Sergio Iglesias

«No me interesan las etiquetas ni las banderas de ningún tipo»

Recientemente, hablando con un músico que ha trabajado con Oskar Benas, afirmaba que el vizcaino es una de esas personas a las que se les puede considerar «genios». Es innegable que  este inquieto artista, afincado en Donostia, ha hecho prácticamente de todo en el mundo del arte y la cultura.

Oskar Benas.
Oskar Benas. (Sergio Martín & David Gotxikoa)

Músico multiinstrumentista, productor, ilustrador... ¿De dónde saca tiempo para hacer tantas cosas?

Fíjate que, a veces, me parece que no hago tanto, el tiempo es algo muy abstracto. Ahora sí, procuro librarme de cargas innecesarias y dedicarme a pocos asuntos con más mimo.

¿Tiene alguna preferencia dentro de estos campos, o todos son igual de importantes para usted?

Desde niño me he visto como dibujante, eso va conmigo desde siempre. En verdad, lo que me motiva son esos ratos de creación, la magia de ver aparecer sonidos o imágenes de la aparente nada… o hacer un buen guisado.

En la música ha hecho, prácticamente, de todo y con un montón de bandas y en solitario. Para situarnos, cuéntenos en qué anda ahora metido.

Me pillas justo de retirada de faranduleos. A nivel conciertos, acabamos de despedirnos con Bongho Krappul, la que ha sido mi banda hasta ahora. Me estoy retirando de estruendos de la noche y de los tours. Ha sido un año de muerte en muchos aspectos para empezar otra vida, y eso ya no entra en mi sendero. A nivel de proyectos musicales, me estoy centrando en ‘Orbellina’, que es un libro acompañado de un espectáculo audiovisual etéreo con instrumentos exóticos y poesías de mi compañera Indira Landera, pensado para disfrutar sentado… más rollo película que otra cosa. Ese es mi único vínculo actual con el escenario y va poco a poco, está en fase de desarrollo, el resto de bandas en las que estaba las he dejado.

«Nunca he querido ser músico profesional, me interesa el proceso creativo y de lo que disfruto es de la parte de hacer, trastear, salsear, cortar y pegar»

En su música es imposible encontrar un estilo definido y todo es muy experimental. ¿Qué es lo que busca a la hora de hacer música?

No me interesan ni los nombres, ni las etiquetas, ni las banderas de ningún tipo. Tampoco me siento un ser atormentado que busca la salvación en la creación, ni evadirse de una mierda de vida a través de esa relación artista–público; al menos conscientemente, no busco nada, solo disfruto de lo que hago.

Recientemente, hablaba con Rolan Garcés, cuyo último disco ha producido usted, y me decía que, actualmente, en la música hay demasiado conservadurismo. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cuál cree que es el mayor peligro de los puristas en cualquier género?

El peligro son las definiciones, la búsqueda de una seguridad ficticia que crees que te da un nombre inventado. Hacer bandos. Creerse que algo de esto es puro per se y que hay que defenderlo con uñas y dientes, ofuscándose con quienes se salen de unos patrones establecidos. La peña tiene miedo. Ahí está el problema.

Hablando de su faceta como productor, ¿qué le gusta aportar a los trabajos de otros y otras artistas?

Generalmente, para producir escojo proyectos de colegas que me apetezca mucho hacer. Rolan, por ejemplo, me va pasando pistas sencillas de una guitarra y voces, y yo le doy a cada tema lo que creo que le aportará algo chulo: aquí una percu, aquí un bajo, aquí un teclado o unos coros... a veces menos es más. Ahora estoy haciendo la producción del tercer disco de Mutaciervo (sobrenombre de Xabi Lekunberri de Mermaid) y es diferente, me pasa los temas con muchas pistas y lo que hago es limpiar, editar y darle más o menos importancia a un instrumento u otro. También estoy currando con Enemigos del Comercio, donde están Jose Mari y Josemi de Bizardunak y Germán Carrascosa, nos juntamos para comer de vez en cuando, tocar instrumentos acústicos, flautas, charangos, guitarras flamencas... ahí he compuesto y he arreglado con ellos. Cada currelo tiene su magia.

