La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado este viernes de que seis países africanos (Egipto, Kenia, Nigeria, Senegal, Sudáfrica y Túnez) recibirán la tecnología necesaria para producir sus propias vacunas con ARN mensajero.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha anunciado los nombres de los primeros países beneficiarios de una iniciativa que dio sus primeros pasos el pasado año con la creación de un centro de investigación sobre la tecnología del ARN mensajero en Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
El centro ya ha logrado desarrollar vacunas anticovid similares a las de Moderna, la compañía estadounidense que junto a Pfizer-BioNtech ha desarrollado durante la pandemia las vacunas que se han mostrado más eficaces contra el covid-19.
El centro de Ciudad del Cabo, que el propio Adhanom visitó la semana pasada, es gestionado por un consorcio que incluye la fabricante sudafricana de vacunas Biovac, la firma Afrigen Biologics (que desarrolló la tecnología necesaria) y el Consejo Sudafricano de Investigación Médica.
El proceso necesario para desarrollar los centros de producción de vacunas en los seis países seleccionados comenzará en marzo.
Reparto muy desigual
Aunque en el mundo se han administrado ya más de 10.000 millones de vacunas anticovid desde que el proceso comenzó en Europa a finales de diciembre de 2020, con las que más del 60% de la población global ha recibido al menos una dosis, el reparto es muy desigual.
Mientras países desarrollados tienen tasas de vacunación muy altas y muchos de sus ciudadanos han recibido incluso inyecciones de refuerzo, en los países de ingresos bajos, muchos de ellos emplazados en África, casi un 90% de su población no ha recibido ni siquiera una dosis.
Este mismo miércoles se denunció que la UE tirará a la basura más de 55 millones de dosis a finales de este mes, mientras que en lo que va de año África ha recibido solo 30 millones de dosis. Se calcula que el año pasado los países ricos desperdiciaron 241 millones de dosis.
Que haya grandes grupos de población sin vacunar supone un mayor riesgo global de que se produzcan mutaciones en el virus, tal y como ha sucedido con la variante omicron, originada en Sudáfrica.