Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

Datos que aportan sosiego en plena oleada de bronquiolitis

Pediatras de toda Europa alertan de la gran cantidad de casos de bronquiolitis que se están detectando, y hay temor a que esta enfermedad se solape con la gripe y el covid y provoque un colapso hospitalario. Virólogos citados en ‘Science’ creen que no es probable.

Una enfermera de la unidad de Pediatría del Hospital Universitario de Burdeos chequea el estado de un niño de corta edad.
Una enfermera de la unidad de Pediatría del Hospital Universitario de Burdeos chequea el estado de un niño de corta edad. (Philippe LOPEZ | AFP)

En escuelas, haurreskolas y parques hay un tema de conversación que destaca sobre el resto estos días: la bronquiolotis. Esta enfermedad, causada por el virus respiratorio sincitial (VRS) está golpeando con fuerza un mes antes de su pico habitual, y el número de menores hospitalizados, sobre todo de corta edad, es bastante alto.

En Europa ya se ha dado alguna voz de alarma, y hay quien mira de reojo a un problema que se apunta desde hace tiempo: la posibilidad de que covid, gripe y VRS provoquen conjuntamente una situación insostenible en el sistema sanitario.

Es una preocupación lógica teniendo en cuenta la experiencia reciente, sin embargo, un artículo publicado hace poco en ‘Science’ puede ayudar a moderarla. Y es que, según señala la conocida publicación, los virus respiratorios tienden a interferir entre sí, y aunque cada uno de ellos puede estresar salas de urgencias y UCIs –lo estamos viendo–, «hay pocas posibilidades de que el trío alcance su punto álgido y colapse colectivamente los sistemas hospitalarios del modo en que lo hizo el covid al comienzo de la pandemia».

«La gripe y otros virus respiratorios y el SARS-CoV-2 no se llevan muy bien», resume el virólogo Richard Webby, investigador de la gripe en el Hospital de Investigación Infantil St. Jude (Memphis, EEUU), y sostiene que «es poco probable que circulen ampliamente al mismo tiempo».

Los interferones

Desentrañar la causa de esas interferencias no ha sido fácil, dado el número de virus respiratorios –coronavirus, rinovirus, adenovirus, VRS y gripe son solo algunos de los más conocidos– y las infecciones que pasan desapercibidas. Sin embargo, ‘Science’ apunta que los recientes avances tecnológicos facilitan esa labor y destaca que, cada vez más, los investigadores citan un causante: «los mensajeros químicos que producen las personas infectadas, llamados interferones».

Según se explica en el artículo, cuando un virus respiratorio se transmite con mucha fuerza en una comunidad, los interferones pueden elevar ampliamente las defensas del organismo y erigir temporalmente una barrera inmunitaria en toda la población contra los siguientes virus que se dirijan al sistema respiratorio.

«Todos los virus desencadenan la respuesta del interferón en cierta medida, y todos ellos son susceptibles a ella», afirma la inmunóloga Ellen Foxman, profesora de la Universidad de Yale, que ha estado explorando la interferencia entre el SARS-CoV-2 y otros virus en un modelo de laboratorio de las vías respiratorias humanas.

De esta forma, los rinovirus, causantes de resfriados comunes, pueden frenar a la gripe A (el virus de gripe más frecuente); el VSR puede hacer frente a los rinovirus y a los metapneumovirus; el virus de la gripe A puede frustrar a su primo lejano, el de la gripe B... «La interferencia viral tiene muchas implicaciones importantes para la salud», afirma Guy Boivin, virólogo de la Universidad de Laval (Quebec) y coautor de un estudio que aborda este asunto.

Cuando un virus respiratorio se transmite con mucha fuerza en una comunidad, los interferones pueden elevar ampliamente las defensas 

Con todo, la interferencia no es algo seguro cuando circulan varios virus. Por ejemplo, un estudio realizado en Nicaragua reveló que los casos de gripe y de covid alcanzaron su punto máximo al mismo tiempo en febrero, lo que sugiere una «interferencia viral limitada». «Pienso en la interferencia como un pequeño empujón», dice Aubree Gordon, investigadora de la Universidad de Michigan que dirigió el estudio con el Ministerio de Salud de Nicaragua. «Depende de la inmunidad de la población, de cuándo fue la última vez que circuló el virus y de las tasas de vacunación contra la gripe y el covid», acota.