A lo largo de su carrera, ha estado en giras con grandes artistas como Maika Makovski o Fermín Muguruza, e incluso ha tenido momentos de grandes éxitos con Atom Rhumba. Y, sin embargo, es una persona que, habitualmente, huye de los focos. ¿Qué circunstancias se tienen que dar para que acepte estas propuestas y salga un poco de su pequeño mundo?

Nunca he querido ser músico profesional, me interesa el proceso creativo y de lo que disfruto es de la parte de hacer, trastear, salsear, cortar y pegar. Al final, me he apuntado a esas giras con otra gente siempre por amistad. Y cuando ya no lo veía en mi vida, aunque a veces ha costado por inercias, lo he dejado.

Hace años tenía fuerzas para meterme en giras y me atraía el movimiento, andar de aquí para allá, salir de fiesta, hacer el idiota en la furgoneta… Quizás es eso lo que me hacía seguir activo en la carretera. Todo eso pasó, me encanta la música pero huyo de la farándula y de todo lo que la rodea, de la prensa, del amiguismo, del arrime… y huyo de las conversaciones sinsentido en cualquier bar o evento, de los festivales, o de cualquier especie de multitudes, huyo del engorilamiento en general.

Pasemos a su otra faceta como artista gráfico. Cuéntenos también cuáles han sido sus últimos trabajos y sus próximos proyectos.

Los últimos dos trabajos que acabo de entregar son la carátula de una banda donostiarra, Los premodernos, y una ilustración para el 20 aniversario de una serie de AXN llamada ‘The Shield’. A nivel personal, estoy terminando una compilación que le he puesto el nombre ‘Brotes’ y que recoge cómics, tiras bizarras e ilustraciones por tomos que he realizado los últimos años. También el libro que te he comentado antes, ‘Orbellina’ junto a Indira Landera, que lleva ilustraciones y poesías de ambos.

Al igual que le preguntaba sobre su música, ¿qué busca a la hora de hacer un cartel, un cuadro, una ilustración? ¿Tiene algún tipo de referente o «ídolo»?

Buah, es que, hoy en día, hay gente tan acojonante haciendo obra gráfica que mencionar alguna persona sería dejar otras muchas de lado. Me gustan muchos tipos de ilustración aunque yo me prodigo, de cara a mis curros, sobre todo en imágenes que son hijas bastardas del mundo del grabado, la serigrafía, en general con pocos tonos y con tramas marcadas. Para dibujar, igual que para la música, suelo empezar la obra sin tener ni idea de lo que voy a hacer y va saliendo solo. Es como magia.

«Quizás es que todos somos genios, solo hay que dejar de lado lo superfluo y dejar también de complacer a los demás, y hasta a uno mismo. Olvidarnos de nuestro nombre»

En este campo, hay una cosa que creo que es importante y es el sello personal; me refiero a que sus trabajos son reconocibles y tienen un estilo propio inconfundible y, cuando vemos algún cartel o alguna portada hecha por usted, inmediatamente sabemos que es suya. ¿Se busca conscientemente dejar ese sello personal, o es algo que le piden los clientes?

Eso dice la gente, que se reconoce mi estilo. Y hostia, mira que a mí me cuesta verlo, a veces veo cosas tan diferentes... entiendo que, en ocasiones, también funciono por etapas y que hay obra que muestro y otra que no; según voy probando herramientas o maneras de currar, trato de no quedarme estancado a nivel creativo. Pero si todo cristo lo ve, supongo que ahí está.

Volviendo a Rolan Garcés, también me decía que Oskar Benas es una de esas personas a las que podríamos llamar «genios», algo con lo que muchos estamos de acuerdo. ¿Usted también está de acuerdo? ¿Cree que existen los genios hoy en día?

Joder Rolan, ¡¡déjame vivir!! (risas)… El único genio que veo en mí es el que ha sido capaz de aprender a gestionar el mal genio, y el otro que sabe hacer una tortilla de patata de campeonato (risas). O quizás es que todos somos genios, solo hay que dejar de lado lo superfluo y dejar también de complacer a los demás, y hasta a uno mismo. Olvidarnos de nuestro nombre.