Nueva edición del festival de solidaridad con los presos y presas vascas, que cada año se celebra en Durango desde 2015. En esta ocasión la afluencia fue, como ya es habitual, masiva, aunque sin llegar a los números del pasado año, cuando la gente acudió en masa a Landako, con unas ganas terribles de recuperar los dos años que nos robó la pandemia.
Lo mejor de este festival es ver tanto público joven volcado en la causa, disfrutando del ambiente y de la música, pero teniendo claro el objetivo prioritario del evento que no es otro que el que nos explicaba, hace unas semanas en una entrevista para GARA y NAIZ.EUS Anes Baños, una de las responsables de la organización del 40 Minutu: «El festival nace para pedir la vuelta a casa de los presos y presas vascas que, aunque ahora ya estén en cárceles de Euskal Herria, llevan muchos años sufriendo una ley de excepcionalidad. Esta es ya la octava edición y, como siempre decimos, ojalá no hubiera que seguir haciéndolo, porque sería la señal de que el problema ya no existe». Pero por desgracia, sigue ahí, y hay que seguir reivindicándolo.
Un objetivo, por tanto, prioritario, pero que este año han querido compartir con otra causa ineludible y urgente, como es dar visibilidad y apoyo al pueblo palestino, con la presencia en el cartel de la banda DAM, viejos conocidos por Euskal Herria, ya que también estuvieron en el festival que se celebró en el BEC en apoyo a los y las imputadas por el sumario 18/98, demostrando la solidaridad que siempre ha habido entre Euskal Herria y Palestina.
Diversidad de estilos
Por la mañana se pudo disfrutar en el recinto de la Azoka de diversas actuaciones de bandas de estilos tan diversos como el pop rock fusionado con el folk tradicional de Burutik, el pop de Ibil Bedi, la locura seudoflamenca de Raimundo el Canastero, o el oi! rabioso de unos Arene 6 que últimamente arrasan allá por donde van.
Nosotros llegamos justo cuando estaban tocando los representantes locales de esta edición. Nevadah jugaban en casa, y eso se notaba; aunque no tocaran en el mejor horario, poco a poco la gente se fue acercando a disfrutar del rock and roll de una banda que, aunque a priori no encajaran demasiado, por estilo, en un variopinto cartel, supieron ganarse al público con su buen hacer y su rock and roll en inglés con tintes escandinavos.
El repertorio se basó, sobre todo, en los temas de su último trabajo publicado hasta el momento, ‘Still goes on’, que repasaron casi por completo, pero sin olvidarse de imprescindibles de la banda como ‘Nevadie’, ‘We’re coming to you’, o ‘Iggy Dog’, pertenecientes a sus dos primeros álbumes.
A continuación era el turno para el oi! salvaje de la banda de Iruña Streetwise, que al igual que por la mañana hicieran sus colegas Arene 6 –con quien, recientemente, compartieron un split publicado hace unos meses– demostraron el extraordinario estado de forma de un género musical que parece haber enganchado últimamente a las nuevas generaciones en Euskal Herria; la clave de esta reencarnación es muy sencilla: un directo energético y salvaje… lo que ya no es tan sencillo es hacerlo tan bien para conectar con estas nuevas generaciones, porque para ello hay que tener algo que sin duda Streetwise tienen.
Una bandaza
Cambio de escenario para ver a la que, probablemente, ha sido la mejor banda de esta edición. Y es que Belako son una bandaza… y punto. Empiezo la crónica de su concierto así, porque no lo puedo hacer de otra forma, después del concierto que se marcaron. Un bolo que fue de menos a más, y en el que las de Mungia demostraron el por qué de su estatus actual dentro del rock estatal.
Da gusto ver una banda en el que todas cantan y tocan de maravilla, preocupadas por hacer cada noche el mejor concierto posible, sin importar la hora, el recinto o el tipo de concierto, algo que, seguramente, podrán confirmar todos y todas aquellas que estuvieran viéndolas en el gaztetxe de Sastraka en Portugalete, junto a Chulería, joder!, otra de esas bandas a reivindicar en la escena actual.
En cuanto al repertorio, tuvieron tiempo para repasar su último trabajo hasta el momento, el magnífico ‘Sigo regando’, pero también para repasar el resto de su brillante discografía, e incluso para acordarse de Barricada y de los Clash, vía M.I.A., con la versión de ‘Paper planes’, de la legendaria banda londinense.
Los siguientes en salir a escena fueron Des-Kontrol, que dieron un concierto épico. El punk siempre combativo y reivindicativo de los de Arrasate cuenta con un nutrido público muy fiel que, además, se va renovando cada año, algo importantísimo para el futuro de la música en Euskal Herria.
