A los que conozcan TikTok, quizá no les sorprenda cuando decimos que existe una tendencia que consiste en publicar videos en los que aparecen jóvenes que, delante de la cámara, se ajustan la ropa para revelar su figura o posan de perfil para enseñar el cuerpo o determinadas zonas como espalda, mandíbula y otros atributos corporales similares. Esta práctica habla del movimiento conocido como body checking o revisión corporal, que trata de buscar comprobación sobre el propio cuerpo.
Más allá del universo online, podemos reconocer body checking en el mundo real en forma de comprobación del peso a través de la báscula o de determinadas zonas del cuerpo en el espejo a diario o, incluso, varias veces al día o antes y después de hacer alguna actividad física o alguna ingesta de alimentos. También puede verse cuando se prueba ropa de un tallaje menor, al pellizcarse ciertos pliegues corporales o al medirse distintas partes del cuerpo con la mano o un cinturón.
El body checking, que incluye otras muchas conductas de comprobación corporal además de las arriba descritas, si bien podría lograr en algún momento satisfacer las necesidades que buscan quienes las llevan a cabo, como pueden ser la tranquilidad, seguridad, calma, alivio, confort, autoestima, control, bienestar… la realidad es que, pasado un corto espacio de tiempo, ese alivio o esa sensación de bienestar desaparece, y el malestar que se siente en torno al cuerpo vuelve rápidamente, haciendo que las conductas de body checking puedan convertirse en hábitos compulsivos. En el lado contrario, si esta conducta no logra satisfacer estas necesidades, la persona igualmente volverá a buscar la autocomprobación corporal de forma compulsiva tras intentar ‘solventar’ mediante dieta, ejercicio y demás aquello con lo que no está conforme.
A pesar de que ser consciente del propio cuerpo no es inherentemente dañino, el hecho es que vivimos bajo una inmensa presión estética, y lo que puede comenzar como una verificación ‘inocente’ de las formas corporales, puede convertirse en pensamientos y comportamientos de corte obsesivo. Así, aunque el examen crítico repetido del tamaño, la forma y el peso del cuerpo es un rasgo característico de los pacientes con trastornos alimentarios, estudios recientes indican que este tipo de control corporal es normativo y común, especialmente entre mujeres jóvenes, así como en personas con sobrepeso y obesidad.
De modo que una de las conclusiones que podemos extraer de esto es que, como adultos, debemos estar muy pendientes no solo de las redes sociales y los ‘movimientos’ de moda que puedan ser dañinos para nuestros hijos, alumnos o pacientes, sino, sobre todo, de estas conductas que pueden iniciarse de forma precoz en la niñez o preadolescencia y que solemos minimizar y normalizar dentro de los comportamientos ‘propios’ de la edad. Recordemos que las redes no son más que el reflejo de la sociedad.