Txoli Mateos
Txoli Mateos
Soziologoa

Mea culpa

No es descubrir América decir que algunas ideas básicas, o formas de entender el mundo, se propagan rápidamente de un movimiento social a otro. El ejemplo más claro hoy en día lo representa el feminismo. La variable sexo/género se ha convertido en un elemento insoslayable de cualquier discurso social o político que se tenga a sí mismo por progresista. Afortunadamente.

Otra elaboración ideológica de las que se alimentan hoy en día los movimientos sociales y políticos es la que proviene de la «interpelación» a la parte más rica del planeta −o sea, nosotros− para hacerle ver hasta qué punto su bienestar está construido sobre el expolio de la otra parte de la humanidad, la que ha vivido durante siglos en régimen casi de esclavitud al servicio de los imperios coloniales. Y, de repente, nos sentimos obligados a hablar del reconocimiento de «nuestra culpa» en este pasado ignominioso. Sinceramente, me parece un mimetismo excesivo, porque Euskal Herria no ha sido nunca un estado ni, por tanto, un imperio colonial. Una cosa es tomar conciencia del lugar privilegiado que ocupamos en este planeta, y actuar en consecuencia, y otra es realizar un ejercicio de flagelación estéril.

Es curioso que en el imaginario colectivo vasco transitemos de un pasado idílico y casi homogéneo social y culturalmente a una entonación de un mea culpa como cómplices de la esclavitud. Ni lo uno ni lo otro, creo yo. Toda comunidad política necesita un panteón de héroes y heroínas, del ámbito de las ciencias, del arte o de la política, a los que rendir admiración y unos símbolos, como las banderas o los himnos nacionales, que generen adhesión al grupo. Y todo eso ha de construirse sin tergiversar la historia, reconociendo los errores cometidos y pidiendo perdón por el dolor causado. Algunos países de un atroz pasado colonial están en ello. Me parece justo y necesario. Pero ese no es nuestro caso. La sociedad vasca necesita una lectura de su pasado más real y mucho más compartida.

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