Mujer, en el 80% de casos mayor de 50 años. Este es el perfil de quienes se encargan de cuidar a personas con problemas de salud mental, una tarea que en muchas ocasiones recae sobre las propias madres de los enfermos y enfermas.
Así lo ha indicado Irama Vidaurreta, investigadora de Fundación EDE, que ha participado este viernes en la presentación por parte de la federación de asociaciones Salud Mental Euskadi de un estudio que analiza las consecuencias negativas que asumen los familiares de personas con problemas de salud mental en ámbitos como las relaciones familiares y sociales, el ocio y tiempo libre, el estado de salud y la situación económica.
La presidenta de la federación, María Ángeles Arbaizagoitia, ha subrayado la función de los familiares como «principales proveedores de apoyo a las personas con problemas de salud mental» y ha asegurado que «es la familia quien asume, muy frecuentemente, el grueso de las labores de cuidado y el acompañamiento continuo».
En este sentido, ha apuntado que seis de cada diez personas afirman que sus relacionados familiares se han resentido debido a la situación, y en tres de cada diez familias se producen rupturas y separaciones.
Además, casi seis de cada diez personas consultadas no se muestran satisfechas con su estado de salud emocional y el 12% de los familiares que asumen el cuidado de una persona con trastorno mental cuentan actualmente con algún problema de salud mental diagnosticado, en palabras de Vidaurreta.
«Estresadas y sobrepasadas»
Asimismo, casi la mitad de las personas cuidadoras afirman sentirse «estresadas y sobrepasadas» por prestar este apoyo, y un 47,9% de las personas encuestadas han desarrollado problemas de salud físicos a consecuencia de su labor (perdida de energía, fatiga, mareos, dolores).
El estudio también analiza el sobrecoste económico para la familia, originado principalmente por el pago de medicinas y especialistas, además de por otros gastos como el copago de los servicios a los que acude el familiar con problemas de salud mental. De hecho, ese sobrecoste «supone una barrera para la adecuada atención de algunas personas», ha apuntado Vidaurreta.
Y ha advertido de que «una cuarta parte de las personas consultadas afirma haber renunciado, al menos en alguna ocasión, a algún tratamiento o especialista para su familiar por no poder asumirlo económicamente».
A pesar de los gastos extraordinarios que deben costearse las familias, las labores de cuidado dificultan frecuentemente la conciliación laboral y familiar. Esta situación obliga a algunas familias a reducir sus horas de trabajo o a renunciar a su puesto, lo cual afecta al volumen de ingresos económicos de la familia.
En una de cada cinco familias consultadas (21,3%) al menos una persona ha tenido que reducir su jornada laboral y en el 17,4% de las familias alguien ha dejado el trabajar para asumir la responsabilidad de los cuidados. Esta situación afecta mayoritariamente a las mujeres y a las personas que conviven con el familiar.
El estudio analiza también la labor que realizan las asociaciones pertenecientes a Salud Mental Euskadi para aminorar el impacto negativo de las responsabilidades que recaen en las familias. En concreto, nueve de cada diez personas se sienten satisfechas con los recursos que ofrecen las entidades vascas y encuentran en ellas espacios de comprensión y empatía.
Más recursos para aliviar a las familias
Entre las propuestas que lanza Salud Mental Euskadi para la mejora de la calidad de vida de estas familias, destaca la promoción de recursos para el respiro de las familias, así como el aumento de apoyos profesionales.
«Es necesario aliviar la carga de cuidados familiares con apoyos profesionales e impulsar modelos que promuevan la vida independiente. Todo ello redundará en un aumento de la calidad de vida de las familias», ha asegurado Cano.
Entre las principales demandas figuran también las ayudas económicas, las medidas de conciliación laboral y familiar y la inclusión de la perspectiva de género en las políticas de cuidados, para equilibrar el impacto de las responsabilidades entre mujeres y hombres.
Salud Mental Euskadi pide, asimismo, la revisión de los protocolos de derivación desde la atención primaria a la Red de Salud Mental para facilitar que los familiares responsables del apoyo y cuidado puedan acceder a un tratamiento psicológico «con la intensidad que requiera cada caso».