La responsable del Grupo de Investigación OPIK de la UPV/EHU, Amaia Bacigalupe, ha afirmado, que tras analizar cómo la desigualdad afecta a la salud en el conjunto de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, se puede asegurar que, «en situaciones de igualdad de síntomas, una mujer tiene una probabilidad un 80% mayor que un hombre de recibir un diagnóstico de depresión» y hasta un 50% más de probabilidades que los hombres de recibir una prescripción de psicofármacos «con un mismo diagnóstico y necesidad de salud».

Bacigalupe ha dado a conocer estos datos en el transcurso de la jornada inaugural de la Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbo (ACMB) que se ha celebrado en la Sociedad Bilbaina y que ha reunido a varios especialistas para reflexionar sobre salud y sociedad.

A lo largo de su intervención, bajo el título ‘La desigualdad social y su efecto sobre la salud en Euskadi’, Bacigalupe también ha señalado varias diferencias más, como por ejemplo, que «las mujeres tienen una probabilidad un 50% superior que un hombre de recibir una prescripción de psicofármacos con el mismo diagnóstico».

Por otro lado, ha apuntado también que, según sus análisis, «los hombres de Bilbo tienen una brecha de seis años en su esperanza de vida según su barrio de residencia» y se puede afirmar que «la precariedad laboral multiplica por cuatro la mala salud mental en las mujeres».

A su vez, el presidente de la ACMB, Ricardo Franco, y la presidenta de la Sociedad de Médicos y Grupo IMQ, Beatriz Astigarraga han presentado la cita divulgativa ‘Salud y sociedad: ¿dónde estamos y hacia dónde vamos?’ que ha sido moderada por Juan Ignacio Pérez, catedrático de Fisiología en la UPV/EHU.

Esta reunión médica también ha contado con la intervención ‘Hablando de salud’ que ha protagonizado Felix Goñi, profesor emérito de la UPV/EHU y Premio Euskadi de Investigación, y ha destacado varias relaciones entre los ámbitos de la educación y la salud.

Entre sus conclusiones, Goñi ha explicado que «la higiene es, sobre todo, una cuestión de educación» por lo que, «debemos educar en la aceptación de las limitaciones humanas, de la desgracia como compañera inseparable de la felicidad. Esa aceptación de las propias limitaciones ahorra muchos actos médicos», ha concluido.