Xandra  Romero
Nutricionista

Vitamina D: ¿sol o alimentos?

La vitamina D, también conocida como vitamina del sol, lleva estos dos últimos años más en boca de todos debido a su supuesta interacción con la covid-19. Sin embargo, más allá de eso, esta vitamina tiene algunas particularidades que la diferencian y le aportan un interés especial. Por un lado, su absorción está relacionada con la radiación solar y en realidad, es una hormona muy relevante ya que se pueden encontrar receptores de esta vitamina en casi todas las células y tejidos del cuerpo humano, donde es responsable de regular la friolera de 200 genes.

De todas sus funciones en nuestro organismo, la mejor estudiada y la más importante se relaciona con la salud ósea. Los depósitos adecuados de esta vitamina mantienen el metabolismo de los minerales calcio y fósforo dentro de la normalidad. Pero además, en los últimos años se ha observado que la vitamina D influye en muchos procesos fisiológicos, especialmente con el sistema inmune. De este modo, diversas enfermedades como el cáncer, la esclerosis múltiple, la enfermedad inflamatoria intestinal, la hipertensión arterial y la enfermedad cardiovascular se han relacionado con niveles bajos de vitamina D.

De forma natural, obtenemos vitamina D por dos vías: la exposición solar y a través de alimentos que la contienen. Los alimentos ricos en Vitamina D, pueden ser de fuente animal (pescados azules, como la trucha, el salmón, el atún y la caballa, así como los aceites de hígado de pescado, hígado de vacuno, la yema de huevo y los lácteos) y de origen vegetal, los hongos u otros alimentos enriquecidos. Así, durante la exposición a la luz ultravioleta, esta radiación es absorbida por la membrana de las células de la epidermis y la dermis activando una serie de reacciones químicas tras las cuales, finalmente, se crea la vitamina D3. A través de la dieta, conseguimos directamente la vitamina D3, ambas llegan a hígado y riñones que convierten la vitamina D3 (producida en la piel y absorbida en la dieta), en la hormona activa.

En determinadas situaciones la síntesis cutánea no es del todo eficaz y en el Estado español, a pesar de ser soleado, algunos estudios indican que existe déficit de vitamina D. Esto unido a que los alimentos que naturalmente contienen vitamina D, son fuentes de grasa y por eso, muchas personas toman versiones 0% materia grasa o desnatada (perdiendo esta vitamina que se disuelve en la grasa) hace que gran parte de la población esté en riesgo de presentar déficit de nutriente.

Pero ¿qué otras razones puede haber para este déficit? Puede haber personas que, debido a la presencia de algunas patologías (celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal y después de cirugías digestivas), pueden no absorber suficiente vitamina D en el tracto digestivo. También se pueden tener problemas para producir vitamina D a partir de la exposición solar o durante el proceso de conversión de la vitamina D en su forma activa final. Este es el caso de personas que sufren enfermedades hepáticas y renales.

Por otro lado y dado que, más horas al sol no significan necesariamente más vitamina D, también se contempla la posibilidad de no poder recibir o no exponerse de forma adecuada a la luz solar.

De modo que, ante un déficit de vitamina D, ¿la solución es más sol o revisar la alimentación? La respuesta sería que ambas, ya que a través de la exposición al sol, podemos absorber alrededor del 60-80% y a través de la dieta, del 20-40%, no obstante, también es importante recordar que la exposición solar en las horas centrales, donde la radiación es la adecuada para dicha absorción, también puede producir otros efectos adversos, lo ideal sería asegurar ambas fuentes de vitamina D.