Sergio Iglesias
Interview
Mikel Renteria
Cantante y guitarrista de Mikel Renteria & The Walk On Project Band

«La banda ha sido mi terapia durante todos estos años»

Cuando Mikel Renteria inició el proyecto WOP, a raíz de que a su hijo le diagnosticaran una enfermedad rara, para conseguir fondos para investigar estas dolencias, una de las patas de dicha asociación era The Walk on Project Band. Acaban de publicar el disco ‘Cuerdos de atar’.

El músico y cantante Mikel Renteria.
El músico y cantante Mikel Renteria. (Marisol RAMÍREZ | FOKU)

Para comenzar, ¿cuáles son las diferencias más notables entre ‘Cuerdos de atar’ y los anteriores?

Se nota el grado de madurez de la banda. Cuando empezamos, ya hace unos años, no sabía ni cantar, porque, aunque había tenido grupos en la época de la universidad, yo era guitarrista; pero a raíz de lo de mi hijo Jontxu, empecé a componer canciones y, de manera natural, las cantaba yo mismo.

El primer disco nos costó mucho por lo torpes que éramos (risas), y se salvaba por ese esfuerzo que hicimos. Pero quizá lo más destacable de este último trabajo sea su frescura, casi todo son primeras y segundas tomas, y lo hemos podido hacer así a raíz de esa evolución que nos han dado los años. También se ha afianzado el castellano como idioma para hacer las canciones, porque al principio yo empecé en inglés por vergüenza.

¿Se nota que ya están más afianzados como banda después de más de diez años juntos?

Sí, como te decía, aquel debut tenía mil artificios, y una emoción especial porque era el primero, pero luego nos hemos ido focalizando en la banda, que no somos más que un grupo de amigos que no vivimos de esto, pero que, obligatoriamente, hemos ido evolucionando hasta este disco, que es lo que somos y lo que sabemos hacer. Aquí no hay ni trampa ni cartón, todo está grabado en primera o segunda toma y con todos los guitarras tocando a la vez, y eso se nota en el resultado final.

¿Se trataba, de alguna manera, de imitar esa forma de grabar de gente que tanto le han influido a lo largo de los años?

Eso es: las imperfecciones, la verdad de lo que pasa, los discos de Neil Young que se junta con los Crazy Horse en su granja y les enseña en ese mismo momento las canciones… eso es imposible para nosotros, pero sabiendo de nuestras limitaciones, no intentamos hacer ‘marcianadas’ ni meter artificios innecesarios o que no tengan sentido. Todo se hace en función de la canción, ese es el objetivo.

¿Ha sido la incorporación de Mikel De Vicente a los teclados el mayor ‘artificio’ que se han permitido?

Desde luego. En otros discos yo mismo había grabado teclados. La música no es el único objetivo para reunirnos una o dos veces a la semana, sino que es el momento de compartir un rato, charlar de nuestras cosas y echar unas risas… así que, meter a cualquier persona en una banda tan particular nos ha costado mucho.

Hacía tiempo que queríamos meter un teclista y poder incorporar a Mikel ha sido la bomba. Ha aterrizado en la banda hace unas semanas, así que ha sido llegar, aprenderse las canciones y entrar a grabar… un aterrizaje forzoso (risas). Lo ha podido hacer porque, de todos nosotros, es el que tiene la mayor formación académica, y además, es una persona que aporta mucho al proceso, porque siente la música de una manera muy especial.

En el proceso, también han contado con Alberto Macías, ¿cómo ha sido su participación?

Esto es muy divertido, el disco lo hemos grabado en nuestro local, que es la oficina de WOP, porque eso nos permitía grabar casi a la vez que ensayábamos, un día a la semana durante tres meses. En todos estos años yo he aprendido cosas de la parte de producción y de sonido, y la manera que me parecía más natural para grabar el disco era integrarlo en esa fiesta semanal que es juntarnos. Pero la mezcla y la masterización ya la ha hecho Alberto, que es una máquina porque, aparte de ser músico y aportar grandes ideas en la fase de mezcla, tiene una productividad alucinante y, para nosotros, la velocidad y el orden son fundamentales, porque tenemos el tiempo que tenemos.

