ¿hasta qué punto podemos seguir ignorando las manifestaciones de la gravedad de la de la era en la que hemos entrado? Le llamemos cambio climático, tiempo de pandemias o crisis civilizacional, que de todo hay, ¿cómo plantearnos nuestro futuro como pueblo y como planeta sin atender a esta delicada situación que empeora por momentos sin que se tomen medidas eficaces para revertir el camino que parece conducirnos al precipicio? Como ha escrito Isabelle Stengers, el reto es asumir el cambio de época y «dar a esa comprobación el poder de hacernos pensar, sentir, imaginar, actuar» pero, a la vez, sabiendo que lanzar señales de alarma puede terminar por anestesiarnos e impedirnos pensar.
Si he mencionado el terraplanismo, –como caricatura de lo que se ha dado en llamar negacionismos– y el autoritarismo es porque paradójicamente son, por separado y en su interrelación, las reacciones que están ganando terreno en estos tiempos de «fin del mundo». La cuestión es si la izquierda y las fuerzas comprometidas con la emancipación seremos capaces de situarnos en este escenario, politizar en términos transformadores y movilizadores el malestar y la preocuación y articular alianzas capaces de materializar cambios. Por eso me pregunto si no tenemos que pensar y pensarnos en términos del fin del mundo, no en el sentido de que un colapso sea inminente, sino para destacar que es el momento de evitarlo. El soberanismo, en este contexto, puede ofrecer un horizonte compartido para una colectividad: afrontar en común este tiempo apostando por un futuro alternativo al desastre. Y esto porque plantea el empoderamiento de los pueblos y, en esa medida, soluciones desde abajo con voluntad de cooperar a nivel global. Algo así como un soberanismo del fin del mundo, esto es, contra el fin del mundo.
¿Soberanismo del fin del mundo?
Me pregunto si no tenemos que pensar y pensarnos en términos del fin del mundo, no en el sentido de que un colapso sea inminente, sino para destacar que es el momento de evitarlo