Como aliciente añadido, Des-Kontrol contaron con la colaboración de Fermín Muguruza, que salió a escena para recordar a Kortatu con ‘Hay algo aquí que va mal’ y ‘Zu atrapatu arte’, que supuso uno de los momentos de la edición de este año del 40 minutu, antes de que la banda enfilara el tramo final del bolo con himnos como ‘Aurrera begira’ y, sobre todo, ‘Duintasunez eutsi’, que sonó atronador, cantado a voz en grito por las miles de gargantas que poblaban el recinto, en uno de los conciertos más masivos de esta edición.
Un solo mensaje
Breve pausa en lo musical para el acto reivindicativo que da sentido y contextualiza todo el trabajo realizado por la gran cantidad de voluntarios que cada año organiza el festival. Palabras de agradecimiento que resuenan en un emotivo audio grabado por una presa desde la cárcel de Zaballa, justo antes de que los y las miembros de diversas asociaciones de solidaridad con el pueblo palestino tomen el escenario, para mostrar una pancarta reivindicativa que se mezcla con símbolos antifascistas, y de apoyo a los presos y presas vascas, mientras el recinto se hace uno para exigir los derechos de los pueblos en lucha; «Borroka da bide bakarra!», «Palestina askatu!», «Euskal presoak etxera!»… diferentes gritos para un mismo mensaje.
A continuación llega la esperada actuación de DAM, pioneros del rap en Palestina, y que derrocharon actitud, energía y mucho flow con esa fusión única de hip hop con sonidos árabes, mezclando, en sus composiciones, el inglés con su lengua nativa, demostrando, una vez más, la capacidad de la música más allá de los sonidos o los idiomas.
El cuarteto se pasó toda la hora que duró su actuación interactuando con un público entregado, al que hizo partícipe del show, coreando los pegadizos estribillos de una banda única, mientras en Landako no dejaban de ondear las banderas de Palestina.
Nøgen llegan con su pop característico, reivindicándose como una de las grandes apuestas de la música actual en Euskal Herria, tal y como refleja la pasión que muestra su cada vez mayor legión de seguidores y seguidoras, que no dejan de cantar ni un solo segundo todas y cada una de las letras de la banda donostiarra.
Con un inteligente repertorio en el que mezclan momentos acústicos más emotivos y calmados, con pasajes más acelerados, Nøgen dieron un bolo impecable que dejó más que satisfecho a un público que, aunque parezca mentira, parecía no acusar las horas de festival que ya se iban acumulando.
Un espectáculo colosal
Más leña con unos clásicos. Su Ta Gar ponían la veteranía en un cartel mayoritariamente formado por bandas de gente muy joven, a los que los de Eibar prácticamente doblaban –incluso, en algunos casos, triplicaban– la edad. Pero eso da igual cuando se tienen las tablas, la experiencia y, sobre todo, la calidad musical que los años de experiencia les han dado a una banda que, cuando la inmensa mayoría del público ni había nacido, trajeron el heavy metal a Euskal Herria, y demostraron que los ritmos guitarreros más potentes también se podían cantar en euskara.
A decir verdad me resultó sorprendente –y me ilusionó muchísimo– ver las primeras filas abarrotadas por chavales y chavalas que se sabían todas las canciones de una banda que, en un colosal espectáculo de luces y bengalas, demostró no tener ninguna necesidad de vivir de las rentas de sus temas antiguos, y repasaron unos cuantos temas de su último trabajo, ‘Alarma’, intercalados con sus grandes éxitos de siempre como ‘Nazka’, ‘Gaua iluna amaitu da’ o ‘Jo Ta Ke’.
Estando en las faldas del Anboto tenía que sonar ‘Mari’, y en una jornada de solidaridad con el pueblo palestino tampoco podía faltar ‘David eta Goliath’, con la que ya hace más de 30 años los de Eibar denunciaban la invasión fascista del estado israelí sobre Palestina.
Tras este descomunal concierto de Su Ta Gar nos disponíamos a disfrutar de la despedida de Esne Beltza, una banda que, tras 17 años de carrera se despedía de su público, dejando para el recuerdo un montón de grandes momentos en tantos conciertos, fiestas y festivales, como el que pudimos vivir en este adiós en Durango que sus fans, a buen seguro, no olvidarán jamás, porque fue un auténtico fiestón.
Pero todo lo bueno tiene que acabar, y como decíamos antes, las horas se iban acumulando, por lo que, cuando Hofe X 4:40 salía a escena, nos retiramos, agotados y con una sonrisa de oreja a oreja, muy satisfechos de ver como Euskal Herria siempre responde con su solidaridad, cuando la situación lo requiere, y cuando se trata de ayudar a un pueblo hermano, demostrando de paso, que nuestra música tiene muchísimo futuro y que las nuevas generaciones salvarán la cultura de una tierra que todavía tiene mucho que decir.
Por cierto, un diez para la organización del evento, y para las decenas de voluntarios y voluntarias del 40 Minutu.