Me hablaba del tema del idioma y de esa consolidación del castellano, ¿era una necesidad que la gente entendiera lo que canta?

Me parecía más natural, porque yo vivo, sobre todo, en castellano y algo en euskara, y me parecía artificial transmitir en inglés, a pesar de que me ha tocado manejarlo mucho para currar. La cuestión es que, como toda la música que nos ha influenciado es en inglés, parece que todo nos suena mejor en ese idioma, así que el proceso de aprender a cantar en castellano y que suene a rock and roll ha sido duro y me ha costado bastante. Pero hay ejemplos buenísimos de que se puede hacer esta música en castellano, como son Lapido o Quique González, y eso me ha inspirado mucho, hasta el punto de que, a día de hoy, no creo que vuelva al inglés e incluso se nos hace raro pensar en incluir en los setlists canciones que no sean en castellano.

¿Y tiene pensado incluir en su repertorio canciones en euskara?

Pues la verdad es que esa es mi asignatura pendiente, y de hecho, hay por ahí una joyita, que es una adaptación de Kirmen Uribe de una canción del primer disco, y sí que me gustaría que en los próximos trabajos haya una mezcla de mis dos lenguas maternas.

En ‘Cuerdos de atar’ hay de todo, desde la crudeza y dureza de ‘Caballos de mar’ hasta el funky de ‘Canela en rama’. ¿Se buscaba voluntariamente esa variedad en las canciones?

Para mí es un disco coherente, en el sentido de que estoy plasmando la música que me ha influenciado. Por eso es tan variado, fíjate que ‘Canela en rama’ tiene tramos ‘stonianos’, pero también nos puede llevar incluso a Los Ronaldos, que cuando yo tenía 16 ó 17 años, me impactaron mucho… y hay canciones como ‘Lo dimos por sentado’ que es muy a lo Neil Young con cosas de The Beach boys. Recuperando lo que te decía antes, creo que, probablemente por el tema del idioma, Lapido ha sido una gran influencia en el disco; de hecho, ‘La estación de las delicias’ la compuse en un tren cuando fuimos toda la banda de Córdoba a Granada para ver un concierto suyo.

A diferencia de sus discos anteriores, en las que, como es lógico por los temas que trataba, las letras eran más personales, aquí parece todo como más ‘cotidiano’. ¿Tenía ya ganas de hablar de otras cosas?

Recuerdo una entrevista que le hicieron a Steve Van Zandt en la que contaba que, hablando con Springsteen, le decía que se notaba que había cambiado porque, en las canciones, hablaba de cosas de ricos, y eso no le importa a nadie… esa reflexión yo también la hice: decidí dejar de dar la matraca con lo mío, y empezar a hacer canciones que, aunque surgen de lo que surge, cada uno pueda hacerlas suyas, y que no hablen solo de una escena mía, sino que cada uno pueda interpretarlas a su manera.

Me alegra mucho que me lo digas, porque ha habido un esfuerzo enorme para matizar las letras, y ese aspecto de la composición para mí es muy importante porque la banda, sin duda, ha sido mi terapia durante todos estos años.

¿Mientras tanto, seguirá manteniendo los eventos de la Fundación WOP, como la ya tradicional ‘estropatada’ que, recientemente, se ha celebrado en Bilbo?

Estamos encantados de todo lo que nos está pasando y de la gente que hemos conocido en todo este tiempo. Pero es que eventos como este ya han dejado de ser nuestros para ser de miles de bilbainos y bilbainas que nos transmiten todo su ánimo y generosidad. Al final, el optimismo y la sonrisa impulsan más que la tristeza o los mensajes lacrimógenos, porque mi hijo no da lástima, sino que es un ejemplo de lucha de la hostia, y a lo largo de los años hemos ido descubriendo un montón de gente así, que decide que quiere vivir con una sonrisa y tirar para adelante y eso es fundamental para afrontar estas situaciones.