Respuesta rápida e inespecífica

Esta interacción entre virus no es desconocida. En 1957, dos virólogos del Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres, Alick Isaacs y Jean Lindemann, abordaron un misterio recurrente en los círculos de la virología: Las membranas de los huevos de gallina inoculados con un virus de la gripe inactivado no pueden infectarse con una versión viva del mismo. Descubrieron que el embrión de pollo segregaba una sustancia química, que denominaron interferón, que explicaba ese placaje. Y a diferencia de otras respuestas inmunitarias –anticuerpos, por ejemplo– que se dirigen a patógenos específicos que un animal ha visto en el pasado, esta respuesta rápida e inespecífica forma parte de lo que se conoce como el brazo innato del sistema inmunitario.

Años más tarde, la viróloga soviética Marina Voroshilova se preguntó por qué las versiones vivas pero debilitadas de los poliovirus utilizados en las vacunas a veces no crecían en los intestinos de las personas que las recibían, sin desencadenar respuestas inmunitarias protectoras. Descubrió que los enterovirus inofensivos del tracto intestinal parecían interferir con los poliovirus. A continuación, Voroshilova realizó grandes ensayos de campo con vacunas compuestas por enterovirus atenuados. Funcionaron contra esos patógenos intestinales y también, sorprendentemente, protegieron contra múltiples virus respiratorios. Su equipo atribuyó la protección contra los virus respiratorios al aumento de los niveles de interferones.

La pandemia de gripe de 2009, provocada por un nuevo virus denominado pH1N1 que había aparecido poco antes en cerdos, dio una base más sólida al estudio de la interferencia. Cuando las poblaciones tienen escasa inmunidad a una nueva cepa de gripe, esta puede circular ampliamente fuera de la temporada, como ocurrió con el pH1N1 en todo el mundo. Pero en Suecia y en el Estado francés, los picos de infección por rinovirus que se produjeron en verano retrasaron los de gripe hasta final de otoño, inicio normal de la temporada.

Asimismo, Ellen Foxman y sus colegas encontraron interferencias después de pruebas de PCR para diez virus diferentes en 13.000 muestras respiratorias de adultos que buscaron atención en el sistema hospitalario de Yale New Haven. En concreto, entre 2016 y 2019, alrededor del 7% de las personas dieron positivo para el rinovirus o el virus de la gripe A, pero de 1.911 muestras, solo 12 tenían ambos virus, significativamente menos de lo esperado. Foxman también comprobó el papel causal de los interferones con un experimento en el que la infección de organoides con rinovirus casi detuvo el crecimiento de virus de la gripe A añadidos después.

Nuevo escenario

Siendo esto así, hay todavía incertidumbre sobre el comportamiento del SARS-CoV-2 y su interacción con otros virus. «A día de hoy, no hay datos epidemiológicos sólidos», admite Pablo Murcia, virólogo de la Universidad de Glasgow. Por un lado, el distanciamiento social generalizado y el uso de mascarillas hizo que hubiera pocas posibilidades de ver las interferencias en acción. Casi no hubo circulación de otros virus respiratorios en los primeros años de la pandemia.

Hay todavía incertidumbre sobre el comportamiento del SARS-CoV-2 y su interacción con otros virus

Aun así, Foxman ha publicado que en su modelo de organoide el rinovirus puede interferir con el SARS-CoV-2. Y el equipo de Guy Boivin ha informado de que la gripe A y el SARS-CoV-2 pueden bloquearse mutuamente en estudios celulares.

Pero para saber cómo el SARS-CoV-2 y otros virus interfieren entre sí fuera del laboratorio se necesitarán estudios prospectivos que vigilen de cerca a las mismas poblaciones durante años, y los virólogos lamentan que la escasez de fondos ha limitado su capacidad para realizar estudios de población a gran escala.

Sin embargo, son optimistas y creen que pronto tendremos mejores datos sobre la lucha entre el SARS-CoV-2 y otros virus. «Este será el primer invierno real en el que tengamos un patrón normal de mezcla de personas, y es de esperar que empecemos a ver algunas señales», dice Murcia. Con los múltiples virus que se cruzan por primera vez en tres años, confía en que la interferencia se mantenga y sea capaz de contrarrestar la triple amenaza del invierno.

Pero eso lo sabremos con certeza dentro de unos meses. De momento, uno solo de esos virus ya nos está dando bastantes quebraderos de cabeza.