Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Nos queda Portugal

Lo bueno de tener amigas portuguesas, además de su irresistible acento, es que compartimos enemigo. Como dice mi amada lisboeta Rodrigo Van Zeller: para qué íbamos a querer a España, ¡tenemos el océano! Por tierra les ha llegado siempre la amenaza, de ahí su hispanofobia. Pregunta a cualquier lusa por Brites de Almeida, te contará que es una heroína nacional de la que les hablan desde la escuela, como en los territorios españolizados nos taladran con el Cid. El tal Cid fue supuestamente un conquistador, perdón, reconquistador; Brites de Almeida, una libertadora. Hace cinco años ya la invoqué aquí, es venerada en Portugal por haber peleado contra un intento de invasión española. Y porque al regresar a su panadería aquella tarde de 1385, se encontró a siete castellanos escondidos en el horno y los asó. Hay cierta leyenda caníbal en torno a esta gesta.

Acaba de celebrarse medio siglo de la Revolución de los Claveles, con Portugal hecho unos zorros políticamente, ¡qué país no lo está! Ni tan mal Euskal Herria… menudo consuelo, compararnos con los desastres circundantes. Ya no podían más con tanta guerra colonial, porque Portugal ha sido también un Imperio. Imperio suave, se dicen a sí mismos. ¡Supersuave, los mayores traficantes de esclavos de la Historia! Ningún conquistador reconoce el daño y el robo desde el que forjó su fortuna. Pero en 1974 desmontaron la dictadura más larga. Y entonces, ¡Arias Navarro se ofreció a Kissinger para invadir Portugal y evitar así una revolución comunista en la Europa occidental! Son incorregibles, solo en el siglo XX han tramado cuatro veces españolizar toda la península.

Hay algo muy inspirador que podríamos aprender de Portugal: hace 25 años despenalizaron el consumo de drogas. Las cárceles se vaciaron, el estigma dejó de ensombrecer la vida del yonki y se pusieron todos los recursos asistenciales para mejorar su salud. Y en Iruñea estamos despidiendo y celebrando a una preciosidad marica lusa que vibraba en nuestras calles e insurgencias. Agur, Dani: aqueles que amamos nunca morren, apenas partem antes de nos. 

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